CHESTERTON, siempre abusando de la ironía, escribió que una de las desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo. Se diría que la derecha, especialmente el PP, tiene prisa por volver al poder, seguramente porque nunca entendió por qué fue desalojado del gobierno, cuando acababa de pactar los presupuestos con el PNV. Y los populares no esperaron ni los cien días de cortesía para disparar contra los nuevos inquilinos de la Moncloa.

La cacería de ministros está en marcha, después de que Ciudadanos apuntara contra el presidente con el asunto de su doctorado. Pablo Casado, como buen castellano, debe de haber leído a Miguel Delibes (Con la escopeta al hombro), que sostenía que cazar no es matar, sino derribar piezas difíciles tras dura competencia. Y Sánchez no es una pieza precisamente fácil, pues con solo 84 diputados resiste bien, gana plano y sube en las encuestas. En los últimos días, la ministra de Justicia, Dolores Delgado, a causa de una comprometedoras grabaciones privadas, y el ministro de Ciencia, Pedro Duque, por una sociedad instrumental, han sido puestos en la diana. Antes cayeron Màxim Huerta, en Cultura, por su pasado con Hacienda, y Carmen Montón, por plagiar su trabajo de fin de máster. Ni en El Álamo dispararon tanto.

El Gobierno se ha parapetado ante la riada de polémicas que acosan a sus ministros, nada demasiado grave, pero todo manifiestamente mejorable. La oposición le dispara sin mucha precisión, pero incluso las escopetas de feria causan bajas. Es evidente que el mandato de Sánchez no será largo, pero el acoso que sufre puede volverse contra los fusileros si se extralimitan con la munición. El PSOE utilizará el argumento de que la derecha tiene mal perder, como se vio en el pasado. También lo dijo Delibes, lo que hay que preguntarse no es si la caza es cruel o no lo es, sino qué procedimientos son admisibles y cuáles no.

 
MÀRIUS CAROL