Massimo Borghesi es un profesor de filosofía en la Universidad de Perugia, especialista en filosofía alemana y en estudiar el nihilismo y la secularización. Ha escrito obras como «Sin ataduras: fe y política en el mundo líquido, los años de Benedicto XVI». Ahora está en España presentando su libro Jorge Mario Bergoglio: una biografía intelectual (Encuentro). Pero ¿cómo ha pasado del denso pensamiento germánico del profesor Ratzinger a apasionarse por la enseñanza del Papa argentino?
«Yo buscaba entender por qué Bergoglio emitía esos juicios. Cuando era el joven provincial de la Compañía de Jesús, tenía 36 años, en Argentina, en unas situaciones dramáticas, con la derecha militar, la izquierda revolucionaria, la Iglesia dividida, ¿cómo pensaba Bergoglio? Descubrí que él aprendió a ver a la Iglesia como una unidad de los opuestos, una unidad dramática, no estática. Me asombró. Es un pensamiento original. Y quise investigarlo másy ver como lo aplica a la vida eclesial. ¿Qué autores le formaron ahí? Tenemos a Romano Guardini, que escribió de las oposiciones polares de la vida. Pero, ¿antes de Guardini?»
Borghesi habló entonces con el mismo Papa Francisco, quien le explicó que el autor que le influyó y formó más fue el jesuita francés Gaston Fessard. Este autor publicó en 1956 La dialéctica de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Francisco explicó a Borghesi que la ha leído «muchas veces» y que «me dio muchos elementos que se mezclaron después».
Fessard era amigo del filósofo jesuita Henri de Lubac y un estudioso del aleman Hegel y su dialéctica, aunque el Papa Francisco insiste en que «Fessard no es hegeliano aunque pueda parecerlo». A su vez, Fessard se inspiraba en el filósofo católico francés Maurice Blondel. «Pertenece a la veta de los jesuitas blondelianos de la Escuela de Lyon», explica Borghesi, aunque añade que «la influencia de Blondel sobre Bergoglio es influencia de segunda mano».
De la lectura fessardiana de los Ejercicios espirituales, Bergoglio escribirá una de sus líneas de pensamiento: «tendiendo a lo que está más alejado, preocuparse de lo que está más cerca». Así, Ignacio quería que su cuerpo reposara en Roma pero que sus hijos llegaran a los países más lejanos. Y vemos al Papa Francisco viajar a lugares remotísimos («periferias») mientras visita parroquias romanas y come en el comedor de Santa Marta con todo tipo de visitantes. «Es hacer las cosas pequeñas de cada día con el corazón grande y abierto a Dios y a los otros», explica el Papa.
Para el Papa, es importante la famosa frase de San Ignacio: «esfuérzate como si dependiera todo de ti, pero confía y espera como si todo dependiera de Dios». Eso da pie a hablar de una teología del «como si». Pero esa relación entre lo que depende de Dios y lo que depende del hombre «no es una fórmula petrificada», dirá Francisco, «no podemos decir: ‘hasta aquí actúa el hombre, ahora que actúe Dios'»; en cualquier caso, el hombre ha de esforzarse y saber que sin Dios nada puede: «esfuérzate como si no hicieras nada sino que solo Dios lo hiciera todo«, es su forma de entenderlo.
Por lo tanto, la vida cristiana es tensión, drama, pregunta continua a Dios. Y el Papa defiende así un pensamiento «en tensión», no una ideología de recetas cerradas.
Superar la dualidad: lo global y lo hispano, la moral y el kerygma…
Borghesi tiene así una clave para explorar el pensamiento de Francisco en distintos ámbitos: entender el Concilio Vaticano II como superación de la Ilustración, estudiar la idea de Patria grande latinoamericana frente a la globalización, el equilibrio entre la moral y el kerygma en la evangelización de nuestra época…
«Quizá muchos lectores deberían empezar a leer el libro por los tres capítulos finales, que hablan de su aplicación en nuestros días, en nuestro mundo», explica el autor italiano.
El libro se dirige «a todos los legitimamente interesados en entender las posiciones de la mayor autoridad moral del mundo de hoy, y por supuesto de los católicos, que quieren saber la posición real del Papa, más allá de las leyendas de la izquierda o la derecha. También los no creyentes pueden así acercarse a una personalidad compleja, de gran inteligencia y un gran testimonio espiritual, un gran hombre de paz».
Que los polos no sean enemigos: hacer paz
«También para mi fue todo un descubrimiento. He podido profundizar en el pensamiento de autores católicos latinoamericanos como Alberto Methol Ferré, que lo conocía personalmente, como amigo, pero no su pensamiento, que es de primer nivel. Es todo un filón el del pensamiento dialéctico católico, Lubac, Guardini, Fessard… un pensamiento de paz, que busca que los polos no sean enemigos, que se complementen, gracias al Espíritu Santo, un factor de armonía. Por eso, en un mundo que después de 1989 vuelve a dividirse otra vez, Francisco busca unir los actores del mundo, no solo a la Iglesia. Hay quien quiere separar a los cristianos, o a este Papa de otros, y esa división es nefasta, no es obra del Espíritu».
FUENTE: RELIGIONENLIBERTAD