«LAS VIUDAS MANTENIDAS»
Unas cuatro mil doscientas veinte entradas, visitas, nos han llegado a los ordenadores y equipos de MURCIA TRANSPARENTE, desde distintos puntos de España replanteando el gravísimo problema de las VIUDAS QUE DURANTE AÑOS HAN DEDICADO Y HASTA ENTREGADO SUS VIDAS AL HOGAR FAMILIAR, mujeres que ni han tenido vacaciones, ni protecciones sociales acorde con sus sacrificios personales y si el olvido sistemático de los partidos políticos que se llaman así mismos de izquierdas.
Tampoco los movimientos FEMINISTAS, nos dice una lectora de Granada, han movido un dedo o han tomado iniciativas a nuestro favor, porque cuando fallecen nuestros maridos o compañeros, si la pensión no es la adecuada, terminamos viviendo miserablemente, salvo que un hijo o un familiar cercano nos eche un cable. Mi esposo falleció hace un año y medio y me han dejado una pensión que ronda los seiscientos euros, y para seguir viviendo, estiro el cuello acudiendo a Cáritas en cuyos comedores suelo almorzar. Es un atropello que haya tantos líos con los asuntos que afectan a las españolas, y nadie se acuerda de nosotras, señores políticos, somos, según he leído en EL PAIS, unos dos millones de viudas que como leo nos llaman «las Mantenidas», una bofetada contra un colectivo del que nadie se ocupa. Espero que este periódico siga insistiendo y alguno de los líderes de la política se entere, por ejemplo Albert Rivera tan lanzado como va.
En fin, este es el duro testimonio de una señora que ha cumplido los sesenta y nueve años y anda en la indigencia en una sociedad y un Estado del Derecho que solo se ocupa de lo que está pasando en Cataluña. En conclusión, que violencias de género las hay de muchas clases. Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que España «no es un país para viejos». De hecho, las viudas y pensionistas españoles pueden dar fe de que, con las actuales políticas del Gobierno de Rajoy, el Estado más bien fabrica pobres.
Por otro lado, una buena parte del colectivo de viudas, a pesar de engañosos compromisos electorales de mejora asumidos por los partidos cuando tocan elecciones, siguen cobrando unas pensiones con las que «malviven sin duda en el umbral de la pobreza». Hay que tener en cuenta que muchas de estas viudas son mujeres que al casarse se quedaban en casa a cuidar a la familia, por lo que sus derechos con respecto a la pensión están bajo mínimos. En estos casos, la pensión de jubilación, cuando revierte en pensión de viudedad, al morir el marido, se ve mermada porque el Gobierno le retiene un 48% y la mujer pasa a cobrar solo el 52% de lo que era la pensión del difunto. Cabe recordar que, en cualquier caso, el umbral de la pobreza para un adulto es de 8.200 euros. Con la rebaja que han sufrido sus pensiones, las «viudas» han entrado a formar parte del colectivo que se mueve en la pobreza relativa.