Cabe calificar como excelente la iniciativa de la alcaldesa de Cartagena, Ana Belén Castejón, de reunir a una veintena de alcaldes de la comunidad autónoma, aprovechando la visita a la ciudad trimilenaria del presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), el polémico alcalde de Vigo, Abel Caballero, con el objetivo de presionar al Gobierno que preside Mariano Rajoy para que se acuerde de que el Sureste de España también existe.

No en vano, el grupo de trabajo creado a instancias gubernamentales al efecto de revisar la regla de gasto de los ayuntamientos, debería haberse reunido durante el primer semestre de este año y, como suele ocurrir con todas las comisiones de trabajo creadas por el gobierno del Partido Popular, hasta el momento, nastic de plastic…

De este modo, el grupo de alcaldes que, de manera políticamente inteligente, ha sabido liderar la nueva alcaldesa de Cartagena, Ana Belén Castejón (alcaldes de Alcantarilla, Alguazas, Beniel, Caravaca de la Cruz, Ceutí, Cieza, Fuente Álamo, Librilla, Lorquí, Los Alcázares, Mazarrón, Mula, Pliego, San Javier, San Pedro del Pinatar, Torre Pacheco, Ulea…), pretende del Ejecutivo emplear el superávit obtenido por los ayuntamientos, y que hasta ahora estaba sujeto a la amortización de deuda, en materias tan importantes como la educación, el empleo, la cultura o el deporte. Para ejemplo, un botón y qué mejor que las propias palabras de la primera dama: “Cartagena tuvo en el ejercicio 2016 un superávit de 15,5 millones de euros y el Estado nos obligó a destinar el 50% a amortizar deuda anticipadamente. Con los más de 7 millones de euros que hemos adelantado podríamos haber efectuado inversiones muy necesarias en nuestro municipio”.

Por cierto, destacable, en negativo, la no asistencia del alcalde de la capital que se quitó el muerto de encima enviando a un teniente de alcalde, todo un insulto protocolario a la hospitalidad cartagenera y al buen hacer demostrado por su alcaldesa.

Hasta aquí, pues, me quito el sombrero ante la actuación de la máxima autoridad municipal. Este articulista, que lo mismo censura a la alcaldesa por su mala educación en un caso concreto y ya comentado, no le duelen prendas a la hora de reconocer aquello que se hace bien, o mejor, aquello que se gestiona muy bien, en favor de los intereses de todos los cartageneros y, en este caso, de todos los vecinos de los cuarenta y cinco municipios de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Pero ahora viene la segunda parte, la actuación estelar en Cartagena, de ese esperpento de cadáver político que pasea su desvergüenza por diversos municipios de España en su condición, todavía, de presidente de la federación Española de Municipios y Provincias.

Abel Caballero, ese que fue ministro socialista e imputado en la Operación Patos por la jueza de instrucción del juzgado número 7 de Vigo, por un amplio conjunto de presuntos delitos de prevaricación, soborno y tráfico de influencias cometidos en la concesión de contratos públicos por parte de distintas administraciones en Vigo y su área metropolitana, cada vez que abre la boca sube el pan. Aquí, en la ciudad trimilenaria, en la que los sentimientos cartageneristas están a flor de piel y la reivindicación de la provincia de Cartagena es común entre los votantes de todos los partidos políticos, sólo se le ocurre al triste Caballero afirmar que “Cartagena no necesita una provincia sino que, lo que necesita, son inversiones”.
                                                                                                                                                                                              Y este articulista se pregunta: ¿Qué coño sabrá el alcalde de Vigo de lo que necesita o deja de necesitar la ciudad de Cartagena? Si se  tratara de un hombre prudente (la prudencia es a Abel Caballero lo que a un Santo Cristo dos pistolas) hablaría en clave política, no entraría en temas escabrosos e intentaría no marearle más el patio a una pobre alcaldesa que tiene más que complicada su gestión, e incluso su permanencia en el sillón de la alcaldía, los  próximos dos años que quedan de legislatura. Pero no, Caballero pisó el charco y se metió hasta el cuello y no han tardado las distintas plataformas que conforman la sociedad civil cartagenera y que mueven miles de votos (también para el PSOE) en enmendarle la plana al bocazas alcalde de Vigo.Así las cosas, lo que debía haber terminado como una excelente gestión de la alcaldesa de Cartagena se vio empañado por la polémica suscitada por esa incontinencia verbal de Caballero que, como además es un pedante de marca mayor, no pudo olvidar hacer un recordatorio de su etapa como Ministro de Turismo, una etapa en la que, por cierto, Cartagena no recibió ni un duro del ministerio entonces dirigido por este ínclito personaje al que, su oposición a Pedro Sánchez, su sombra de corrupción y su inoportunidad para estar siempre donde no debe y para decir aquello que debería callar, le convierten en un candidato seguro al cementerio de elefantes de los políticos defenestrados.
                                                                                                                                                                               

Así se resume el cuento de la Dama y el Caballero, La Dama que supo estar a la altura de las exigencias, representar y defender a su ciudad como debe y liderar las aspiraciones comunes de otros muchos municipios de la CARM y El Caballero que sólo ostenta esa condición en el apellido y que será recordado en Cartagena por bocazas y por inoportuno.

FUENTE: JOSELE SÁNCHEZ, LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO