GONZALO BAREÑO

 

Durante los dos debates televisados, los candidatos no se han pronunciado expresamente sobre su política de pactos ni sobre sus preferencias en la conformación del hipotético futuro Gobierno, pero sus posicionamientos, tanto en los debates como en la campaña, dejan claras sus estrategias en función de cuál sea el resultado.

PEDRO SÁNCHEZ

Gobierno en solitario. El líder socialista es el más interrogado sobre su política de pactos y el que menos claro se muestra respecto a ella. La calculada ambigüedad de Sánchez se debe en primer lugar a un deseo de no cerrarse ninguna puerta, pero también a la intención ocultar su plan para no buscarse enemigos y ampliar así el espectro de posibles votantes. Pese a la cercanía que muestra con Pablo Iglesias, no piensa ofrecerle un Gobierno de coalición. Está convencido de poder gobernar en solitario con una cifra cercana a 130 escaños. Su proyecto es ejercer la geometría variable, pactando la política social con la izquierda y la economía con C’s. Pretende presionar a Iglesias forzándole a darle su apoyo para impedir un Gobierno de la derecha. Y, si no suma solo con los morados, obtener al menos la abstención de Rivera con el argumento de que, si no facilita su investidura, se verá obligado a pactarla con los independentistas y C’s sería el responsable de ello. Pactar con el independentismo es su última opción, pero no la descarta en absoluto.

PABLO CASADO

Todo al modelo andaluz. Casado se lo juega todo a repetir el pacto a la andaluza, presentando al votante más moderado del PP la necesidad de sumar el apoyo de Vox como un mal menor ante la posibilidad de que Sánchez acabe pactando con el independentismo. Sabe que para ello necesitaría no solo un resultado cercano a los 100 escaños, sino que Ciudadanos aguante bien y Vox supere las expectativas. De ahí que apele al voto útil pero eluda confrontar con Rivera y solo responda si este le acosa, y que tampoco ataque a Abascal, preparando ya el terreno.

ALBERT RIVERA

La baza Borgen. Sabe, y teme, que si la derecha no suma recibirá enormes presiones, no solo del PSOE, sino del poder económico, para que pacte con Sánchez un Gobierno moderado. Su plan es disputarle a Casado la hegemonía del centro derecha, pero postularse como presidente, incluso aunque sea tercero y la derecha no sume, en una estrategia a lo Borgen, presentándose como única alternativa viable sin los independentistas y sin Vox. Algo imposible en la práctica porque requeriría la abstención del PSOE, pero que le permitiría al menos sacudirse la presión.

PABLO IGLESIAS

O ministro, o nada. Abandonado el sueño del sorpasso, sabe que su única oportunidad de sobrevivir como líder de Podemos es entrar en el Gobierno. Si no lo logra, y su partido se ve obligado a facilitar un Ejecutivo de Sánchez en solitario, o si la derecha suma, será su fin político. De ahí que, sabedor de que el resultado será malo, haya rebajado el tono y las expectativas, presentando a los suyos la posibilidad de ser socio minoritario del PSOE como un gran éxito político. De lograrlo, su plan sería crecer a costa de desgastar al propio Sánchez desde dentro, arrogándose la autoría de todas las medidas sociales. Para ganar votos, alienta la hipótesis de que Sánchez pactará con Ciudadanos si dan los números y girará a la derecha. Justo ayer dijo que no esperar estar más de seis años en la política.

 

SANTIAGO ABASCAL

Influir sin gobernar. Aunque no participó en los debates, sabe que entrando en un Gobierno se integraría en el sistema y perdería su baza populista. Aspira a influir sin gobernar si suma la derecha. Y en caso contrario, hacerse fuerte presentando a PP y C’s como derecha cobarde y fracasada.