La sentencia del caso Gürtel ha asestado un buen golpe a la teoría de la ignorancia de las esposas como estrategia de defensa en casos de fraude o corrupción. El tribunal ha considerado en este caso que de ninguna manera cabe aceptar que mujeres de elevada posición económica, buen nivel de estudios, que se manejan con soltura en la gestión de bienes y servicios financieros, puedan ser tratadas como lerdas ignorantes sometidas a la voluntad de sus maridos, incapaces de detectar la corrupción que tan buena vida les proporciona y carentes de cualquier voluntad a la hora de obrar y estampar su firma en negocios y transacciones.

Claro que no es creíble, y por eso el tribunal condena a las esposas y parejas de los principales imputados a penas considerables pese a que todas alegaron que desconocían las actividades delictivas de sus respectivos. A Rosalía Iglesias, esposa de Luis Bárcenas, le ha impuesto 15 años de prisión y a Carmen Rodríguez, exesposa de Francisco Correa, 14 años. También la exministra Ana Mato ha sido condenada a pagar 27.000 euros por haberse beneficiado de la corrupción a título lucrativo. Resulta sorprendente que alguien que ha llegado a ser ministra de Sanidad alegara, como hizo ella, que no conocía el origen delictivo del dinero del que se benefició junto a su marido. No se puede aceptar la teoría de la ignorancia. “Lo contrario”, dice el tribunal, “sería tratarla poco más que como un simple objeto”. Y, sin embargo, es una de las vías de defensa más frecuentes.

Hasta 533 veces respondió con evasivas como que no sabía, no conocía los detalles o no se enteraba la infanta Cristina en el interrogatorio del juez instructor del caso Nóos. La Infanta era titular del 50% de las acciones de la sociedad a través de la cual se cometieron los delitos y en el proceso quedó claro que sin su nombre y su posición, su marido no hubiera podido consumar los negocios fraudulentos por los que fue condenado. La estrategia de la defensa se basó en la teoría de la ignorancia: ella solo era una esposa enamorada que confiaba ciegamente en su marido, no se ocupaba de nada y de nada se enteraba.

Este planteamiento generó una gran controversia, pero el tribunal no llegó a entrar en la cuestión de si la Infanta había actuado o no con ignorancia deliberada. Consideró que al tratarse de un delito de blanqueo de dinero y fraude fiscal cometido a través de una sociedad de la que era accionista y no poderse demostrar que hubiera actuado como administradora, debía quedar exonerada. Se aplicó el principio de que quien no administra no delinque, al margen de si se beneficia o no del delito.

Ahora, una sentencia tan importante como la del caso Gürtel ha puesto en su sitio un planteamiento defensivo tan frecuente como poco creíble. Resulta lamentable que tantas mujeres cultas, con altos niveles de formación y en algunos casos con altos puestos de responsabilidad, se avengan a una humillante estrategia que las denigra y que cada vez tiene menos éxito. Existe al respecto jurisprudencia clara del Tribunal Supremo que debe servir como aviso para navegantes: “Quien se pone en situación de ignorancia deliberada, sin querer saber aquello que puede y debe saberse, y sin embargo se beneficia de la situación, está asumiendo y aceptando todas las consecuencias”.

 

 

FUENTE: ELPAIS