Nuestro futuro depende en parte de que empecemos a entender lo pobre que somos. Por suerte, se trata de una lección fácil de aprender. La prensa regional se hizo eco hace unos días de la deplorable situación político-social, institucional y económica que sufrimos, a la cola en renta por habitante. Para algunos medios, somos ya el enfermo crónico de la Comunidad e incluso alguno de ellos teme que nos convirtamos en una sociedad dividida, cadavérica e insalvable. Queremos creer que se equivocan doblemente, pues a la vez que subestiman la magnitud de nuestra crisis económica exageran nuestra crisis política e institucional.

El triunfo socialista en Mazarrón podría recordarse como la victoria más amarga del centenario partido en su feudo costero más precario y abandonado de la Región. Con el amortizado pacto de Gobierno, la izquierda ha perdido más de dos mil votos de una tacada y por segunda vez tras la nueva división socialista no ha superado el número anterior de votantes. UIDM asusta con entregar al PP el Ayuntamiento, sí o sí, con todo lo que conllevaria para los disidentes peperos tras casi cuatro décadas de alternante gobierno bipartidista “con más pena que gloria” y esporádicos cambalaches independientes para olvidar. La derecha más sectaria y sus banderías de chaqueteros institucionalizados buscan comisionar “la agenda política que viene”, de una u otra forma como acertadamente se suele decir por aquí, para meterlos a todos en la misma saca ideológica y les quieren mandar a la oposición.

Existe en nuestro pueblo un sistema engendrado que precisa ser opaco para seguir en el poder. Un entramado político y financiero, muy caciquil en las raíces locales y con una red clientelar desarrollada en todos los ámbitos de la vida que impide que nadie se mueva. Las redes clientelares se extienden desde la política, lo laboral, el funcionariado público, la cultura y las creencias. No hemos evolucionado a una sociedad abierta, moderna y democrática. Votamos cada periodo de tiempo, dentro de unas normas y con la estructura de unos partidos que no están diseñados como instituciones abiertas a la participación. Hay que luchar muy duro para que la herramienta del Derecho a Saber y la Transparencia puedan romper esta gran trama que nos domina de forma invisible pero efectiva.

Por más que los “despachos influencers” y los clanes fácticos del “establishment local”, bajo la sombra de esa “mano negra” que todos los alcaldes ven, se empeñen en culpar de la hecatombe al ideario progresista para liquidar al PSOE, anticipando a diario la catástrofe que se avecina tras el terremoto económico-social provocado por la pandemia, el empecinamiento en agitar el pasado y los turbios pactos por el poder, sin olvidar la irrupción de VOX, al socialismo mazarronero lo puede sacar del Consistorio la galopante corrupción institucionalizada, el hartazgo de la gente por la red clientelar prolongada en el tiempo y el alarmante nivel del paro en Mazarrón. Un horizonte incierto y preocupante, por lo que se intuye de dificultad para la consecución de los acuerdos estipulados y por la que se les puede venir encima. Y aquí sí que las responsabilidades serán de todos.

Todo esto a pesar de la innegable debilidad política cada vez más real del Equipo de Gobierno. Porque es cierto que existen poderes que influyen en la política, “los que mandan en la economía mandan en la política”. Son tan solo señales pero la correlación de fuerzas no da para más. Hay una pinza política contra Miras que les va suponer a todos un patinazo sin parangón, un fallo de cálculo impropio y un tremendo error en las maniobras orquestadas que contra él confluyen, actuando bajo intereses económico-mafiosos de corporaciones que temen un rearme socialista. Pero ni Gaspar Miras es el malo de esta historia, ni los ávidos independientes son los salvadores del pueblo. Lo que espera la sociedad del PSOE con Miras es que vuelva a ser un partido grande, honesto y digno de confianza para la ciudadanía. Y la gestión que Gaspar Miras pretende va más allá de la política actual, utilizará sus cartas justo a tiempo, que nadie lo dude. Miras es un fajador incansable y los socialistas lo saben, es un hombre del pueblo que está con la gente, y la gente camina con él, pero tiene que “ponerse borde y sacar los pies del tiesto”.                                          

 

COLECTIVO “OPINIÓN PÚBLICA”