Lo más llamativo de la última encuesta del CIS es la confirmación de un empate técnico a cuatro (PP 24 %, Ciudadanos 22,4, PSOE 22 y Podemos 19,6), que, por ser persistente en números y tendencias, nos remite a un futuro con grave déficit de gobernabilidad. Si tenemos en cuenta el nivel de confrontación que se observa entre los cuatro partidos -con cuatro líneas de bloqueo cruzadas e insalvables-, y la mucha pimienta que le pone a los parlamentos el dislate territorial que padecemos, todo apunta a que esa ingobernabilidad que presagian los números se va a agravar con la fragmentación política del sistema, con el aumento del populismo marrullero, y con la falta de una cultura de coalición que pudiese remendarla.

Ello no obstante -dejando a un lado las variables anecdóticas y los análisis de posibles trasvases, cuyo efecto es, en esencia, predecible-, podemos adoptar un criterio más ideológico, y con menor formalismo partidario, que nos lleva a conclusiones muy distintas, ya que la posibilidad de que la derecha liberal gobierne la próxima legislatura con mayoría absoluta emerge por todas partes. Y eso significa que, mientras el eje ideológico de la derecha adquiere mayor compactación estratégica, con independencia de que lo lidere el PP o Ciudadanos, el eje de la izquierda va en dirección contraria, aumentando la lucha por un electorado cada vez menor, y generando un conflicto por la hegemonía entre el PSOE y Podemos que tiene sabor a gloria para la coalición de la derecha.

A estas alturas pocas dudas nos pueden caber de que la confrontación entre PP y Ciudadanos solo está orientada a las estrategias electorales, y que se disolverá como un azucarillo en el café en el supuesto de que ambas formaciones alcancen, conjuntamente, una mayoría absoluta. Tampoco cabe ninguna duda de que, desde la perspectiva de gestión de la economía y de la unidad territorial de España, los discípulos de Albert Rivera adelantan por la derecha al PP, enfatizan todas las políticas de ajuste económico y liberalismo competitivo, y endurecen claramente el ajuste territorial al que antes o después estamos abocados. Y por eso podemos resumir este apartado diciendo que el paradójico resultado de todo el populismo nacido del 15-M, de todo el proceso de fragmentación parlamentaria, y de toda la crisis del bipartidismo, que determinaron el extraño el final de la legislatura 2011-2015, es que apenas se creó ninguna opción para un Gobierno de izquierdas, y todo apunta a que España se está preparando para un fuerte giro a la derecha.

 
Por último, puesto que ese giro lo está propiciando un pueblo indignado, que puso sus sentimientos y emociones por encima de su racionalidad, y que parecía haberse conjurado contra el capitalismo y la banca, podemos concluir que el pueblo, como la donna de Rigoletto, «è mobile», o que, dicho con casi todas las letras: «Il popolo è mobile / qual piuma al vento, / muta d’accento / e di pensiero».

 
 

 

 

FUENTE: LAVOZDEGALICIA