ENTRE EL ODIO Y EL SUICIDIO POLÍTICO

Se repite la historia. Políticos mediocres y falta de hombres y mujeres de estado. Seguimos en la DEMOCRACIA que apuntaron Goya, Benito Pérez Galdós, Costa y Machado. Una tortilla de patatas a la española, socarradas por el fuego de los disparates del odio, el maniqueísmo y la zafiedad de una clase política pirómana. (Análisis de Jose Juan Cano Vera).

Me conformo con vivir pisando con cuidado y pies de plomo, pero desde luego no me dejo pisar ni poner las dos mejillas cristianas o arrodillarme, como mercenario de un periodismo alquilado por los púnicos. El odio engendra violencia y la violencia, inestabilidad. Es lo que deduzco, veo, oigo y leo en los ruidosos Parlamentos, Ayuntamientos, y un Senado de humo que debieran representar con dignidad y eficacia demostrada al pueblo español, en inferioridad de condiciones respecto al resto de la Unión Europea, salvo Portugal y Grecia. Cada vez está claro que nuestras malparadas instituciones se han convertido en vehículos y plataformas electorales, y en esa dirección se combaten los numerosos partidos siguiendo las instrucciones personales de sus líderes que instrumentalizan a los más de cuatrocientos diputados y senadores, las tropas especiales a escala nacional, regional y local. Un espectáculo que poco tiene que ver con la dura realidad de los cuarenta y tres millones de ciudadanos y ciudadanas sacrificados sin resolver  sus necesidades más urgentes. Las élites políticas y sus colaboradores necesarios utilizan como coartada y arma de guerra fría, el estercolero de la corrupción, que viene de siglos con sus ciclos agudos. 
Una estrategia que se emplea a fondo como arma política electoral a corto y medio plazo.
                                                                                                                                                                                                   
¿Recuerdan lo del Agua para todos?. Una estrategia que es necesario aplicar para erradicar tanta basura colectiva, pero se han olvidado de los gravísimos, los muy numerosos asuntos que arrollan y castigan a las familias humildes y clases medias. Es la miseria, el hambre,  la hundida reforma laboral, modernización de la enseñanza basada en un pacto conjunto. El peligro latente de un derrumbamiento próximo de las pensiones, el agobio de millones de jóvenes parados, y los no tan jóvenes, la desmoralización creciente de las gentes a falta de gobernantes que reconduzcan las diversas crisis que asolan España, como es el castigo silenciado de las drogas y su riquísimo tráfico y consumo, gravísima escasez de agua tan injustamente repartida (como estamos experimentando los murcianos), el desafío separatista desbordando a unos gobiernos debilitados, acobardados, el escoramiento peligroso del Estado manirroto de las Autonomías que suponen un déficit total de 130.000 millones de euros, del Derecho francamente en retroceso y politizado y la recuperación de las mujeres situadas en cuarta fila, y la necesidad de estimular una mejor cultura política que debe de empezar por el control de la financiación delincuente de los partidos (el gran escándalo nacional adredemente ignorado?. Y la reforma de estas anticuadas organizaciones tan desgastadas e inmovilistas como los sindicatos que viven gracias a los ingresos del Estado y de las Comunidades Autónomas, que somos los ciudadanos, sus empresarios, que tributamos a una hacienda con multitud de recaudadores, hasta tal punto que la mitad de nuestros ingresos van a pagar a ese monstruo que torean los defraudadores. Los más optimistas calculan que son  doscientos mil millones ocultos por los grandes corruptos, dentro y fuera de España. Arruinan a los españoles con un déficit del PIB que superar ya el billón largo de euros.La extrema izquierda podemita amenaza elevar los impuestos a pecadores y justos. Entramos en fase de Urgencias gobernando desbordados e ignorantes diagnosticadores en el marco de una sanidad con camas en los pasillos, que son nuestras calles, plazas y hogares.
                                                                                                                                                                                                                  Esta es la realidad, una incomprensible realidad que se difumina entre el odio y la violencia, mientras que los padres de la patria siguen reunidos para repartirse la suculenta tarta del poder escondido entre el banco de España, sus sucursales y la Moncloa. El País va por un lado y Rajoy, Pedro, Pablo y Alberto van por sus caminos particulares, atrincherados para no ser arrojados a los leones hambrientos del Congreso de los Diputados, que adelgazan,engullendo pitracos. Menos mal que el ministro de Hacienda no esgrimió mayor cinísmo y desverguenza para justificar  la sucia AMNISTÍA al capitalismo canalla, afirmando que lo pensó piadosamente, con el más puro cinísmo de la manada polÍtica, ya «que había que echar un cebo sustancioso para que picaran los peces pequeños, España estaba, dijo, al borde de la quiebra heredada del gobierno de Zapatero». En realidad Montoro proponía que a los amnistiados habrá que organizarles un homenaje nacional con la colaboración desinteresada de los peces gordos escapados. La próxima amnistía nos la jugará pensando pagar a los jubilados.
Los años pasan pero la historia queda. EN FIN, GRITEMOS TODOS CON ARDOR GUERRERO ¡CUERPO A TIERRA, QUE VIENEN LOS NUESTROS, LOS SALVADORES DE LA TORTILLA DE PATATAS A LA ESPAÑOLA, LA DEMOCRACIA CHUSCARRADA EN LA SARTEN DE MONTORO!», arrodillados ante las nuevas deidades embriagadas por Baco. Rajoy, el dios de los imputados. Pedro Sánchez, el nuevo Lázaro resucitado por el podemizado Partido Socialista. Pablo Iglesias, el inmaduro importador de  narcisos venezolanos. Y Albert Rivera, el sereno de todas las llaves. La disputa loca por la tortilla de patatas, en el restaurante chino, desorbitan sus ojos, tienen como hambre por comer y tragar. Ignoran que comer a la trágala, produce diarrea. Nada bueno para esta Nación tan racionada de ideas.

JOSÉ JUAN CANO VERA