Tiene el aspecto del típico universitario alemán -pelo corto y rubio, vaqueros, sudadera y zapatillas de deporte-, pero detrás de su rostro aniñado se esconde el líder de una campaña que puede desatar una tormenta política en toda Europa. Como máximo dirigente de las juventudes del Partido Socialdemócrata (SPD), Kevin Kuehnert es la fuerza impulsora de una ‘operación’ para torpedear el acuerdo entre su partido y los conservadores de Angela Merkel para formar gobierno, una posibilidad que tendría consecuencias de enorme calado para la UE.
Si este licenciado en Ciencias Políticas y Sociología de 28 años logra su objetivo, los 463.723 militantes del SPD rechazarán este domingo el pacto de coalición y Alemania se sumirá en una grave crisis política, después de que la locomotora económica europea lleve meses intentando formar gobierno. Así, la Unión Europea deberá seguir esperando al fin de la parálisis en Berlín con varios frentes abiertos: la reforma de la eurozona, el avance en la integración, las negociaciones del Brexit, las relaciones con Rusia…
Kuehnert lleva semanas inmerso en una gira por todo el país -bautizada #NoGroko- con un mensaje claro: el partido necesita volver a sus raíces socialistas y debe rechazar un nuevo compromiso con Merkel. Y el hecho de que el SPD haya pagado en las urnas las tres ocasiones en que ha entrado en el Gobierno como socio minoritario –en septiembre obtuvo su peor resultado en unas generales desde 1949– respalda su argumentación. «Hay toda una generación en Alemania que no ha conocido otra cosa que Angela Merkel como canciller. Ha crecido con la sensación de que hay alguien en lo más alto de este país que retrasa permanentemente decisiones sobre cuestiones importantes», declara Kuehnert a ‘Associated Press’ en la sede de su partido.
Natural de Berlín, se unió al SPD en 2006, cuando todavía era un adolescente. Sus padres son empleados en el Ayuntamiento y él trabaja a tiempo parcial como miembro de la legislatura estatal de la capital cuando no está recibiendo clases ‘online’ de la Universidad de Hagen. También pertenece a un consejo de distrito local en el barrio de Tempelhof-Schoeneberg.
El principal argumento de Kuehnert es que solo haciendo oposición lograrán los socialdemócratas impulsar las políticas que estimularán a sus bases y permitirán recuperar el apoyo perdido. No obstante, el rechazo de los militantes al acuerdo puede desatar una cadena de acontecimientos. Primero, Merkel se verá obligada a formar gobierno en minoría, una opción que la canciller ha rechazado desde hace meses, o Alemania estará abocada a unas nuevas elecciones. Los Jusos no consideran una temeridad su postura, ya que a su entender no implicaría la convocatoria de nuevas elecciones –con el consiguiente peligro de un resultado aún peor para el SPD, tras haberse hundido en las generales hasta su mínimo histórico, un 20,5%-. Existe la opción de un gobierno en minoría liderado por Merkel, con apoyos puntuales del propio SPD, según Kuehnert, para quien, de limitarse a sumar una gran coalición tras otra, su formación corre el peligro de caer en la «irrelevancia política».
Por ello, el pasado mes decidió convertir el descontento de su generación en activismo y se embarcó en la «gira no-groko» por todo el país con más de dos docenas de mítines en los que predica que Alemania no puede permitirse otros cuatro años de «parálisis». «A la gente le tranquiliza que en estos actos hablemos abiertamente de los asuntos que realmente importan», dice Kuehnert, para quien dichos asuntos, el «núcleo» de las políticas socialdemócratas, son los precios de la vivienda en las grandes ciudades, mejorar el sistema sanitario o reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres.
A punto de culminar la consulta entre su militancia, la cúpula del SPD insistió hoy en que rechazar una gran coalición implica ir a nuevas elecciones. «No habrá ni un gobierno de minoría ni una nueva negociación de la coalición ‘Jamaica’, sino nuevas elecciones«, apuntó el vicepresidente del partido, Thorsten Schäfer-Gümbel. El domingo se verá quién ha convencido a las bases y si Bruselas debe seguir suspirando por un acuerdo en Berlín.