En su discurso en el desayuno informativo del 9 de enero, Pedro Sánchez dijo 11 veces la expresión «nuevo PSOE». Entre la audiencia, algunos veteranos del partido las iban contando y se iban irritando. Compartían el número total por whatsapp con otros colegas. La sensación de estos cuadros es que la intención de la dirección es dejar atrás al «viejo PSOE».
Los cuadros no son los únicos que se quedan por el camino. Entre los académicos que ayudaban al partido también hay más cautela a la hora de hacer visible su colaboración, cuando la hay. Los tumultuosos años recientes, los procesos divisivos de primarias, la aparición de dos partidos nuevos y la falta de perspectiva de gobierno son los factores que complican la recapitalización de un partido histórico.
El esfuerzo de renovación es transversal, pero en estos primeros meses se ha visto más en la secretaría de Economía, que dirige Manuel Escudero. Este economista apoyó la candidatura de Sánchez en las primarias de 2017 desde el principio, cuando su proyecto era más endeble. La secretaría de Economía es un premio y su regreso al PSOE por la puerta grande tras una década ausente.
Escudero fue asesor de Presidencia en los 80 y jefe de programa del candidato Josep Borrell en 1998-9. En sus primeras decisiones ha optado por equipos renovados: «Trabajan con la Secretaria varios grupos de gente joven a quienes les distingue su valía, su visión y su capacidad de producción y diálogo», dice. El corte con el pasado no es tajante, pero la orientación es claramente nueva.
«Aquí no hay minesotos, fedeos ni Sevillas», dice uno de los colaboradores actuales. La frase es más ilustrativa de una tendencia que precisa. Se refiere a las cercanas familias de economistas que han pasado por el partido desde la llegada de Zapatero. Los «minesotos» son economistas vinculados al ex ministro Miguel Sebastián, que estudió en aquella universidad. Fedea es un think tank económico español y Jordi Sevilla fue secretario de Economía en la ejecutiva y ministro de Administraciones Públicas con Zapatero.
Esta visión coincide con la de otros expertos que colaboran con Escudero: «Ahora unos son militantes pero no eran del aparato ni estaban en el planteamiento habitual del partido y otros son simpatizantes sin más, pero no hay familias tradicionales del PSOE», dice un ex alto cargo. Uno de los recién incorporados reconoce que hay una descapitalización obvia por dos motivos: «La desaparición de la vieja élite dirigente socialdemócrata y la guerra civil en el partido». En ambos casos, han pedido anonimato porque no quieren que sea pública su colaboración con el PSOE.
Los mini think tanks
EL PAÍS ha preguntado a ocho ex altos cargos económicos del PSOE si habían hablado con Escudero. En todos los casos menos dos lo habían hecho, pero solo en encuentros informales, sin ningún objetivo político claro. ¿Cómo son los nuevos? Junto a Escudero hay unos 50 economistas organizados en al menos cinco mini think tanks, donde se debate mucho y se decide poco: los grupos son de macroeconomía, fiscalidad y presupuestos, regulación, economía europea y banca pública. La voluntad es aumentar el número de grupos. En secretarías de Economía anteriores, con más competencias, el número de grupos de trabajo rondaba los 130, que suponían fácilmente más de 300 personas.
Escudero pide tiempo. El objetivo por ahora es marcar perfil con propuestas llamativas que den color al partido y ayuden a recuperar votos perdidos por el lado de Podemos, más que elaborar los detalles de una proposición de ley o crear una columna troncal de cara a las elecciones. Para eso no es necesario un trabajo muy concienzudo. En esta línea se enmarcan los dos impuestos a la banca y la propuesta de gratuidad de las matrículas universitarias.
Hay sin embargo indicios que apuntan a que esta tendencia se ve como un problema que debe corregirse. «Todo el mundo pasa cuarentenas», dice uno de los colaboradores actuales, que añade: «Una cosa es que los conflictos en el partido sean disparatados y otra que el PSOE no demuestre inteligencia emocional y aproveche su capital humano en materia de economía».
Escudero defiende que la petición del último Congreso del partido fue en la línea de construir una nueva socialdemocracia, distinta, pero dice que consultará más cuando se acerquen las elecciones: «Aquí no existe veto a nadie. Mi intención es hablar con todo el mundo y no abandono la esperanza de convencer a algunos que pertenecen a ese 30% que mantuvieron otra posición política en el 39 Congreso», dice.
Desde la dirección del partido, hay movimientos que inciden en un proceso de apertura. Pedro Sánchez ha vuelto a retomar por su cuenta los contactos con Jordi Sevilla y con empresarios, sobre todo por ahora del sector financiero. Escudero ha recibido también el encargo de formar un consejo asesor de Economía que permita darle más empaque a su labor. Fuentes de la dirección del partido han tenido a bien insistir para este artículo que «la política económica del partido la marca Manuel Escudero y tenemos toda la confianza en sus decisiones».
La prudencia de los expertos
Esta descapitalización es un proceso más importante de lo que parece. Un partido político no es una máquina de producir ideas ni propuestas. En Ferraz no hay un cuerpo de técnicos que sostengan intelectualmente el aparato. Los nuevos expertos no solo deben disponer de conocimientos y buena fe, sino tiempo para escribir papeles para ruedas de prensa o enfoques. En un proceso de empobrecimiento de los grandes partidos que empezó hace años, apenas hay economistas, juristas o biólogos asignados a las áreas de la ejecutiva, más allá del propio secretario y de un coordinador, que no siempre es técnico. Uno de los nuevos colaboradores del partido recuerda con esta metáfora su primera reunión: «Vas a Ferraz pensando en encontrar una estructura de gente acorde con el primer partido de la oposición, pero levantas la cortina, te asomas y solo ves el abismo».
El encargo de ampliar el capital humano se da también en otras áreas. Pero no es lo mismo recurrir a viejos cuadros leales al partido que ir a buscar talento entre simpatizantes con carreras y metas propias. Un politólogo de una institución pública prominente admite contactos con una área de la ejecutiva que le quiere mandar documentos y explicarle qué hacen. Pero es reticente a acceder, aunque tampoco quiere dar su nombre aquí para no perder toda esperanza. La falta de continuidad por las batallas internas no ayudan: «El recorrido mío como colaborador del PSOE sería hasta las próximas primarias porque este secretario puede ser fulminado, así que no voy a perder el tiempo haciendo un plan de 10 años para la industrialización», dice.
Pero no es el único motivo. La lejanía del Gobierno también es un obstáculo: «Cuando no tienes capacidad de Gobierno, ¿qué significa diseñar un plan económico para el próximo Congreso federal?». El futuro incierto junto a las propuestas que hasta ahora se han ido viendo le llevan inevitablemente al escepticismo: «Si ves las propuestas económicas del PSOE en los últimos 5 años, ha habido de todo». Las batallas internas tienen a la fuerza sus consecuencias más allá de los cuadros que se pelean directamente: «Conseguir a 4 expertos que te hagan un plan para conseguir luchar contra el paro es fácil. Pero 10 economistas del trabajo buenos que te hagan tener una postura fija sobre los temas de agenda, cuesta más», añade.
La bondad de estar cerca de un partido como el PSOE para hacer avanzar una carrera era algo que tradicionalmente se ha usado como anzuelo. Pero ya no es un recurso tan sencillo. Una politóloga recuerda una reunión en 2010 dirigida por un alto cargo del Gobierno, donde se les dijo: «Aquí no os vamos a pagar nada, pero quien sabe si de aquí saldrá un ministro». El comentario sentó mal, porque era gente ya colocada que solo creían en un proyecto. Esa misma politóloga ve hoy que el PSOE no es capaz de atraerle: «La facilidad que tenía el PSOE para atraer a intelectuales se ha vuelto más difícil, por culpa del desprestigio y porque el partido se ha replegado».
Por si fuera poco el espacio socialdemócrata se ha visto invadido por otros protagonistas: «Ha habido una implosión del espacio socialdemócrata. Cuesta más entre los académicos salir como cercanos al PSOE, porque incluso si se identifican como socialdemócratas hay otras opciones, como Podemos o Ciudadanos. Algunas políticas de Ciudadanos, por ejemplo, pueden parecer más modernas, innovadoras o consistentes», dice Pau Marí-Klose, sociólogo y actual asesor externo del PSOE. Una de las ventajas decreciente del PSOE respecto a Podemos y Ciudadanos es su experiencia y su capital humano.
FUENTE: ELPAIS