«¿Has visto por la tele la detención de algún criminal peligroso? Fíjate que hay como 20 o 30 agentes de la Guardia Civil que llevan chalecos antibalas y van armados hasta arriba. Lo han detenido entre muchos y lo tienen bloqueado como a Hannibal Lecter. Ellos solamente lo custodian unas horas. Unos días como mucho».
«¿Sabes lo que pasa cuando ese mismo criminal llega a la cárcel? Que se lo dejan un solo funcionario, que además ya es un abuelo y va armado como máximo con una camisa y un pantalón. No hay medios, no hay plantilla, no hay seguridad. Por cosas como esa, las cárceles de España son de las más peligrosas de Europa y están en el peor momento de la historia de la democracia».
Lo cuenta un agente de prisiones de un centro penitenciario andaluz. Ilustra así el día a día en las prisiones españolas. En nuestro país están algunos de los penales más peligrosos de Europa. Al menos de la Zona Euro. Según las cifras oficiales, cada día se registra una agresión a un funcionario. Pero en los números oficiales siempre se tiende a suavizar. Sólo consta como agresión si el funcionario sale con daño aparente. Pero si, como ha pasado alguna vez, un trabajador es secuestrado durante un par de horas por un recluso a punta de navaja, no quedará registrado. No es agresión si no le han dejado marcas.
Las cárceles españolas han tocado fondo. La masificación, la falta de recursos, los recortes de personal, el envejecimiento de las plantillas de funcionarios y la controvertida gestión ha derivado en que los penales españoles sean ahora sitios mucho más peligrosos que antaño. Hay más reyertas, extorsiones, amenazas y agresiones que nunca. Y menos personal para evitarlo. Son lugares donde, según palabras del Defensor del Pueblo en su último informe, “no se puede garantizar, ni la vida de los internos, ni la seguridad de los trabajadores”.
El ranking
El estado general de las prisiones españolas es malo. Aun y así algunas están peor. Para hacer un ranking con las prisiones más conflictivas de España toca atender a varios factores: agresiones a funcionarios, muertes de presos por sobredosis, suicidios, número de reclusos peligrosos, masificación… Haciendo un cómputo global de todas estas variables, podríamos convenir que las cárceles más peligrosas de España son la de Madrid V (Soto del Real), Madrid VII (Estremera), A Lama (Pontevedra), Sevilla II (Morón de la Frontera) y Albolote (Granada).
Esta clasificación se realiza teniendo en cuenta que la mayor parte de las prisiones de España tienen una ocupación parecida: están todas entre los 1.200 y 1.400 reclusos. Lo preocupante es que en realidad están preparadas para acoger a unas 1.000 personas. Las cárceles de España están por encima de su capacidad, aunque parezca que eso es algo reservado a los países en vías de desarrollo. Y son muchos los presos que tienen que compartir celda cuando no deberían, o que tienen que dormir en celdas de ingreso porque no tienen sitio donde hacerlo.
ESTREMERA Y SOTO, CAMPEONAS EN AGRESIONES
Tal vez el factor principal que mide la conflictividad de una cárcel es el número de agresiones a los trabajadores. Según las cifras oficiales, la media en España es de una agresión diaria a un funcionario. En ese ámbito, las cárceles que lideran son dos madrileñas: Estremera y Soto del Real. Son las prisiones más mediáticas de los últimos años porque allí están o han recluidos muchos políticos. Allí están repartidos los independentistas: Oriol Junqueras, Raül Romeva o Joaquim Forn en Estremera, o Josep Rull y Jordi Turull en Soto del Real.
Pero no sólo hay políticos catalanes. Por esta última han desfilado presos tan ilustres como Bárcenas o Díaz Ferrán. Tanta alcurnia pasó por sus barrotes, que se la llegó a conocer irónicamente como «Soto del Relax», porque parecía un centro de vacaciones de gente adinerada. No obstante, los políticos suelen estar recluidos en «Módulos de respeto» y allí la conflictividad es mínima.
Aunque en 2017 Estremera se situó en décimo lugar en la clasificación de agresiones a funcionarios (la primera ha sido la de Palma de Mallorca por primera vez en su historia), el penal madrileño ha sido el que mas veces se ha situado en los tres primeros puestos. En 2013 fue la primera de España, en 2014 fue la tercera y en 2015 volvió a liderar. Tanto Estremera se encuentran en la raya de las 80 agresiones en los últimos 6 años, muy por encima de la tercera de España, que es la gallega de A Lama.
«Estremera es una prisión nueva y moderna, pero la dejadez de la administración la ha llevado a la deriva»; cuenta un funcionario que, por cierto, ha sido agredido varias veces. «Es bastante habitual aquí. Nadie nos gana en eso», bromea. Y es que Estremera y Soto son consideradas cárceles de alta seguridad y tienen módulos con presos muy peligrosos.
Cada vez menos funcionarios; cada vez más viejos
En el ámbito de las agresiones existe una paradoja: se da la circunstancia de que la población reclusa ha bajado cerca de un 10% en los últimos años. Sin embargo, las agresiones se han incrementado en un 13%. ¿A qué se debe? Ambos factores tienen que ver con la crisis económica.
Durante los años de bonanza económica vino mucha población extranjera a España. Muchos de los presos de las cárceles españolas eran foráneos. Aquella fue la época de mayor masificación en las cárceles. Penales preparados para albergar a 1.000 personas se encontraban casi con 2.000. Pero llegó la recesión. Muchos de estos presos extranjeros cumplieron condena, salieron en libertad y, en vistas de las pocas oportunidades laborales que habían quedado, volvieron a sus países. Eso hizo que las cárceles, de algún modo se desahogasen de gente.
¿Cómo ha influido la crisis económica en el incremento de las agresiones? En que cada vez hay menos personal. La crisis trajo recortes, hasta llegar a unas ratios de funcionario por preso nunca vistas antes en la democracia española. Al no abrir plazas de funcionarios de prisiones, cada vez había menos, y los que quedaban cada vez eran más mayores. De hecho, este es otro de los problemas de las cárceles españolas: el envejecimiento de los agentes de prisioness. La edad media de las plantillas está por encima de los 50 años.
De un hueso de pollo hacen una navaja
«Donde tendría que haber dos funcionarios, ahora hay uno. Y suele ser un abuelo que tiene que pelear con veinteañeros muy agresivos» explican trabajadores de las prisiones. Y por agresiones no se entienden empujones o bofetadas. Los presos se las saben todas, y aprenden a fabricar armas blancas con cualquier tipo de material. «Hasta con huesos de pollo hemos visto hacerse navajas. Se entretienen en eso. Como tienen tiempo…», asegura un funcionario de una prisión de Madrid.
«Algunos saben que no van a salir en su vida de la cárcel y les da igual todo. No tienen nada que perder. Nosotros sí. Nosotros salimos de casa para trabajar y no sabemos cómo volveremos. Tuve un compañero al que una vez, separando a dos presos en una pelea, le mordió un recluso con VIH. A otro casi le cortan el cuello con una navaja artesanal. Por intervenir en una reyerta te pueden joder la vida», explican un funcionario que asegura que «llevo 38 años trabajando en prisiones. Entré cuando estaba UCD. Y nunca he visto esto tan mal.
Otro dato sintomático del miedo que tienen los funcionarios es que casi todos los testimonios de este reportaje han pedido anonimato: «Hay represalias. Pero ya no solamente de los presos. La administración te sanciona con gravedad si cuentas lo que está pasando aquí dentro».
MORÓN: SOBREDOSIS Y PRESOS PELIGROSOS
La cárcel de Morón (Sevilla II) es, para muchos, la más peligrosa de España. Este penal, en el que han estado presos como Miguel Carcaño(encarcelado por el asesinato de Marta del Castillo) o Juan Antonio Roca, es uno de los más nuevos del país. Pero cuenta con dos factores que lo convierten en especialmente conflictivo: el elevado número de presos peligrosos y el récord de casos de sobredosis. En ambos parámetros manda Morón. Por si fuese poco, cada año se encuentra muy arriba en la clasificación de agresiones a funcionarios.
Pero vamos por partes: el consumo de drogas. Uno de los factores que puede servir para valorar la peligrosidad de un penal es el número de sobredosis que se produce entre los reclusos. Este ranking lo lidera el centro penitenciario de Morón con 38 casos desde 2009. Más de 4 al año.
Los lunes locos en el talego
¿Por qué se producen las sobredosis en la cárcel? Más allá de por las sustancias ilegales que algunos presos consiguen introducir, la causa principal es la medicación legal que se le administra a los reclusos. Muchos presos requieren tratamientos psicológicos. Ansiolíticos, antidepresivos, benzodiazpinas… Pastillas, en definitiva, que colocan. ¿Cuál sería el escenario ideal para llevar el control de personas que toman este tipo de medicación? Médicos administrando diariamente las dosis que requieren los reclusos. También psiquiatras y psicólogos haciendo un seguimiento de los pacientescada día. Pero esto en España no funciona así.
Los recortes han provocado que muchas de las prisiones no tengan psicólogos ni psiquiatras. De hecho, algunas sólo tienen dos doctores de medicina general para atender a más de mil presos. Otras no cuentan siquiera con un doctor de guardia nocturna por si se diese cualquier emergencia. Así, si en algunos sitios ni las urgencias se cubren… ¿cómo se va a incorporar un equipo psiquiátrico? Sería un lujo.
Y lo mismo que no hay atención psiquiátrica diaria, tampoco hay administración de pastillas diaria. Eso deriva en un curioso y caótico sistema de reparto de pastillas: las drogas se dan los lunes. Es el día en el que en la mayor parte de las cárceles españolas se entregan cerca de 14.000 pastillas. Este reparto masivo provoca desbandadas generales, trapicheos, extorsiones, robos, mafias, sobredosis… Los lunes locos son jornadas negras en las prisiones por este reparto masivo de drogas. En otras se reparten los viernes con idéntico resultado.
El «Módulo Gremlin»
Otro de los parámetros por los que se puede medir la peligrosidad de un presidio es el número de presos conflictivos. Y aquí también manda Morón. La carcel sevillana se caracteriza por tener el número más elevado de España de ‘primeros grados’. Es decir: los presos más peligrosos. Están recluidos en un módulo de aislamiento al que llaman coloquialmente «Módulo Gremlin».
Ahora hay 53 reclusos, pero llegaron a haber más de 70. «Son presos que han violado, que han matado incluso a sus familiares. Es gente que se rasca el yeso de las paredes para metérselo por la nariz» explica un funcionario. Aquí estuvo recluido Fabrizio Joao, conocido como el preso más peligroso de España. En Cádiz intentó matar a cinco funcionarios. Luego estuvo en Galicia y también la lió varias veces. En la cárcel de Morón intentó cortarle el cuello a un funcionario. De ese perfil de presos, en esta cárcel sevillana hay más de medio centenar.
Estos factores hacen que sean muchos los funcionarios que quieren marcharse de Morón. Para evitar esta desbandada, durante varios años aquí no ha habido el denominado ‘concurso de traslado’, que es el sistema que tienen los funcionarios para cambiar de ubicación. Muchos de los que están se quedan obligados. Por esto mismo, Morón sigue siendo uno de los destinos más incómodos de España para los funcionarios.
A LAMA: PUNTERA EN CASI TODOS LOS RANKINGS
Es noche de Reyes en la cárcel de A Lama (Pontevedra). El regalo que reciben los funcionarios es el incendio de tres celdas. El fuego no es accidental; ha sido provocado por sus ocupantes. Presos que pretenden escapar, amotinarse o no se sabe bien qué. Ahora le toca a los trabajadores abrir las puertas, rescatar a los reclusos (que es la prioridad), sofocar las llamas y, en última instancia, salvar sus propias vidas. Porque en este tipo de episodios, el preso suele aprovechar el desconcierto para agredir al funcionario que ha ido a salvarle.
En el Centro Penitenciario A Lama pasan esas cosas. Es la cárcel gallega en la que están encerrados presos tan mediáticos como El Chicle, Rosario Porto o Sito Miñanco (que no pudo ver el estreno de la serie Fariña porque esos días estaba en aislamiento), y que ha tenido a otros muy conocidos como el criminal serbio Zeljko Raznatović ‘Arkan’, o el capo de la mafia rusa Alexander Kalashov.
La cárcel con más reclusos muertos
A Lama es la prisión de España con más muertes por causas no naturales en los últimos años: 56 desde el año 2000. Es la segunda en número de sobredosis después de Morón. Ambas contabilizan 38 casos, pero A Lama en 17 años y Morón sólo en 9. A Lama también es la segunda de España con mayor número de suicidios, con un total de 18. Es decir: este centro penitenciario es puntero en casi todos los rankings negativos.
¿Qué pasa en A Lama? Son varios los factores que la convierten en una cárcel peligrosa. El primero es la masificación: hay más de 1.200 internos, que es un número de personas superior a más de 30 concellos de Orense. Para vigilarlos hay poco más de 200 funcionarios, una cifra insuficiente a todas luces. Esto provoca que los presos se vengan arriba y generen numerosas escenas de violencia. Guardias noqueados, celdas ardiendo o peleas multitudinarias no son extraños en este centro de Pontevedra.
«Muchos de los presos que tenemos no deberían estar aquí, sino en centros psiquiátricos especializados», cuentan funcionarios, que achacan a esta mezcla y al consumo de drogas la mayoría de las peleas que allí se generan. «Los lunes damos 800 pastillas y se lían gordas».
Innovación = problemas
Curiosamente, uno de los generadores de problemas es la innovación.«Cuando una cárcel incorpora propuestas nuevas, como las cárceles acristaladas para vigilar a los presos más peligrosos, lo normal es que nos traigan precisamente a esos: a los presos más peligrosos. Y como aquí nos apuntamos a todas esas innovaciones, pues nos acaban trayendo a gente muy conflictiva», resume desde dentro.
ALBOLOTE: MUCHAS MUERTES Y ATAQUES A MUJERES
Andalucía es, sin lugar a dudas, la comunidad autónoma con una mayor conflictividad en las cárceles. Es difícil elegir cuál es la más peligrosa. Morón es un fijo, pero los penales de Alhaurín de la Torre en Málaga (tal vez el más anticuado), Algeciras (uno de los más conflictivos en los últimos tiempos) Córdoba o Puerto de Santa María (cuarto y quinto de España respectivamente en número de agresiones) tienen cifras de peleas, suicidios y sobredosis superiores a las de la mayor parte de España.
Otra de las que destaca es la granadina de Albolote. Una prisión con altos niveles de conflictividad. Aquí han estado presos conocidos como Santiago del Valle (condenado por matar a la niña Mari Luz), Toni Alexander King (el asesino de la Costa del Sol) o gran parte de la cúpula etarra.
Llama la atención el elevado número de internos muertos en esta cárcel en lo que llevamos de década. Entre suicidios, sobredosis y muertos naturales (que a menudo no son tan naturales, sino por infartos derivados del consumo de drogas o por peleas), han fallecido 52 reclusos desde 2010. Un porcentaje mayor incluso que el de A Lama, prisión que lidera el ranking luctuoso en cifras totales.
La influencia de las drogas
En Albolote tienen las mismas carencias que en el resto de las cárceles andaluzas: hay falta de personal, masificación y envejecimiento de la plantilla. También un problema de consumo de tóxicos. En esta cárcel, los días locos son los viernes, que es cuando se entrega la medicación en lugar de los lunes. Y las sobredosis son uno de los principales problemas de la prisión. También las peleas por dichas sustancias. Son algunos de los motivos por los que se producen tantos fallecimientos.
Otra particularidad clara, es que es el presidio donde más agreden a mujeres funcionarias. 22 en los últimos años. Cuentan funcionarios de Albolote que esto se debe a la peligrosidad de las internas que llegan a esta cárcel. Y a que, al tratarse de una prisión antigua, sigue habiendo escala de género. ¿Qué significa esto? Que las mujeres funcionarias están vigilando a mujeres y los hombres a hombres, cosa que no sucede en las nuevas prisiones tipo, donde también hay hombres en los módulos femeninos. «Aquí recibimos a las peores reclusas de España. Muchas de ellas lo tienen todo perdido y no les importa que les aumente la condena por agredir a alguna funcionaria».
CONCLUSIONES
Son cinco prisiones en el ranking, pero no existe tantas diferencia con las demás: el estado de las cárceles en España es malo. Otros penales, como el de Córdoba o el de Puerto de Santa María tienen cifras muy altas de agresiones. El que ha liderado esa clasificación en 2017 ha sido el de Palma de Mallorca. El de Alhaurín (Málaga) está anticuado y, por ejemplo, las aperturas sin manuales. En el de Topas (Salamanca), que es donde más teléfonos móviles se requisan, faltan muchas plazas por cubrir. En el de Botafuegos (Algeciras) sin ir más lejos, esta misma semana se han encontrado a dos presos muertos dentro de sus celdas.
El problema principal es la falta de personal. Eso genera un efecto dominó: si hay menos vigilancia, hay más agresiones, más trapicheo, más extorsiones… Y falta personal en todas las áreas, no sólo en vigilancia. Faltan facultativos que cuiden de presos muchos con enfermedades crónicas. Falta personal de limpieza, y eso hace que fregar los presos y accedan de este modo a lugares a los que no deberían entrar. Falta personal… y el que hay está mayor. La plantilla envejecida es otro de los grandes lastres del personal de prisiones. La media de edad es de 54 años. Si hay pocos y encima son mayores, la seguridad queda cada vez se complica más.
A eso se le suman los bajos sueldos. «Poco nos pagan por el riesgo que corremos. Nosotros abrimos la celda desarmados para que el preso vaya a desayunar y no sabemos si ese día se le habrá cruzado la cabeza y nos querrá matar», apunta un trabajador.
«Son datos objetivos: hay 3.493 plazas vacantes que no se cubren. Eso nos deja en una situación de abandono que pone en peligro tanto a funcionarios como a los propios presos. Porque hay que garantizar la seguridad y así es casi imposible. Estamos en el peor momento», reclama José Luis Pascual, presidente del sindicato ACAIP.
Luego, los funcionarios salen de la zona de peligro a la que pueden. Cuando acreditan bastantes años en vigilancia, pasan a la denominada «segunda actividad». Eso significa que pasan a realizar tareas administrativas. Así, cada vez hay más gente en oficinas y cada vez menos vigilando. Y las plazas públicas salen con cuentagotas.
El sindicato justifica las movilizaciones y huelgas del sector en los últimos tiempos. Unas protestas que además vez han acabado en duros enfrentamientos con las autoridades: «No estamos pidiendo más dinero. Estamos pidiendo condiciones de trabajo más dignas. Más seguridad para todos. Estamos pidiendo dignidad», aclara Pascual, que además hace hincapié «en el estigma que hay sobre los funcionarios de prisiones. A pesar de las condiciones pésimas en las que estamos trabajando, a pesar de que arriesgamos nuestra vida con este trabajo, enseguida nos llaman torturadores», lamenta.
Personas especiales (una anécdota para acabar)
Cuentan que una vez se puso enfermo un conocido preso balcánico que estaba encarcelado en España por numerosos asesinatos. Fue atendido de forma muy amable por una facultativa de prisión. Hubo muy buena sintonía entre ambos. Él, agradecido, le prometió que cuando cumpliese los 15 o 20 años de condena y saliese de allí, tomarían juntos una cerveza. Ella le respondió que estaba casada. El preso, pasándose un dedo por el cuello, le replicó: «Tranquila, de tu marido me encargo yo».
«Es una anécdota que ilustra lo especiales que son las personas con las que trabajamos«, relata el funcionario que la explica. «Son capaces de robar, de asesinar, de perder la cabeza, de cargarse a alguien porque le gusta su pareja. Es con lo que tenemos que lidiar cada día. Es el peligro de ser funcionarios de prisiones. Pero en el fondo son personas. Lo que quieren es cumplir su pena y largarse a su casa; no buscarse problemas en la cárcel. Quieren un entorno seguro. Para eso hacen falta unas condiciones dignas en los centros penitenciarios. Un escenario en el que estemos todos seguros. Y ahora mismo no lo tenemos. Ni ellos, ni nosotros».
FUENTE: ELESPAÑOL