INGRESOS EN METÁLICO LLOVIDOS DEL CIELO PROTECTOR DE LOS MISTERIOSOS CORRUPTORES

 

Es tal el escándalo, el ir y venir de maletines, de lobbys promotores de negocios del ladrillo de oro, el impuesto revolucionario del tres por ciento de los empresarios catalanes que ahora alimentan a los desterrados auténticas mafias de cuello blanco que hace años el fiscal superior de Murcia, López Bernal, prometió cortarle las alas a esos pájaros marinos de plumas blancas y desde entonces vestidos de buitres, comenzando inmediatamente la caza de fiscales rebeldes, jueces vituperados y periodistas cercados o abriendo las puertas a los púnicos.

 

La cruda realidad es que la financiación de los partidos, de sus gentes, empleados, gerentes maniatados y donaciones amontonadas en los zulos urbanos y los cotos de caza donde se hacen planes que huelen a gloria, es gran parte del todo de esas organizaciones oscuras que llegan a dar la mano a la veintena de mafias que operan en España y en el resto de Europa. Tocarles los testículos a los partidos, las cajas B, es hundirlos en la miseria, porque de esas cuevas se pagan esclavos, empleados, mercenarios, medios de información fuertemente penetrados en las redes sociales y se presta dinero a las grandes figuras de los partidos para hacer reformas millonarias en sus modestos hogares familiares y hasta celebrar una primera comunión por todo lo alto. No se privan de nada y se ponen como energúmenos cuando el poder judicial intenta tirar de las sucias mantas, sean del bipartidismo o de las hordas bárbaras espléndidamente subvencionadas por los fondos secretos y reservados de naciones en guerra de civilizaciones, que es mentira, sino de poderes. El estallido, los últimos, en nuestra nación y ahora en Italia – cuando se cumple el cuarenta aniversario del asesinato de Aldo Moro que dió paso en una alegre primavera al apostólico de Berlusconi, accionista de medios de prensa españoles, sectas – no es un problema solo de la Justicia, sino de supervivencia y ajustes de cuenta de los  que se amontonan para violar la Constitución y dejarla preñada de viejos rencores, venganzas, desigualdades y angustias. Y son ellos, con o sin Rajoy, con Zapatero o sin él y así, desde la muerte del dictador, los que han, primero, prostituido a la nación y en los  últimos veinte años, en plena crisis económica,  tratando de domesticar al pueblo español plantando la ignorancia como arma de destrucción masiva, cuarenta y dos millones de españoles y españolas, excepto los separatistas instalados en otro comedero. Yerran los que creen que Rajoy es el único motivo para descabalgarnos del caballo europeo, no es del todo cierto, si pero no. Ha tocado estampida. La «Operación Troya» no es una batalla en suelo español, es universal, lo saben las élites claves, y saben que es una guerra total. Ha sido explicada a la perfección por el Papa Francisco que tiene el mejor servicio de inteligencia internacional, en una aldea de los Andes bolivianos o en el mismo corazón de la City londinese y hasta en el rincón murciano de Lo Poyo en donde se planificó el asalto de las cloacas. Se lo explicó Churchill al genocida de Stalín, cuando este le preguntó al primer ministro británico que cuántas divisiones tenía el Vaticano: «No se lo puede imaginar, camarada. Ocurre que como usted señor Stalin no cree en el Espíritu Santo ignora que la Confesión es más que un sacramento intocable desde el Concilio de Nicea», fue la respuesta del supersabio que escribía a Franco aconsejándole que no entrara en guerra, y no el señor Serrano Suñer. Nos lo contaba  el presidente Calvo Sotelo, un excelente político pero no preparado para gobernarnos, quizás si en Holanda o en Finlandia, riéndose, mientras  apuntalaba lo del político inglés afirmando irónicamente que los fracasos de los comunistas son debidos a «lo ruidosos que han sido, y a que los secretos de confesión que logran proceden de  interrogatorios  parecidos al tercer grado norteamericano».   

 

 

Lo de FRANCOLAND como nos llaman los ultras europeos de los dos extremos, lo mismo sube en globo soplando Pedro Sánchez, que baja tirando de la birlocha Rajoy y Pablo Iglesias. Escribe Paco Rosell, director de EL MUNDO nuevo que quien lo entienda que nos lo explique. «Fuera máscaras y que cada cual vaya a cara descubierta, sin subterfugios, se confiese  y pida el voto ciudadano. España parece el cántaro del Talmud. Si la piedra cae sobre el cántaro, desdichado cántaro. Y si el cántaro cae sobre la piedra, desdichado cántaro, de cualquier manera siempre es el cántaro el que se lleva la peor parte». Y apunto enrabietado, somos los cántaros de España, con un Rajoy que ha perdido el camino, pero  resiste en el blocao rifeño para no desanimar al pueblo soberano, como si fueramos una manada de cantamañanas idiotizados por las hazañas del Real Madrid, Barcelona y At. de Madrid, el mismo truco franquista de las dictaduras y las democracias populistas apestando a chalets de lujos para todos. El presidente ha envejecido, pero ante el temor próximo de no tener para vivir dignamente con la pensión desea ser eterno el butacón de La Moncloa, caso radicalmente contrario a LO DE MURCIA, donde el sol de la honradez reluce, nadie ha pisado una cárcel tan moderna como la de Campos del Río, gozar de un delicioso baño en las aguas limpias del Mar Menor o en la Bahía de Portmán o en la olorosa balsa Yenny que repartió pingues beneficios o caminar, un fin de semana, hacia esa Feria Universal de la Paramount Picture que fue levantada como joya de la corona de la estirpe real de Valcárcel o la espactacular Nueva Condomina que impulsó al Real Murcia a pisar terrenos de Primera División gracias a los ímprobos esfuerzos del alcalde Cámara y los dineros del difunto Jesús Samper. Nada, Murcia es un gigantesco solar achicharrado en el que afortunadamente la Justicia no ha tenido exceso de trabajo en un campo que fue de margaritas, limoneros y árboles  frutales hoy transformado en un paraíso turístico de aterrizajes con pistas que alegren las neuronas de la megalomanía de un genio que ha situado a la región entre las cuatro más pobres de la Unión Europea, según mienten «esos gentuzos del periodismo», que informa que no existe la corrupción sino que medran los mejores instalados. Hay que saber marcharse, pero eso, en la España actual, sería un don de dioses. En la Comunidad Autónoma de Murcia, un milagro, pues aquí es cuestión hereditaria, nepotismo y cacicato histórico, como explico en mi libro a punto de estar en las librerías. Me permito invitarles a tirar de la cometa de papel, una birlocha en libertad que sube como MURCIA TRANSPARENTE, viento en popa a toda vela.Que dios nos coja confesados, hermanos y compadres nuestros.

 

 

 

J.J. CANO VERA