Lo más llamativo de la última encuesta del CIS es la confirmación de un empate técnico a cuatro (PP 24 %, Ciudadanos 22,4, PSOE 22 y Podemos 19,6), que, por ser persistente en números y tendencias, nos remite a un futuro con grave déficit de gobernabilidad. Si tenemos en cuenta el nivel de confrontación que se observa entre los cuatro partidos -con cuatro líneas de bloqueo cruzadas e insalvables-, y la mucha pimienta que le pone a los parlamentos el dislate territorial que padecemos, todo apunta a que esa ingobernabilidad que presagian los números se va a agravar con la fragmentación política del sistema, con el aumento del populismo marrullero, y con la falta de una cultura de coalición que pudiese remendarla.
Ello no obstante -dejando a un lado las variables anecdóticas y los análisis de posibles trasvases, cuyo efecto es, en esencia, predecible-, podemos adoptar un criterio más ideológico, y con menor formalismo partidario, que nos lleva a conclusiones muy distintas, ya que la posibilidad de que la derecha liberal gobierne la próxima legislatura con mayoría absoluta emerge por todas partes. Y eso significa que, mientras el eje ideológico de la derecha adquiere mayor compactación estratégica, con independencia de que lo lidere el PP o Ciudadanos, el eje de la izquierda va en dirección contraria, aumentando la lucha por un electorado cada vez menor, y generando un conflicto por la hegemonía entre el PSOE y Podemos que tiene sabor a gloria para la coalición de la derecha.
Por último, puesto que ese giro lo está propiciando un pueblo indignado, que puso sus sentimientos y emociones por encima de su racionalidad, y que parecía haberse conjurado contra el capitalismo y la banca, podemos concluir que el pueblo, como la donna de Rigoletto, «è mobile», o que, dicho con casi todas las letras: «Il popolo è mobile / qual piuma al vento, / muta d’accento / e di pensiero».