ÁLVARO NIETO

 

No hay nadie en España que pueda predecir con certeza qué va a pasar el domingo tras las elecciones generales. El enrevesado sistema de adjudicación de escaños y la presencia por primera vez de cinco grandes partidos nacionales complican más que nunca los pronósticos. No obstante, aquí van diez claves fundamentales para entender qué puede suceder el 28-A.

1.- La participación. La historia electoral de la democracia española ofrece una conclusión contundente respecto a la participación: siempre que ha bajado del 70%, la derecha ha obtenido más escaños que la izquierda y, en consecuencia, ha podido gobernar. Eso quiere decir que, cuando la abstención supera el 30%, son los ciudadanos de izquierda los que más se quedan en casa. De ahí que una de las claves de estas elecciones sea saber si habrá una movilización masiva. Las tres últimas veces estuvo por debajo del 70% y, por los datos previos que se tienen en esta ocasión (voto por correo, audiencia de los debates televisados…), no parece que haya una efervescencia mayor que en 2015 y 2016.   

2.- El voto del miedo. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha apelado durante los últimos días de campaña a lo que se conoce como voto del miedo: la posible amenaza de un Gobierno integrado por Vox. Agitar el miedo al adversario como forma de intentar movilizar a tus partidarios es una estrategia muy vieja en política, pero no está del todo claro que esta vez pueda funcionar. Es verdad que el nuevo Gobierno de Andalucía y la foto de la plaza de Colón ayudan, pero también es cierto que hacer una campaña en negativo, poniendo el acento en los rivales en vez de en las propuestas propias, no siempre da resultados.

3.- El voto útil. El Partido Popular está utilizando como estrategia la apelación al voto útil, es decir, transmitir a los votantes que la fragmentación del voto entre varias opciones es perjudicial porque sólo la concentración de los sufragios en el partido más fuerte optimiza el resultado de todo el bloque de centro-derecha. Esta estrategia le dio durante años muy buenos réditos al PSOE frente a Izquierda Unida, pero desde que existen los nuevos partidos cada día tiene menos impacto en el electorado. De hecho, buena parte de los españoles ya ha interiorizado que votar a cualquiera de los principales partidos no tiene por qué significar tirar el voto a la basura. La gente tiene menos miedo que nunca a cambiar de opción y apenas se cuestiona si esa decisión tendrá consecuencias a la hora de traducir los votos en escaños.

4.- El voto oculto. El denominado voto oculto es a lo que se agarra Vox para defender que va a obtener un mejor resultado que el que le dan las encuestas. En España siempre hay una parte de la población, sobre todo los votantes más conservadores, que no se atreven a reconocer a quién van a votar cuando se les pregunta en un sondeo. Esto fue lo que provocó el estrepitoso fracaso de las encuestas en las recientes elecciones andaluzas, cuando ninguna auguró los 12 escaños que finalmente obtuvo la formación de Santiago Abascal. Se supone que tras la experiencia andaluza los expertos en demoscopia ya han corregido sus modelos y descontado ese fuerte voto oculto a favor de Vox. Sin embargo, existe la sospecha de que los sondeos pueden estar minusvalorando todavía que una buena parte de los indecisos son, en realidad, votantes de Abascal.

5.- Los indecisos. Los españoles cada día deciden más tarde su voto y, por tanto, las encuestas publicadas hasta ahora estaban incompletas, pues contaban con entre un 25% y un 40% de indecisos. Un gran número de esos ciudadanos al final no acaban votando, pero en esta ocasión serán determinantes aquellos que finalmente acudan a las urnas. En principio, una parte de los indecisos pueden ser votantes ocultos de Vox e incluso del PP. Y luego están aquellos que de verdad dudan entre dos opciones y acabarán votando a una de ellas el domingo. En este sentido, los expertos coinciden en señalar que los debates televisivos suelen servir para disipar esas dudas. Si nos atenemos a ello, puede que Ciudadanos y Podemos, cuyos líderes salieron vencedores del primer y segundo debate, respectivamente, acaben llevándose una parte de esos votos.

Ciudadanos y Podemos

6.- El enigma de Ciudadanos. Una de las claves de estas elecciones está en saber qué pasará con Ciudadanos. En los comicios de 2015 y 2016 las encuestas le auguraban un resultado extraordinario… que nunca llegó a producirse. Y en los sondeos de comienzos de 2018 incluso llegó a ser el partido con más apoyo. Ahora, la pujanza de Vox ha limitado su capacidad de crecimiento, pero sus dirigentes todavía guardan un as bajo la manga. Según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que es la más completa que se ha realizado, la mayor parte de los votantes que pensaban ir a votar y no tenían decidido aún su voto, en concreto el 20,8% de ellos, estaba dudando o bien entre el PP y Ciudadanos o bien entre esta última formación y el PSOE. Esa es la gran esperanza que alberga el partido de AlbertRivera: confía en haber demostrado, fundamentalmente gracias a los debates de la televisión, que Ciudadanos es mejor opción que PP o PSOE. Si lo logra, tendrá un muy buen resultado.  

7.- La remontada de Podemos. El partido de Pablo Iglesias llegó al comienzo de la campaña completamente desfondado: con un líder desaparecido y medio partido en desbandada tras la traición de Íñigo Errejón y el portazo de las mareas regionales, que salvo los comunes de Ada Colau no han querido aliarse esta vez con Podemos. Sin embargo, y como ya sucedió en anteriores campañas, estos últimos días el partido se ha venido arriba. El papel de Iglesias en los debates de la televisión, mostrándose tranquilo y moderado, puede acabar convenciendo a algunos de sus antiguos votantes para que finalmente acudan a votar en lugar de abstenerse. En la medida en que esa parte de su electorado se movilice, y aquí puede ser clave también el posible miedo a Vox, Iglesias podrá evitar la debacle y aumentarán sus opciones de poder formar gobierno con Sánchez.

8.- El papel de las encuestas. Una vez más, estas elecciones pondrán a prueba a las casas de demoscopia españolas, que no acumulan demasiados éxitos en los últimos tiempos, si bien es verdad que la ley electoral no juega a su favor, pues les impide publicar sondeos durante la última semana de campaña, que es cuando la mayoría de indecisos acaban definiendo su voto. En esta ocasión, casi todas las encuestas pronostican el mismo escenario: una victoria del PSOE, que necesitará pactos para poder gobernar. Los últimos sondeos realizados esta semana, que teóricamente no se pueden publicar, apuntan a un descenso del partido liderado por Pedro Sánchez en beneficio de Podemos y a una caída del PP en favor de Ciudadanos y Vox. Si al final acaban acertando las encuestas, sería la primera vez en años y todo un alivio para los que se dedican a ello.

9.- Los nuevos votantes. En estas elecciones tienen derecho al voto casi 37 millones de españoles (36.893.976), de los que 1.157.196 podrán hacerlo por primera vez. Los nuevos electores, la mayoría jóvenes que acaban de cumplir 18 años, suponen pues algo más del 3% del conjunto del electorado. Según se ha demostrado en anteriores comicios, los jóvenes apuestan masivamente por los nuevos partidos en detrimento de PP y PSOE, a los que consideran parte de otra época. La duda en esta ocasión está en saber cómo se comportarán respecto a Vox. ¿Lo considerarán un partido nuevo más? A tenor de la sensación que tienen muchos dirigentes del PP, cuyos hijos van a votar a Vox, parece que la formación de Abascal sumará entre los jóvenes bastantes apoyos.  

10.- El voto del Senado. El domingo también hay elecciones al Senado. Tradicionalmente nadie les hace ni caso, pero, como se ha visto en esta legislatura, su papel en la crisis catalana ha sido fundamental, dado que el artículo 155 de la Constitución debe ser activado por la Cámara Alta. PP, Ciudadanos y Vox han propuesto volver a aprobar el 155, pero para ello necesitarán una mayoría absoluta que, ahora mismo, parece casi imposible de obtener debido a que el sistema electoral del Senado es muy diferente: se trata de una lista abierta donde cada votante puede elegir el nombre que considere… pero donde el partido más votado en cada circunscripción se suele llevar todos los senadores de la provincia. Si se cumplen los pronósticos y el PSOE es el partido más votado en la mayoría de provincias, como consecuencia de la fragmentación del centro-derecha, acabará llevándose una gran cantidad de escaños en el Senado y, en consecuencia, por mucho que el Gobierno pueda estar presidido por Pablo Casado no se podrá activar el 155 sin contar con los socialistas.