Sumisión o rebeldía en defensa de nuestros derechos históricos y actuales. No es lealtad regional la corriente de sentimiento y despreciar reivindicaciones constantes. Debemos dar la cara, afirman algunos militantes que acudieron al acto, para levantar a la Comunidad Autónoma hasta hoy gobernada sin principios ni programas prioritarios de los más graves a los menos, ni murcianía que es el ejercicio y actividad propia que se practica en otras regiones, en la mayoría de ellas. La llamada RESISTENCIA SILENCIOSA que se ha venido practicando en estas tierras, con el menosprecio de los gobiernos del Estado, hay que transformarla en una orquesta afinada sin ruido bronco sino con armonía y la fuerza de tocar el cielo sin patadas, pero si con el consenso. Un coro que lleguen con sus voces, a las Instituciones y nuestras gentes que sufren una crisis poliédrica.
Llevamos decenios, declaran los regionalistas de la Plataforma murciana, sin dar replicas convincentes, porque las libertades y los derechos cívicos sin progresos sociales, económicos, culturales, políticos y éticos, no tienen el valor de la justicia si ambos bloques no se coordinan en una gran plataforma para que nuestra calidad de vida no sea de las más bajos de España.. Los grandes partidos nacionales se han conformado con «situarse» en las órbitas del poder y mantienen sus riñas internas y sus peleas para repartirse el pastel. Murcia ha sido sistemáticamente marginada, y hasta aquí hemos llegado, afirman rotundamente. El eterno problema del agua, de siglos, es una muestra muy clara, de que no se ha sabido hacer justicia a la Región y a los cerca de setenta mil trabajadores que viven directamente e indirectamente del campo y sus industrias agroalimentarias. Basta de mendigar agua, trenes modernos, niveles de sueldos europeos y pensiones dignas,y dejar en manos escasamente honradas y trabajadoras, el futuro de nuestros hijos y nietos. La situación es altamente peligrosa y debemos saber luchar en la buena dirección.