Podemos seguir dando datos, más detalles y más opiniones que nos amargan nuestras vidas, cuando a la violencia de género, como se llama la Ley, los informadores de la prensa parcial la denominan VIOLENCIA MACHISTA, como si todos los seres humanos varones fuéramos una raza a extinguir. Una lluvia fina que nos cala los huesos, porque a veces nos aprietan las dudas, si es bueno, malo o un castigo tanta noticia que pueden influir de mil maneras en mentes calenturientas cruzándoseles los cables, mujer u hombre, atosigado por tantas drogas o brebajes infernales. Es necesario un análisis muy serio y riguroso para discernir si lo que nos dan los medios de comunicación, tan intensamente, puede ser un error, pero puede ser que no lleguemos a conclusiones definitivas, cuando, sobre todo, en las televisiones, a cualquier horario, la sangre, el sexo y las violaciones aparecen sin ton ni son en reportajes, crónicas o películas horrorosas que contribuyen a crear una sociedad sin límites, entre tantos atletas sexuales, asesinos, políticos corruptos que fueron dioses, publicidad sexista y de manera destacada cumplen ese axioma de un periodismo bastardo que opina que malas noticias son buenas noticias, por el morbo y la falta de una cultura recia. Hemos entrado en un laberinto que promueve la confusión y hasta el odio, el arma fatal que termina destruyendo a la humanidad, y que tanto se observa en los debates furibundos entre «personalidades» que debieran ser ejemplo de una civilización en fase de destrucción masiva. La otra guerra silenciosa que mata con la mayor crueldad y refinamiento, porque el maniqueísmo ha llegado a la cresta que termina en un precipicio sin retorno.
Reflexionemos. Pienso que esta sociedad es una sociedad desequilibrada que terminará ardiendo por los cuatro costados. Y del tema, ni se acuerdan los fieras y las fieras de las campañas electorales. Mentes retorcidas o imágenes injustas, porque lo que nos dan los medios de información y especialmente las teles, no es la imagen real de lo que es España, a la que se machaca haciendo el juego sucio con la leyenda de un país de locos. Nos castigan, dentro y fuera del país, y nosotros colaboramos haciendo mucho daño, como ocultar las nacionalidades de los violentos, delincuentes y acosadores. Sabemos a ciencia cierta que el treinta y seis por ciento de los reclusos en las cárceles españolas son extranjeros, así como las distintas mafias que operan en nuestras regiones.
COLECTIVO «OPINIÓN PÚBLICA»