DESDE EL FRANQUÍSMO CON PARTIDO ÚNICO A UNA DEMOCRACIA DESPRESTIGIADA
Escribo algo que pensamos los españoles que peinamos canas y podemos aclarar la situación porque hemos sufrido mucho, y no se atreven a manifestarlo en público para evitar linchamientos de la plaga, la plaga de garrapatas que nos chupan la sangre desde años después de la Transición. Y es que actualmente SE ROBA MAS que en los años de la Dictadura, nada extraño porque con el dictador solo funcionaba arbitrariamente un solo partido. La Justicia funcionaba profesionalmente en el terreno de la delincuencia común, salvo los Tribunales especiales dedicados a represaliar la libertad de expresión y los brotes de rebelión política, en su gran mayoría gente del partido comunista aún español, la única oposición real, los demás cuentos y medallas para ganar votos, hay que ponerlos en duda o levantar el tablacho.
Cuando regresé a España después de 17 años de ausencia, desde el año 1944 por razones familiares, mi padre formaba parte de la Misión Cultural Española en Marruecos, y seis meses en Argelia de la que salimos huyendo, me encontré un país en desarrollo. Su imagen real sería la del cambio del calzado, se habia pasado de las alpargatas proletarias a los zapatos, incluso se apuntaba la segunda vivienda en las playas y la aparición del 600 y el 124 de los Seat. Alguien puede responderme que la corrupción franquista se tapaba, en parte es verdad, pero aún así, la epidemia que ha caído sobre los españoles en los últimos treinta años, supera en mucho lo que se hizo en nuestro país, a partir de los cuarenta.

«Igual que con la República José Juan», me comenta algo airado, cansado y pesimista, mi amigo y catedrático de la historia contemporánea española, emérito de la Universidad de Granada. «No ganó la guerra Franco, la perdimos todos y se desencadenó porque los políticos y sus instrumentos de trabajo, los partidos, han estado y están carcomidos por la codicia, el relativismo ideológico, los recelos, el sectarismo, la incompetencia y las nocivas influencias exteriores, desde el reinado de Carlos III». Lo de Cataluña no es un hecho aislado, me comenta con rostro de amargura. Otra vez, como en la guerra civil cuando España fue campo de experimentos y estrategias para probar armas de guerra, y esta vez, conejillo de Indias en los choques de civilizaciones, que han aflorado con la llegada de un populismo ideológicamente destructivo, que allí en donde gobiernan, nace una dictadura o un tirano, una selva social. Lo están intentando en España, digo, pero van a fracasar, porque el Líder Supremo es un enfermo mental o algo peor. Las crisis que nos atosiga duramente y se propaga, no hay duda de que son tácticas para irrumpir en Europa y quemar nuestras libertades, nuestras culturas y principios democráticos ahora envenenados. Somos un muro frente a otras políticas que promueven el derrumbamiento de Occidente. El problema gravísimo de nuestra nación es que la corrupción se ha generalizado y ha propiciado otros tipos de crisis y que no se han atajado por falta de líderes que sepan lo que nos estamos jugando, y porque el texto de la ley se ha hecho permisivo y el sentido garantísta se ha extralimitado hasta límites peligrosos para el Estado de Derecho, y los mismos españoles. La situación pre-revolucionaria catalana, ya escándalo internacional, en otro país de cultura europea y gobiernos eficaces, lo hubieran cortado de raíz, como ha hecho recientemente Macrón, presidente de Francia, con el grano trasero de Córcega, porque el independentismo, coartada salida de los regímenes fascistas y leninistas, tipo ruso, sirio, venezolano y persa, no es solo un problema español. Son movimientos de ajedrez de guerra soterrada o no, abierta, planificados e ingentes medios de guerra y económicos.

SINOPSIS.- Muerto el general en una cama de un hospital, estalló la primavera española, la primera y la única en paz, diálogo y responsabilidad conducida por estadistas o políticos de alto coeficiente intelectual. Y el rey Juan Carlos, años después destronado por quienes habían convertido este país en terreno de nadie y jugaban al juego de las braguetas y líos de invertidos que la prensa aireaba para ganar audiencia y publicidad. Nació el Estado de las Autonomías, una buena idea que en años sucesivos se fueron cargando los mediocres, la cacicada y los radicales. El poder casi absoluto de sus barones a los que se les permite llevar millones de metros cúbicos a la mar o anegar tierras baldías cuando se pasa sed y pobreza en otras regiones, estos días testigos mudos de tanta incuria. Nacen las mafias y las tramas nacionales, regionales y locales y los asesinos de ETA que dejaron a mil españoles y españolas en los cementerios, con sus bases y apoyos económicos en Francia, Bélgica, Argelia, Yemen, Libia, Cuba y camaradas palestinos, ante la sorpresa de la nueva democracia española y sus partidos, y los sindicatos sostenidos económicamente con dinero público levantando huelgas generales.
Explosiona la chapuza del golpe de estado de un reducido grupo de militares, el rey da la cara e impone su autoridad. Se restablece la normalidad y ganan los socialistas las elecciones del 82, dirigidos por un líder brillante y las pilas puestas. Nace la leyenda de Felipe González. Años después cae, sumida España en el caos y la corrupción de la mano de algunos de sus cercanos colaboradores, y las primeras páginas de los medios de comunicación denunciando la «guerra sucia del Estado». En Gibraltar los servicios de inteligencia abaten a miembros del IRA irlandés, sin mediar palabra.
Cae Felipe y la situación mejora en el primer mandato de Aznar, en su segundo gobierno este extraño personaje se corona como sátrapa en la boda de El Escorial y termina, su broche de oro, su mandato negro, metiéndonos en la guerra de Irak. Lo de Zapatero y Rajoy, incalificable. Ni una palabra, autocensura y querellas. Aterriza Pablo Iglesias, y nos promete un paraíso celestial, una dictadura populista, pero hay que destruir lo que se mantiene en pie, convierte la política en un espectáculo bochornoso en los platós de televisión y de camino no deja títere con cabeza en una izquierda hundida y radicalizada y apuntando a la cabeza del PSOE. Se suma al separatismo y purga a Podemos de Errejónes.

EPÍLOGO.- Ya avanzada esta primavera las terminales y estados mayores de TODOS LOS PARTIDOS desencadenan la guerra sucia total más sucia de Europa, cuando Cataluña se tambalea en el estercolero europeo en manos de las potencias del centro y el norte, de la extrema derecha nazi y los leninistas mimetizados de bondadosos populistas. Nos la juegan en los tribunales acompañados de cariñosas palmaditas en nuestras acostumbradas espaldas traicionadas y los elogios desquiciados de Rajoy, felicitando la imparcialidad de su aliada Ángela Merkel.
Cuando escribo este análisis con cierto sabor de amargura legítima, todavía no ha estallado lo peor. El cambio de Rajoy por Pablo Iglesias, porque el líder pepero parece incapacitado de lograr un pacto de estado o un gobierno de emergencia con Ciudadanos y Socialistas, y su relevo en evitación de males mayores. Para España, la Democracia en la UVI y para su propio partido hundido en la miseria política. Olvida, que nosotros, la sociedad española, la ciudadanía, existe, no solo para votarles. Nos muerden el alma, los lobos que han penetrado en el gallinero o en redil de los mansos de espiritu. Nos quejamos en la intimidad. Nos han cortado las alas y algo más. No hablamos de ira, sino de justicia, esa sombra que tapa el sol buscamos indignados.
