En más de la mitad de los ayuntamientos de este país que se han constituido tras las pasadas elecciones las nuevas corporaciones se han subido los sueldos. Es curioso, pero la primera medida gubernativa que suelen tomar sus señorías es subirse el sueldo. Imagino que es una actuación de primera necesidad para el pueblo y por ello, se toma nada más llegar al ayuntamiento, supongo que será por si después, con el trasiego diario, se les olvida y se pasan cuatro años cobrando un cinco por ciento menos.

 

Claro que, a los vecinos de a pie estoy seguro de que estas cosas no nos importan, o eso es lo que parecen creer sus señorías. Analizando la situación, vemos cómo los sindicatos están denunciando constantemente la precariedad del empleo y los bajos salarios, azote de la población de nuestros días. Frente a esto, llegan nuestros flamantes responsables y, no contentos con tener sueldos que a mis cortas luces pocos ganan, además se los suben. Me gustaría saber a mí cuántos trabajadores hay que ganen más de tres mil euros al mes. 

 

Hace poco hablamos de cómo Mazarrón se encuentra entre los primeros en el ranking de municipios con menor renta per cápita en España. Es decir, que somos un pueblo pobre, que tenemos una deuda pública en el Ayuntamiento de más de tres millones de euros, a pesar de que en la última legislatura se redujo en un catorce por ciento. Que no está nada mal. Vamos a ver si es verdad, y sus señorías se ganan el sueldo (nunca mejor dicho) y la deuda sigue bajando. 

 

En relación a esto me gustaría hacer un inciso. En la pasada legislatura hubo cambios en la ley y se produjo un ajuste económico, que tantas protestas y quebraderos de cabeza dio (incluidas las sospechas de técnicos que se dedicaron a hacer política). Con todo ello el Ayuntamiento de Mazarrón acabó con un superávit notable, si mi memoria no me engaña cercano a los doce millones de euros, y con las cuentas saneadas. 

 

Vamos a ver si, como digo, sus señorías se ganan el sueldo y los dineros que quedan en el Ayuntamiento al final de esta legislatura. De momento mal empezamos, la bicefalia en la práctica del Gobierno municipal nos va a costar el sueldo de alcalde multiplicado por dos y un sinfín de gastos extra repartidos entre cargos de confianza, delegaciones y personal  diverso. Ante estas cosas se me vienen a la cabeza esas palabras tan hermosas del ‘servicio al ciudadano’, o aquello de que ‘aquí estamos para servir y ayudar a los vecinos’, etc. Está claro que el ciudadano ha de pagar un precio muy alto para que todas estas buenas intenciones se hagan realidad. Lo que pasa es que cuando se llevan a la práctica, la buena gobernación se dedica, además de a subirse el sueldo, a meterle la mano en el sueldo al vecino en forma de impuestos cada vez más caros (la contribución o el sello del coche), que además, para ser eficaces en la gestión recauda Murcia y la Delegación de Hacienda directamente, enviando funcionarios expresamente para esto. ¿Ustedes lo entienden? Pues yo tampoco.

 

Lo que más me gusta es la pérdida de conciencia de la realidad que tienen algunos cuando dicen que ya han alcanzado el éxito y que, claro, una vez en la cima no vamos a perder poder adquisitivo por el mero hecho de ser concejales. O sea, para que yo lo entienda, que si uno en su vida privada es capaz de ganar cien mil euros al mes, si por la gran casualidad se hace concejal hay que subir el sueldo de los concejales hasta esa cantidad. ¿No es eso?. Esperemos que Amancio Ortega no se quiera dedicar a la política.

 

Durante estos días no he dejado de escuchar los mismos comentarios, y es que la rumorología de la calle no se equivoca. Que el primer trabajo de un equipo de gobierno sea determinar un sueldo de doscientos mil euros en cuatro años y que, gracias a las políticas de pactos, este sueldo ahora tengamos que pagarlo dos veces creo que ha encendido bastante a los vecinos de este pueblo.

 

En este sentido hemos de recordar que en las economías más avanzadas de Europa los políticos no cobran un sueldo directamente de la administración. Y esto es así porque se entiende que la política es un servicio que hace el ciudadano a su comunidad. Supongo que esto es impensable aquí, en un país donde la política se ha convertido en una opción para muchos que ven en ella el futuro de un buen sueldo y, lo que es mejor, sin que tenga ningún tipo de responsabilidad por muy mal que lo haga uno.

 

De todo esto creo que sólo una cosa es bien cierta, las políticas de pactos, a la postre, lo único que significan es más dinero para el ciudadano. Y punto.

 

EDITORIAL LA VOZ DE MAZARRÓN