ÁNGEL MONTIEL

 

La alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, probable competidora de López Miras en el congreso regional del PP, lidera en la práctica a las Nuevas Generaciones de su partido, razón por la que el aparato no se decide a convocar un congreso de esa organización y prefiere mantenerla con una gestora nombrada a dedo y presidida por el favorito del presidente.

La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, diagnosticó Bernard Shaw, pero mientras dura, dura. Que se lo digan a Fernando López Miras, quien debe estar pasmado ante la ingobernabilidad de la sección juvenil, Nuevas Generaciones (NN GG), del partido que preside, encomendada a una gestora por mucho más tiempo del que prescriben sus estatutos (rige desde 2018, nada menos), una gestora que desde ayer mismo ha debido ser prorrogada con un nuevo equipo ante el temor de que la celebración de un congreso elija una dirección que no esté en sintonía con la actual del PP.

El lector me perdonará que incurra hoy en un asunto aparentemente trivial como es el de las Juventudes del PP, una organización satélite con una militancia escasa y concebida para aplaudir las iniciativas del Gobierno regional, como ocurrió hace unos pocos días con las medidas sobre vivienda, a la que fueron llamados insistente y obsesivamente los jóvenes del partido para que arroparan a su presidente en tal anuncio, con escaso resultado presencial. 

Pero es que lo que está ocurriendo en Nuevas Generaciones es altamente demostrativo de que López Miras no lo tiene todo atado y bien atado en el PP y que la alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, está más infiltrada en el tejido de la organización popular de lo que los dirigentes del partido y miembros relevantes del Gobierno admiten. 

¿QUÉ PASA CON PATRICIA? Uno es de natural ingenuo, y en algún momento he llegado a creer lo que los dirigentes populares responden cuando les pregunto por Patricia Fernández. «¿Qué pasa con Patricia?», dicen como sorprendidos, «es una excelente alcaldesa de Archena, ¿ocurre algo con ella?». En tales casos me veo obligado a refrescarles lo que podríamos llamar ‘la memoria implícita’, pues es cierto que en ningún lugar está escrito que la archenera se disponga a competir con López Miras por el liderazgo del PP en el congreso regional de abril o mayo próximos, pero el supuesto, aunque ella todavía no lo haya admitido, está en la mente de todos. 

Y así, cuando pasamos del fingimiento retórico a la aceptación de la realidad, las tesis que se me exponen son de rondón: Patricia carece de apoyos orgánicos más allá de algunos descolocados en municipios en que el PP está en la oposición, y quien más la jalea es la ‘vieja guardia’ que ya carece de influencia entre la militancia (Valcárcel y Barreiro) más Cámara a su modo,en este último caso como pieza de intercambio para influir en el partido a fin de que no se proclame a su sucesor en la alcaldía de Murcia, Ballesta, como candidato electoral, algo así como «si renováis a Ballesta, pongo mis pedáneos al servicio de Patricia». También se alude a que López Miras está consagrado desde Génova a través de Teodoro García (quien ayer renovó su condición de padre: felicidades) y el aparato nacional no va a permitir veleidades en Murcia. 

Todo esto es muy convincente, en apariencia. Pero las apariencias engañan. Si fuera como dicen, no exhibirían temor alguno a la posibilidad de que Patricia Fernández compitiera por el liderazgo, pues de hacerlo ésta y tan seguros que están ellos de disponer de la mayoría, la escenificación de la pugna vendría a legitimar con más entidad el liderazgo de López Miras, del mismo modo que Casado consolidó el suyo al alzarse con el triunfo frente a dos pesos pesados como en su día eran Sáenz de Santamaría, apoyada ésta desde las bambalinas por Rajoy, y Cospedal. Es siempre mejor vencer en un congreso abierto que dar la impresión de que caes en una mullida cuna depositado desde el cielo madrileño.

EL ABANDONO DE NN GG. Y aquí es donde viene a cuento la crisis de Nuevas Generaciones. Las terminales del partido han detectado que el candidato en mejores condiciones y con más apoyos en esa organización es Aitor Jiménez, concejal en el ayuntamiento de Jumilla ,y que éste podría beber los vientos por Patricia Fernández. Esto último, entre otros motivos, se podría deber a que en el ámbito de la organización juvenil se detecta una sensación de orfandad respecto al partido, y muchos entienden, a juzgar por su activismo abierto en redes sociales, que López Miras no ha cuidado de ellos, a pesar de que él mismo procede de ese núcleo, y una de las pruebas más evidentes es que Nuevas Generaciones permanece bajo una gestora mucho más tiempo, no solo de lo que permite su reglamento interno, sino de lo que es normal en una organización política. También puede tener que ver el hecho de que el anterior presidente de la gestora, Fran Sánchez, mantuviera la organización en modo letargo mientras él resolvía su futuro profesional en supuesta compensación por promesas políticas frustradas. De hecho, se le ha forzado a dimitir de la presidencia de la gestora para poder renovarla y no ir necesaria y automáticamente a la celebración de un congreso. Es un truco más o menos habilidoso que se salta las propias normas de la organización: una gestora no puede permanecer en activo más allá de seis meses, pero si dimite la dirección de la misma puede renovarse con un plazo similar. Y el tal Fran Sánchez ha obedecido las indicaciones de su partido por el interés que le toca después de haberse mostrado inhábil en una histérica presión contra Aitor Jiménez para que olvidara su intención de concursar en un congreso que, según se comenta entre sus partidarios, produjo en el jumillano una reacción de ansiedad que lo condujo a una hospitalización.  

Sin embargo, a diferencia de todos estos enjuagues, Patricia Fernández ha cultivado a las juventudes de su partido (no hay más que ver la satisfacción que muestran por el acto celebrado en su municipio de la campaña de afiliciación que se desarrolla bajo el lema ‘Jóvenes por la Libertad’). Sin duda, dicho acto fue el detonante para que el aparato del partido se lanzara contra Aitor Jiménez y le advirtiera que tenía que retirarse, una vez desplazado Fran Sánchez de esa función por su evidente inutilidad al efecto. 

EL CANDIDATO DE LÓPEZ MIRAS. López Miras dispone de su candidato a la dirección de Nuevas Generaciones, el aguileño Antonio Landáburu, que ayer mismo fue designado presidente de la nueva gestora por la presidenta y el secretario general nacionales, Beatriz Fanjul y Carlo Angrisano, respectivamente, quienes se desplazaron a Murcia para cerrar la operación, que después fue celebrada en una comida con los dirigentes municipales de la organización en el restaurante El Rincón Murciano. Previamente a esto, ambos dirigentes nacionales se entrevistaron con Aitor Jiménez y le garantizaron que en el plazo de seis meses (esta vez sí, desde 2018) se celebrará un congreso de Nuevas Generaciones con todas las garantías, al que el jumillano podría presentarse. 

Esto significa, visto desde fuera, que la nueva gestora junto a la dirección nacional de las juventudes y la dirección regional del PP van a trabajar duramente y contrarreloj para rebajar los apoyos que en los distintos municipios de la Región ha alcanzado el concejal de Jumilla, a quien se identifica como partidario de la alcaldesa de Archena. Una clave es que en seis meses nos ponemos en abril de 2022, fecha en que podría o debería celebrarse el congreso regional del PP, una pasarela para López Miras en caso de no disponer de oposición, ya que ha nombrado previamente a la junta directiva del partido, de modo que se prevé como un ceremonial sin novedad en el frente.

 A López Miras le interesaría que su congreso fuera por delante del de Nuevas Generaciones, para recibir el apoyo de esta organización, dirigida por la gestora de Landáburu y no por una presidencia democráticamente constituida cuyo titular fuera Aitor Jiménez, cuyo respaldo no tendría necesariamente asegurado, pues hoy por hoy sospechan que se inclinaría por Patricia Fernández si ésta diera el paso, como se prevé que lo dará. 

PATRICIA Y GUARDIOLA, EN JUMILLA. Prueba evidente de la sintonía entre la archenera y la mayoría de Nuevas Generaciones es el acto de la misma campaña itinerante ‘Jóvenes por la libertad’ celebrado en Jumilla al que asistieron miembros de la organización juvenil de distintos municipios. Allí estaba Patricia Fernández, en el centro de la foto. Pero también acudió, en labores de observadora tal vez antes que de comisaria oficial del partido, la portavoz regional del PP, Miriam Guardiola. Las fotos que han corrido en redes de ese acto, como la que acompaña a este artículo, demuestran que los miembros de NN GG prefirieron compartir las que se hicieron con Patricia Fernández. 

En Jumilla, Aitor Jiménez expuso su posición y la de los suyos en tres capítulos: ilusión, libertad y democracia, subrayando implícitamente que el ‘partido de la libertad’, como de manera extremadamente autosatisfactoria se define el PP, no debería limitar la de sus militantes para concurrir a órganos de dirección y menos aún debería obviar los mecanismos democráticos en todos los procedimientos internos. La réplica de Guardiola incluyó un cuarto concepto, dando por sentado que aceptaba los tres anteriores sin prueba alguna de que no fuera retóricamente: lealtad. Esto prueba que la portavoz del partido no entiende a estos jóvenes, pues la lealtad ha de ser siempre a la democracia antes que al dedo de quien te desiga. Si por pedir democracia interna eres desleal al partido, lo que se deduce es que el partido es desleal a la democracia.

Lo expresivo de lo que está ocurriendo con las Nuevas Generaciones del PP es que en el partido del Gobierno bullen aguas revueltas y que éstas son visibles por la importancia que se les da desde el propio aparato. Si Patricia Fernández fuera tan irrelevante como presumen no se producirían estos revuelos ni tendrían que recurrir a presiones extremas ni a soluciones tan impropias como mantener interminables gestoras antes que dar solución a la crisis con un congreso abierto y democrático, sin concederse paréntesis a la espera de que las intensas presiones acaben doblegando voluntades.

Se supone que las juventudes de los partidos políticos están para empujar a los ‘mayores’, trasladarles los debates que se producen en la calle al margen del canon parlamentario o televisivo e impulsar a quienes están en el poder o procuran la alternativa a que contemplen las nuevas realidades. Por lo que se vio ayer, el primer empeño de los dirigentes nacionales es que el colectivo de Nuevas Generaciones elogiara a López Miras por lo que es y por lo que fue y fijara desde ya una posición favorable a todas sus políticas, incluso a pesar de que el resquemor principal de esa organización es que el presidente del partido los desconsidera hasta el punto de no haberles dado desde hace años la oportunidad de aparecer como una organización que elige a sus dirigentes democráticamente. 

La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo. Vean, si no, al presidente más joven de España, exmilitante de Nuevas Generaciones, incomprendido por los propios jóvenes de su partido. Da la impresión de que además de a la ‘vieja guardia’, Patricia Fernández también alcanza a seducir a la ‘guardia joven’.