«No soy de los que levantan la bandera blanca. Cuando todo se resuelva y si mis compañeros así lo estiman, volveré a ser un representante público y honraré con mi trabajo a las instituciones. A todos los que se puedan alegrar hoy de esto, les digo que volveré«. Eran las palabras finales que Jordi Cañas Pérez (Barcelona, 1969) pronunció en su última rueda de prensa como portavoz de Ciutadans —aún se llamaba así el partido— en el Parlament. Era abril de 2014 y terminaba la trayectoria como diputado autonómico del que llegó a ser el hombre fuerte de Albert Rivera, su número dos, en Cataluña. Se marchaba tras ser imputado por un asunto personal, que nada tenía que ver con la política. Cinco años después, vuelve a la primera línea en la lista del Parlamento Europeo que encabeza Luis Garicano.
Cañas no solo era el portavoz del grupo, sino una piedra angular en el partido naranja que dos años antes, en 2012, había logrado el que fue su mejor resultado en la tierra que lo vio nacer. Nueve diputados en el Parlament. Uno era Cañas y, otra, Inés Arrimadas, que aún no había tenido un papel protagonista ni de lejos. Pero Cañas llegó muchos años antes. Tras pasar por el PSC durante largo tiempo, dio el salto a Ciudadanos por el mismo motivo que muchos otros lo habían hecho antes y, sobre todo, hicieron después. La fuerte decepción con los socialistas catalanes y el firme convencimiento de que el partido de aquel joven barcelonés, Rivera, decía las cosas tal y como eran. Sin pelos en la lengua. Y esa frase representaba a Cañas.
Desde 2007, formó parte del comité ejecutivo naranja (aún socialdemócrata,según su ideario). De hecho, Cañas fue el principal defensor de mantener el origen ideológico durante la asamblea de 2017 en la que el partido dio un giro hacia el liberalismo. El debate de ideas lo protagonizaba Cañas —junto al sector crítico catalán que le respaldaba— y Juan Carlos Girauta, firme defensor del liberalismo y amigo íntimo del primero.
Ya en 2010 Cañas había salido elegido como uno de los tres diputados que el partido obtuvo en las autonómicas. En 2011 encabezó también la candidatura a las municipales de Barcelona, pero ni siquiera obtuvo acta de concejal. Tras la disolución prematura del Parlament (la IX legislatura apenas duró dos años) llegaron las autonómicas de 2012, que no solo le auparon hasta la portavocía, sino que aquellos resultados fueron el germen de lo que vendría después. Ciudadanos había dejado de ser un partido minoritario en Cataluña.
Cañas era el escudero de Rivera, su número dos, su hombre de confianza y, en gran medida, la cabeza pensante del partido en aquel tiempo. La noche electoral de 2012 Rivera salía a celebrar los nueve diputados que le hicieron triplicar su representación en las instituciones catalanes. Al fondo se veía la cabeza de Arrimadas, que había pedido una excedencia en la empresa en la que trabajaba convencida de que la política había llamado a su puerta. Nadie se había percatado hasta el momento del talento que escondía. También estaba Carlos Carrizosa, actual líder de la oposición en el Parlament y miembro de la ‘vieja guardia’ de Rivera.
Una de las frases que pronunció el líder del partido aquella noche le ha seguido acompañando durante años: «Hoy más que nunca podemos decir que Cataluña es mi tierra, España es mi país y Europa, mi futuro«. El célebre corazón de las tres banderas (en el que Arrimadas se apoyó durante las catalanas de 2017 que ganó como primera fuerza) tenía su origen real años atrás y fue idea y obra de Jordi Cañas. Antes de los fichajes que hoy son indispensables en el partido, como es el caso del secretario de Comunicación, Fernando de Páramo, en la formación naranja recuerdan aquel periodo en el que literalmente eran tres gatos. Y Cañas ocupaba ese y otros puestos hoy distribuidos, encargándose de diseñar lemas e ideas que calaran en la ciudadanía.
Decidió dimitir y soltar el acta de diputado en abril de 2014, después de que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña le imputara por un supuesto fraude fiscal a la Hacienda Pública cuando era administrador de una sociedad limitada en 2005, antes incluso de que se fundara Ciudadanos. La investigación no era por un caso de corrupción, pero optó por marcharse ese mismo día y renunciar así al aforamiento. «Dejo el acta de diputado porque quiero tener un comportamiento ejemplar y ser fiel a mis principios éticos y políticos», dijo en una comparecencia en la que se emocionó al hablar de sus padres. Hubo un largo silencio para contener las lágrimas que solo interrumpió para decir: «Solo espero que estén orgullosos».
Lo pasó muy mal al renunciar y sintió el abandono que muchos relatan cuando en política las cosas salen mal. Aunque no sea culpa de uno mismo. Siempre contó, eso sí, con el apoyo de algunos como Girauta. Amigo y admirador suyo, como reconoce él mismo por su conocimiento de la historia, su cultura y su entereza, que se lo llevó a su equipo de Bruselas como asesor aquel mismo 2014 cuando aún era eurodiputado. No iba a dejarle tirado.
Lo que siempre supo Cañas fue que la situación «se resolvería». Por eso al dejar el acta advirtió «que seguiría en política» recordando que para hacerlo no era imprescindible ocupar un cargo público. No lo era. En Cataluña lo saben bien. Durante casi cinco años continuó visitando agrupaciones, cenando con militantes, viéndose con dirigentes. Siempre a la sombra. Siempre manteniéndose fiel al partido. Lo prueba el respaldo intacto con el que hoy sigue contando en zonas clave de Barcelona, como la propia ciudad y el Bajo Llobregat. «Es de los nuestros», dicen muchos y no solo en Cataluña.
Si podía parecer que aquel episodio truncaría sus aspiraciones en la política, Cañas finalmente vuelve a casa, a Ciudadanos, y a la primera línea. Lo hace como número 6 en la lista naranja europea con Garicano y Maite Pagazaurtundúa, en un puesto considerado de salida según los cálculos del equipo de Rivera. A pesar de su distanciamiento del líder nacional, «estos años han sido duros», recuerdan en su entorno; la formación tenía claro que si las cosas salían bien tendría una nueva oportunidad. En febrero del año pasado, cuando resultó absuelto por el TSJC, el secretario general, José Manuel Villegas, le telefoneó para que supiera que estaría donde él quisiera estar.
Cañas sabe que el partido de ahora es muy distinto al que dejó en 2014. La implantación territorial por toda España, los dirigentes emergentes e incluso la política de pactos. Todo ha cambiado y su sitio, entiende, al menos por ahora, está en Europa. Primero, porque estos años como asesor —de Girauta y después de Javier Nart, con quien también comparte lista este 26-M— le han hecho conocer de primera mano el funcionamiento interno de Bruselas. Es también un buen sitio para volver a la política, lejos de la disciplina partidista.
No son pocos los que celebran su vuelta. «Un perfil intelectual como el suyo aporta mucho», recuerdan. Otros se mantienen expectantes ante su despegue. En las últimas semanas de precampaña su presencia en los medios ha dejado de ser latente para convertirse en activa. En el partido saben que podrán contar con él para las batallas más duras. «Es un hueso muy duro de roer», aseguran recordando las grandes contiendas verbales libradas contra el nacionalismo en el Parlament. Sin duda, uno de los dirigentes más mediáticos que han pasado por Ciudadanos, y que ahora vuelve a casa. Ya lo avisó hace cinco años.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL