ENTREVISTA POR JOSELE SÁNCHEZ

José López, alcalde  de  Cartagena, o Pepe López (como se le conoce en la trimilenaria  ciudad) es un hombre enérgico, de esos que cuando dan la mano aprietan de verdad. Confieso que este hecho me gusta; siempre he detestado a los políticos que más que dar la mano la conceden de forma flácida, casi como los obispos invitando a besarla. Nos recibe en su despacho del ayuntamiento, un precioso palacio modernista de principios del siglo XX que, por su mejestuosidad y su belleza, nada tiene que envidiar a los ayuntamientos de las principales capitales de España. Pepe López es un cincuentón bien llevado, elegante pero sobrio, con pinta de ejecutivo de multinacional. Parece que nos hemos puesto de acuerdo en la vestimenta pues, al igual que yo, lleva un traje azul marino con camisa blanca y ambos vamos sin corbata. Me han contado que los orígenes del todavía alcalde de Cartagena son completamente cartageneros y humildes; sus padres, Francisco y Conchita, regentaban un horno de pan en el que el alcalde empezó a trabajar a esas edades que ahora estarían no sólo prohibidas sino, incluso, penadas. Más allá de la política, es un empresario del café, un hombre hecho a sí mismo, enamorado de su familia (acaba de celebrar las bodas de plata con su esposa) y un apasionado de su ciudad, más allá de cualquier ideología política. Antes de comenzar la entrevista ya me dice que ser alcalde  de Cartagena le ha llenado de orgullo y que “disfruta haciendo lo que más me llena: trabajar en la búsqueda del bien general para todos los vecinos”. 

 

En tono jocoso, pero demostrando convicción en lo que afirma, me dice: “Tú tienes un jefe. ¿Sabes cuántos tengo yo? Doscientos veinte mil jefes. Soy el alcalde de Cartagena y tengo la responsabilidad de rendir cuentas ante todos y cada uno de los cartageneros”. “Mira Josele –añade el alcalde- yo no quiero estar por estar. Al dar el paso de entrar en política lo hice para poder ‘hacer’, no para ‘ser’; por eso, y porque en Cartagena hay tanto por hacer, afronté los cuatro años de la actual legislatura como un reto apasionante.

 

Suelo dejarme llevar por las primeras impresiones que, acaso por el tópico olfato del viejo periodista, no suelen fallarme. Me digo a mí mismo “este parece un tipo con principios”, así que decido iniciar mis preguntas con esta cuestión, tan poco académica para el inicio de una entrevista.

 

– Alcalde, ¿qué son para usted los principios?

 

Creo que esta entrevista me va a gustar –me contesta a bocajarro- porque tu primera pregunta es lo más importante en mi vida. Siempre, en cualquier circunstancia, ya sea familiar, profesional o ahora en esto de la política, he intentado guiarme por los principios, por esos principios que uno aprende en su casa desde bien pequeño. Los principios, aquello que te dice qué está bien o qué está mal, no son algo particular que cada uno pueda hacérselos como si fueran un traje a medida y a su conveniencia. Quienes tratamos de guiarnos por principios, entendemos que una escala de valores es algo universal, aunque muchas veces esté en desuso. Seguramente, por ahí, encontraremos muchos más puntos de unión entre las gentes de bien. Este modo de conducirme lo he llevado, también, a los grupos que he dirigido. Y creo que no me ha ido mal… También he tratado de trasladarlos al día a día en mis responsabilidades en el Ayuntamiento de Cartagena. He intentado rodearme de los mejores, de los mejores tanto en sus conocimientos profesionales como en sus cualidades humanas. Y he intentado delegar en los expertos, en los técnicos, en los encargados de marcar el camino, compartiendo con ellos los principios de la lealtad, la integridad la honestidad y el trabajo orientado a un solo objetivo: el bien común para Cartagena y los cartageneros.

 

– ¿Cómo accede usted a la alcaldía de Cartagena?

 

En el año 2011 entré a formar parte de la corporación municipal, como único concejal de Movimiento Ciudadano de Cartagena. En aquellas elecciones obtuvimos algo más de cuatro mil quinientos votos, por los cuarenta y nueve mil del PP, que llegó a los diecinueve concejales (de 27 que componen el Pleno). Imagínese usted el panorama: diecinueve contra uno y el reto de dejarme la piel para poner fin a la herencia del Partido Popular que, durante dos décadas, dinamitó las posibilidades de Cartagena y los cartageneros en el panorama regional y nacional, con la complicidad apática del resto de la oposición.

 

– Alcalde, yo desconozco esa herencia de la que habla. Cuéntemela usted. 

 

Si te la tengo que contar con pelos y señales, esta será la entrevista más larga del mundo. Más, incluso, que los viejos discursos del Fidel Castro.

 

– Hágame usted un resumen, ponga en situación a nuestros lectores. Piense usted que en el resto de España se sabe muy poco sobre Cartagena.

 

Es cierto, y de eso se han encargado tanto el Partido Popular como el PSOE porque la postración servil y miserable de los políticos de aquí ante sus jefes de partido, ante sus superiores, tanto los de Murcia como los de Madrid, han lastrado a Cartagena durante dos décadas. La señora Barreiro, la alcaldesa a la que relevé, lo último que quería era perder su aforamiento como diputada o senadora para no enfrentarse a la Justicia en igualdad de condiciones que cualquier ciudadano de a pie: ella sabrá los motivos por los que tiene tanto miedo a sentarse delante de un juez como lo haría cualquier hijo de vecino que no tuviera nada que temer.

 

Esa legislatura, mi primera como concejal, mi bautizo en esto de la política fueron cuatro años, los que van desde 2011 hasta mayo de 2015, muy intensos. Hubo momentos para todo. Traté de hacer una oposición responsable y comprometida, estando cerca de los vecinos de todo el municipio, atendiendo sus necesidades, escuchándolos, pisando la calle con ellos y mostrándoles que otra forma de hacer política era posible. En definitiva, dando cariño y haciéndoles ver que sus problemas, el del vecino del rincón más remoto, importan tanto como el de quien vive en el Casco Histórico. Debo reconocerle que tuve una ayuda inmensa por parte de muchos cartageneros hastiados de sentirse huérfanos de políticos decentes que mirasen por los intereses del municipio y no por los suyos propios y el de sus amiguetes. Fue una legislatura durísima, pero apasionante al comprobar cómo los ciudadanos se implicaban en un proyecto político, al margen de los partidos tradicionales, que siempre les habían ignorado; me ayudaron de manera desinteresada, aportando documentaciones y fotografías y, sobre todo, animándome con su implicación, lo que contribuyó a que ese único concejal pudiera dar tanta batalla. Y el resultado final fue este, mi acceso a la alcaldía.

 

-¿Continuó usted en política por ese respaldo vecinal?

 

No le quepa a usted la menor duda. Fueron muchas las noches de insomnio, de estar a punto de abandonarlo todo, de soportar toda clase de infamias y continuos ataques a mi persona, a mi negocio, e incluso a mi familia. Siempre les estaré agradecido porque sin ellos no habría podido resistir y porque, gracias a ellos, hicimos posible lo que parecía imposible: pasamos de un concejal a cinco, de poco más de cuatro mil votos a casi quince mil. Y también logramos, destapando la verdadera cara del PP, que el Partido Popular perdiera nueve concejales y se dejara en el camino nada menos que veintitrés mil votos.

 

Gran parte de nuestro éxito electoral radica en que los vecinos han percibido que Movimiento Ciudadano de Cartagena, nuestro partido, es un vehículo capaz de escuchar, comprender y cumplir los anhelos ciudadanos con quienes compartimos el hartazgo ante las habituales prácticas políticas. Creo que, hoy, la mayoría de los cartageneros perciben que somos la herramienta para acabar con la corrupción que se había institucionalizado en Cartagena.

 

– ¿Cómo han sido estos dos primeros años al frente de la alcaldía?

 

Sé que La Tribuna del País Vasco tiene muchos miles de lectores a lo largo y ancho de toda España que, con seguridad, desconocen todo lo que ha pasado durante muchos años en Cartagena; por eso, permítame unos segundos para la contextualización. Llegamos a un Ayuntamiento con una deuda consolidada de 175 millones de euros. Estábamos metidos en un Plan de Ajuste, impuesto por el Ministerio de Hacienda desde 2012 y que nos iba a llevar hasta 2022, fruto del préstamo que tuvieron que pedir anteriores gestores para abonar el dinero de facturas que aparecieron “en los cajones”.

 

Dos años después, el panorama es el siguiente: hemos levantado el Plan de Ajuste logrando una reducción de la deuda de 55 millones de euros o, lo que es lo mismo, ¡hemos reducido esa deuda más de un treinta por ciento! Y además, lo hemos logrado compatibilizándolo con dos bajadas sucesivas de impuestos, tasas y precios públicos, iniciada en 2016 y consolidada durante este año. En el caso concreto del IBI, contando con la variación catastral, se alcanza una reducción del 20%.

 

– Esos datos económicos, más que avalar su gestión, parecen un milagro, ¿Cómo lo han hecho posible?

 

Pues mire usted, no hay fórmulas ni varitas mágicas. Me ha gustado eso que ha dicho del milagro pero, además, es que resulta cierto lo que dice: parece imposible consolidar esos datos, pero la única receta es la buena gestión, la optimización de los recursos, la transversalidad, la solidaridad, el esfuerzo, el buen criterio técnico y, sobre todo, algo poco común en la política: la decencia. Hasta para hacer números o, precisamente cuando se hacen números, la única cualidad imprescindible es la decencia. Encontramos un Ayuntamiento que, hasta el año 2015, se había convertido en el modo de vida de unos pocos. Decidimos, por decencia pública, acabar con esta situación; fomentamos la participación empresarial en los concursos públicos, la concurrencia, la transparencia y el rigor. Y fíjese usted que hemos conseguido, con el ahorro en la adjudicación de los contratos públicos, hacer el doble de lo que se hacía con el mismo dinero que se gastaba.

 

– Alcalde, ¿cuál es la situación real de las cuentas del ayuntamiento en estos momentos?

 

En la actualidad podemos afirmar que hemos estabilizado la situación financiera del Ayuntamiento. De  hecho, este año se van a invertir seis millones de euros, un éxito que es el resultado de la mejor gestión municipal en democracia. Si continuamos en la línea trazada, esta dinámica se mantendrá en lo sucesivo; lograremos más inversión y, al tiempo, reduciremos deuda gradualmente. Otro dato muy importante es que hemos conseguidos pagar a los proveedores en el plazo de 16 días; no creo que muchos ayuntamientos en España puedan presumir de algo así.

 

Pero, además, trabajamos en un concepto de municipio global, pensando para el crecimiento a medio y largo plazo. Huimos de proyectos faraónicos, auténticos dislates tan propios del Parido Popular y que tanto han costado a Cartagena y que además representan un coste de mantenimiento y ejecución inasumible y por el contrario hemos centrado todos nuestros esfuerzos en las personas, en hacer más fácil su día a día y en solucionar lo prioritario.

 

Y todo ello sin perder de vista la Cartagena que anhelamos, una ciudad capaz de compatibilizar un desarrollo sostenible y accesible para todos con liderazgo regional en el sector turístico que aglutina todas las tipologías; que respeta y revaloriza el patrimonio; que cuida el medioambiente. Un Gobierno siempre al lado de su pueblo, que escucha, da voz y respalda a los suyos.

 

– ¿Qué es Cartagena?

 

Cartagena es historia, es cultura, es patrimonio de la humanidad, aún no reconocida, eso sí. Por nuestra tierra han pasado muchas de las civilizaciones más importantes. Romanos, cartagineses, árabes o fenicios. Hemos sido un enclave fundamental en destacados momentos de la historia de España y del mundo. Cartagena ha sabido adaptarse a los tiempos y siempre hemos mantenido nuestra dignidad, nunca nos hemos postrado ante el invasor, como sí hicieron otras ciudades, y por eso algunas veces no nos fue tan bien como habríamos merecido. Todo ello hace que nuestro municipio cuente con una riqueza patrimonial, histórica y arqueológica, que pocos sitios pueden si quiera igualar. Desde los monumentos más conocidos y visitados, como el Teatro Romano, y otros menos conocidos fuera de nuestra tierra, como los molinos de viento del Campo de Cartagena. En esta línea de actuación, y teniendo en cuenta los obstáculos con los que nos vamos encontrando, estamos logrando algunos importantes hitos que parecían estancados y que los cartageneros reclamaban durante años. La recuperación del Anfiteatro Romano está en camino, así como la de otros yacimientos de gran valor, como Cueva Victoria. En la presente legislatura hemos introducido una destacada novedad en el ámbito cultural y patrimonial de nuestra ciudad, con la conmemoración del “Año del Modernismo”. Ha supuesto el reconocimiento y la proyección de un patrimonio olvidado e, incluso, maltratado desde hace décadas, en el que se han involucrado colectivos y asociaciones, además de las instituciones. Con esta conmemoración Cartagena ha comenzado a recuperarse y parecerse a sí misma, y en este 2017 se da continuidad con el “Año de la Ilustración” y el “Otoño Modernista” que viene a consolidar una apuesta por la cultura, el conocimiento y el reconocimiento de quienes nos precedieron. Proyectamos un objetivo enfocado al autoconocimiento de nuestra historia y tradiciones como fin irrenunciable. Desde este enfoque, los cartageneros transmitirán el orgullo por ser parte de esta tierra, convirtiéndonos en los mejores embajadores de su propia ciudad, al poseer herramientas de conocimiento y divulgación. 

 

Cartagena es esa tierra donde puedes encontrarte con la mejor Semana Santa del mundo; con unas fiestas que recrean nuestra historia, como lo hacen los Carthagineses y Romanos; con una explosión de luces, flores y alegría en los Carnavales y las Cruces de Mayo. También se puede disfrutar de una rica y amplia gastronomía. Desde el famoso café asiático, pasando por nuestro arroz caldero o los ‘suspiros’ para los amantes del dulce. 

 

Además, Cartagena es un amplio municipio compuesto por unos barrios y diputaciones (lo que en otras partes de España se conocen como pedanías) con una historia y una riqueza propias del mejor de los lugares, digno de ser visitado.

 

Cómo no, nuestro Mar Menor que, aún mermado por la inoperancia e irresponsabilidad de los anteriores gobiernos locales, del de la Comunidad Autónoma y del gobierno de España, continúa ofreciendo un caudal de oportunidades. Se trata de un enclave natural único en el mundo, con su fauna y flora, que debemos cuidar entre todos. Éste es otro de los grandes atractivos que ofrecemos, ya que el municipio de Cartagena cuenta con todas aquellas posibilidades que cualquier persona desearía de cara a realizar un viaje. Montaña, dos mares, patrimonio arqueológico e histórico, buena gastronomía, fiestas con un tremendo arraigo entre los cartageneros y un clima con más de trescientos días de sol al año. 

 

Es por ello por lo que consideramos que Cartagena merece su justo reconocimiento. Porque es una joya para todos los sentidos, un tesoro con un sinfín de posibilidades aún por explotar, para lo que necesitamos la colaboración de todas las instituciones, a las que vuelvo a pedir solidaridad, para hacer más Cartagena, más región y más España.

 

– Venga, alcalde, que me han dicho que le tire de la lengua, que usted se corta poco: hábleme de la corrupción en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia…

 

Le hablo de todo lo que usted quiera pero, por desgracia, para hablar de corrupción no hace falta mirar más allá de nuestra propia ciudad a la que, usted mismo, en un artículo suyo muy celebrado en Cartagena, afirmaba que era “la fábrica de corrupción del Partido Popular”. Los cartageneros hemos vivido avergonzados, durante años, viendo como la alcaldesa, Pilar Barreiro, era portada nacional de los principales periódicos por su involucración en casos como ‘Novo Carthago’, una trama de corrupción urbanística que permitía la recalificación de un espacio protegido para la construcción de un complejo turístico de 10.000 viviendas. O en la archiconocida ‘Operación Púnica’, donde algunos denunciamos que hundía sus raíces en Cartagena, con la presunta relación popular/socialista de la exalcaldesa Barreiro y el exalcalde José Antonio Alonso. Pero, claro, si lo extrapolamos al conjunto de la Comunidad Autónoma, el panorama no puede ser más desolador. El Partido Popular nos ha sido convertido en el sonrojo nacional por su desvergüenza y ambición. Y lo hacen amparados en su impunidad. Un escenario que nosotros, como partido independiente, al carecer de ‘jefes superiores’, lo vemos inadmisible ¿Con qué autoridad gobiernas sobre lo público si eres incapaz de respetar las normas de juego y sólo velas por agarrarte a un sillón? Es el modo de hacer del que carece de otro modo de vida, del político profesional.

 

– Tal y como está el patio, ¿aún cree que hay solución para Cartagena? 

 

Para Cartagena, para nuestra Comarca y para el resto de la Comunidad Autónoma. Nosotros no miramos hacia adentro, como vienen haciendo otros gobernantes durante más de cuarenta años con la España de las autonomías. Partimos de un centro pero expandimos nuestra mirada al exterior, buscando fórmulas que beneficien a la globalidad. Al pedir una segunda provincia para la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, abanderamos una lucha que busca la igualdad entre ciudadanos, que quiere más recursos y servicios para todos, no solo para los cartageneros. La solidaridad es la clave y a ello apelamos. Vamos más allá de la fundamentación histórica, que ya es suficiente para mantener nuestra reivindicación. Que a nadie se le olvide que no hablamos de crear una nueva provincia, sino de restituir una que ya existía, hasta que Fernando VII castigó a la ciudad por ser partidaria de la Constitución de 1812. Pero es que, además, esa segunda provincia la aconsejan criterios técnicos y prácticos. Hechos reales y tangibles que la gente debe conocer. La restitución de la provincia de Cartagena se traduciría en mayor calidad de vida, más y mejores servicios. ¿Por qué? Porque existiría un reparto más equitativo y mayores fondos para actuar. Y eso son inversiones, colegios, calles, hospitales, limpieza. Todo está interrelacionado.

 

– Alcalde, los españoles están hartos del chantaje secesionista catalán. ¿Cómo creen que entenderán esta aspiración de ustedes de crear la provincia 51?

 

– Vamos a ver, pero si somos todo lo contrario al separatismo. Cartagena es absolutamente española; es más, yo creo que tanta discriminación como hemos padecido, el cartagenero la ha combatido aumentando su sentido de la españolidad. No es que no se entienda Cartagena sin España sino que, sin Cartagena, España no existiría; fíjese hasta donde llega nuestro compromiso con España y si nos sentimos españoles. La gente debe quitarse esos clichés que nos tachan de separatistas o de románticos porque son absolutamente falsos. Somos la ciudad con más sentimiento de españolidad de toda la nación y nuestra demanda no es romanticismo sino sentido de la practicidad: crear la provincia de Cartagena se traduce en más progreso, más futuro y más construcción de España desde abajo hacia arriba. Esta provincia, ¡que tendría mayor población que quince de las ya existentes! aumentaría el peso político de la Comunidad Autónoma (dispondríamos de dos diputados y cuatro senadores más). Propiciaríamos mayor aprovechamiento del gasto público en las necesidades reales y preferentes de los municipios de la nueva provincia, una mayor cercanía a las administraciones públicas por parte de la ciudadanía, una potenciación de la cohesión social. Y no son conclusiones nuestras, sino los avales que se derivan de los estudios de todas las universidades regionales que avalan la biprovincialidad.  

 

Es hora de poner fin a una injusticia histórica. Que a nadie se le escape que la Comunidad Autónoma ha recibido, en el pasado siglo, mucho menos dinero que provincias equiparables, incluso por debajo de otras como Soria, con las evidentes diferencias en tantos aspectos entre ambas. Todo ello debido al carácter uniprovincial.

 

Reivindicamos la provincia porque es necesaria para el progreso de Cartagena, de la Comarca y de la Comunidad Autónoma. 

 

Fíjese, por lo que me decía antes sobre si se percibía nuestra propuesta como separatismo. Yo, que defiendo la provincia 51 de España, la provincia de Cartagena, eliminaría todas las comunidades autónomas porque el sistema de las autonomías ha sido un despilfarro y una pérdida progresiva del sentimiento nacional español. Acabar con el actual sistema de las autonomías comportaría un efecto positivo, ya que son imposibles de mantener si no es eliminando servicios esenciales para los ciudadanos como sanidad o educación. Estoy convencido de que el sistema autonómico no ha logrado hacer más España, sino que la ha convertido en más débil, no ha servido para vertebrar sino para desunir y desde las comunidades autónomas continuamente se está extorsionando a España.

 

– ¿Es capaz de traducir todo esto en datos? 

 

Ésa es una labor fundamental. Creo que hace falta extender una labor pedagógica y que la gente se acerque a escuchar, liberados de perjuicios, los ‘porqués’ que avalan la biprovincialidad. En definitiva se trata de impulsar una nueva descentralización. Nosotros también andamos promoviendo la comarcalización del Campo de Cartagena. ¿Qué quiere decir esto? Ejemplo práctico muy clarificador: tomando como base la gestión de la recogida y el tratamiento de residuos en un solo vertedero, las líneas de transporte en autobús urbano y un servicio de extinción de incendios y salvamento común, manejamos un informe que cifra una reducción de los costes de seis millones de euros, pasando de 63 a 57 millones. Ello mancomunando los recursos de cuatro municipios. Solidaridad.

 

En el caso de la provincia de Cartagena, los datos son igual de reveladores. Y la discriminación que ha sufrido el municipio durante estos años es incontestable. Queremos un reparto de los presupuestos equitativos para paliar una dinámica de indefensión ante unas políticas centralizadoras. Y repito, esto no es separatismo sino vertebración auténtica de España, como le decía antes, construcción de España desde abajo hacia arriba.

 

– ¿Puede concretar aún más?

 

Por supuesto. Vayamos al actual reparto de los presupuestos regionales, si le parece. Un análisis realizado desde el ámbito universitario revela que de 2008 a 2015, el gasto territorializado per cápita destinado al municipio de Cartagena, ha sido claramente inferior a la media regional. En solo estos años, Cartagena ha dejado de recibir unos catorce millones de euros, en el caso de haber percibido una financiación similar a la media regional.

 

Pero es que, en referencia al municipio de Murcia, la cuestión cobra tintes inconcebibles y el agravio comparativo resulta del todo sangrante. El estudio refleja la cuantía económica que le hubiera correspondido a Cartagena, si la asignación del gasto territorializado per cápita hubiera sido igual a la percibida por el municipio de Murcia. En este caso, ¡Cartagena tendría que haber recibido 318 millones de euros en estos año! Seguramente las palabras sobren, ¿no cree?

 

– ¿Cuáles son las principales deficiencias en infraestructuras con las que cuenta Cartagena?

 

Nuestro municipio tiene graves deficiencias en cuanto a infraestructuras. Esto es fruto del abandono y la dejadez con la que durante años se ha tratado a Cartagena por parte de los políticos locales y regionales. Ya durante mi etapa como concejal en la pasada legislatura denuncié en reiteradas ocasiones la falta de infraestructuras que impiden el avance que esta tierra y sus habitantes merecen. Le pongo un ejemplo: el municipio de Cartagena acoge en la época estival a una población cercana al medio millón de personas. Pues bien, para todas ellas, contamos con un único hospital a pleno rendimiento, lo que provoca enormes colas en los pasillos y una atención que quizá no, seguro, no es todo lo buena que merece un paciente. Además, los consultorios médicos de los barrios y diputaciones cuentan con un gran atraso en sus instalaciones. Para subsanar estos problemas estamos trabajando desde el primer día, pero en repetidas ocasiones nos encontramos con el mismo problema: los políticos que, por no hacer enfadar a sus jefes de Murcia, son incapaces de pensar en el bien común de sus vecinos. 

 

Podría ponerle muchos más ejemplos del déficit de infraestructuras que deberían haber llegado a nuestro municipio hace años y que por la falta de solidaridad aún no lo han hecho. Es el caso del AVE, un ejemplo flagrante de lo que le comento. MC se ha mantenido firme en este asunto a lo largo del tiempo, ofreciendo alternativas, como la del baipás de Beniel, mediante el que la Alta Velocidad podría llegar a la región en menor tiempo que con la opción que ofrecen desde la Comunidad Autónoma, que no es otra que su llegada a la ciudad de Murcia, y desde ahí, hacerse extensible al resto de municipios.

 

El Corredor Mediterráneo o la ZAL son otros casos palmarios del centralismo que sufrimos en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Creo que no cabe en la cabeza de ninguna persona razonable el hecho de que dos infraestructuras de este tipo no pasen por Cartagena, que posee uno de los puertos comerciales más importantes de España y de Europa.

 

En el mismo sentido podría enumerarle deficiencias en infraestructuras deportivas, educativas, de transporte o servicios sociales donde tenemos que asumir un gasto de 14 millones de euros en competencias que son impropias.

 

Por todo ello llevamos muchos años luchando y por todo ello se hace más necesaria la restitución de la Provincia de Cartagena. Realmente necesitamos que nos oigan, que sepan que existimos, que nos sentimos tan españoles como el que más y que es de justicia que el Gobierno de este país y el de esta Comunidad Autónoma empiecen a revertir un poco de todo lo que Cartagena les ha dado a lo largo de los años.

 

– Para ir concluyendo ¿es usted el alcalde más chulo de España o el pájaro que revolotea en medio del estercolero? 

 

Intuyo por donde viene esta pregunta. No, ni una cosa ni la otra. Soy un trabajador, empresario del café, que ahora anda metido en política para ayudar al progreso de mi ciudad y de mis vecinos. Pero sí, vivimos en una sociedad en la que todo tiene que estar catalogado, también las personas. Y a mí me tocó lo del ‘alcalde más chulo de España’. Fue curioso aquello. Si he soportado todas esas infamias es porque pienso que hay un bien mayor, lo que me motiva a estar aquí y seguir trabajando por Cartagena, lo que más quiero junto a mi familia. Y resulta que un día, en un momento dado, durante un pleno se genera una polémica ficticia en la que me atribuyen una desconsideración que no cometo, para hacer, mediante un montaje de otros momentos esporádicos y manipulados, un video que hacen llegar a los medios nacionales ¿Cómo? Bueno, considerémoslo un publirreportaje bien pagado por aquellos a los que mi partido les quitó la silla y el foco de la cámara. Y entonces sí se habla de Cartagena en todos los medios nacionales, me convierto en la diana de las tertulias que se entretienen con veinte segundos de vídeo manipulados, pero que no se hacen eco de las necesidades de Cartagena que hemos explicado en esta entrevista, la discriminación que sufre esta tierra o cómo somos capaces de eliminar en poco más de un año más el 35% de la deuda de este Ayuntamiento. Eso no es noticiable, ¿verdad?

 

Una mentira, repetida mil veces, podrá parecer una verdad, es cierto, pero nunca lo será. Debo ser una persona incómoda, indomesticable… No negocio con multinacionales; no vendo mi ciudad y patrimonio; no renuncio a mi identidad, quiero servir y no servirme. Así llegué y así me iré. 

 

– Esta debe ser su una de sus últimas entrevistas como alcalde. A mí me aseguran que no dejará usted el cargo…

 

Voy a hacer lo que hace, día a día, cualquier persona honesta: cumplir con mi palabra. Lo que ocurre es que con tanto “despido en diferido”, con tanto “Luis, se fuerte” para luego ignorar lo escrito por SMS, con tanta mentira como la del ex presidente de la Comunidad Autónoma que dijo “si me imputan, dimitiré” y después olvidó lo dicho… el ciudadano se ha acostumbrado, por desgracia, a las mentiras de los políticos. Lo que debiera ser algo normal, cumplir la palabra dada, se convierte en extraordinario cuando lo hace un político. Pero ya le he dicho que yo no soy un político sino que estoy de político; dedico una parte de mi vida al servicio de mis ciudadanos, pero no vivo de esto ni quiero hacer de la política mi profesión. Yo firmé un pacto en virtud del cual debía dejar la alcaldía a los dos años y lo voy a cumplir. Y no hubiera sido necesario, si quiera, ninguna firma mía. Cuando doy mi palabra no existe vuelta atrás, Comenzó usted la entrevista hablándome de principios y de valores. Pues esos son los principios y los valores que me enseñaron mis padres y de los que no reniego jamás. Tal vez, por eso, no soy un político al uso. Cumpliré mi palabra, por supuesto, y dentro de unos días cederé la alcaldía tal y como me comprometí. Y seguiré trabajando con las mismas fuerzas y la misma energía por Cartagena: de eso que no le quepa a usted ninguna duda.

 

Pepe López es, definitivamente, un político raro. Puede que sí sea algo chulo (también lo soy yo) pero más que chulería a mí me resulta un hombre vehemente que defiende con pasión sus posicionamientos. Intuyo que, en este despacho, empiezan a instalarse las meigas de la melancolía. En pocos días se producirá el relevo y entregará la vara de mando a la socialista Ana Belén Castejón que, al menos en cuanto a popularidad respecta, tendrá que hacer mucho para igualar a su predecesor en el liderazgo institucional de la trimilenaria ciudad de Cartagena. 

 

El alcalde se levanta y me acompaña hasta la puerta, Volvemos a darnos la mano como lo hacen los hombres que cumplen su palabra, apretando fuerte y mirándonos a los ojos. Me promete un almuerzo relajado en cuanto se produzca el relevo y me asegura que me contará cosas que no puedo ni imaginar, excrementos ocultos de políticos de la tierra con los que llenar contenedores de información que podrían ponerse a disposición de la Fiscalía Anticorrupción si la Fiscalía Anticorrupción sirviera para algo. Pero creo que ya no deben quedar muchos ciudadanos que crean en la imparcialidad y la eficacia de esta institución que pone al frente a un fiscal deseado por delincuentes, que intenta entorpecer la labor de los fiscales y que, al final, se ve obligado a dejar el puesto cuando se descubre que tiene intereses en paraísos fiscales. Espero que el entrevistado, cuando deje la alcaldía, cumpla con su palabra. Espero ansioso ese almuerzo. 

FUENTE: LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO.