El espionaje de la operación Kitchen afectó a Luis Bárcenas, a su entorno y a todo aquel que tenía contacto con su familia. Tanto, que los agentes que formaron parte del dispositivo secreto que ahora investiga la Audiencia Nacional controlaron incluso dos cenas de la mujer del extesorero del PP, Rosalía Iglesias, con el periodista Pedro J. Ramírez.

El objetivo de los policías con estos seguimientos, según fuentes participantes en la operación, era conocer los datos que la mujer de Bárcenas podía poner en manos del entonces director de El Mundo, responsable de la publicación de los SMS en los que el presidente Rajoy le decía al extesorero: «Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos».

Estos seguimientos, confirmados a EL ESPAÑOL por participantes en el operativo, respaldan la tesis de la Fiscalía de que altos cargos del Partido Popular se sirvieron de las estructuras policiales para asuntos personales. En este caso, el interés respondía en realidad a la voluntad de controlar el nivel de acceso a información que tenía la prensa sobre la relación entre el extesorero -en prisión preventiva en aquellas fechas- y la cúpula del PP, con el presidente Mariano Rajoy y la presidenta del partido María Dolores de Cospedal a la cabeza.

De hecho, según la tesis que maneja la Fiscalía, el objetivo de este operativo pasaba por localizar grabaciones u otro tipo de información que afectara directamente a la reputación o a la posible implicación de altos cargos del partido en la financiación ilegal y el desvío de fondos al extranjero. Poco antes de los seguimientos, ocurridos en 2013, la Audiencia Nacional había encontrado 47 millones de euros en Suiza controlados por el extesorero por medio de distintas sociedades.

Hombres con cámaras en el casco

El primero de los encuentros espiados fue una cena en un hotel ubicado en la calle Diego de León de Madrid, cerca de la vivienda particular de la familia Bárcenas. A la cita acudieron Pedro J. Ramírez junto con su pareja y Rosalía Iglesias con su hijo Guillermo. Cuando entraron, el local estaba prácticamente vacío, pero pronto comenzó a llenarse de personas que trataron de sentarse cerca de su mesa. La actitud de los comensales recién llegados llamó tanto la atención a Ramírez que llegó a reprochar a varios de ellos el interés por conocer lo que estaban hablando.

A la mañana siguiente, un portal de noticias de ámbito nacional publicó incluso partes literales de la conversación que Rosalía Iglesias mantuvo en aquella cena con el entonces director de El Mundo.

Por su parte, Pedro J. Ramírez denunció públicamente el seguimiento y en declaraciones a Mañanas Cuatro, explicó el 2 de agosto de 2013 que llevaba varias semanas detectando seguimientos. Que personas desde motos controlaban sus movimientos y le grababan con cámaras instaladas en sus cascos, mientras otros vigilaban en los aledaños de su domicilio particular.

En concreto, el servicio de seguridad del periodista detectó las vigilancias tras la publicación del artículo Cuatro horas con Bárcenas, donde Ramírez relataba los datos que el extesorero le había confesado sobre la corrupción y el pago de sobresueldos dentro del PP antes de entrar en prisión. Al día siguiente, el diario publicó las primeras pruebas documentales sobre los cobros en B de altos cargos del partido. Fue ahí cuando empezaron los seguimientos.

«Me gustaría pedirle públicamente al señor Rajoy que desmonte el mecanismo de vigilancia y seguimiento organizado en torno a mi persona. Está limitando mi capacidad de movimientos y me hace sentirme limitado en el ejercicio de mi derecho a la información», declaró el periodista públicamente tras detectar un dispositivo de vigilancia ante su propio domicilio.

Los implicados echan la culpa al CNI

Ante el juzgado, los principales investigados han negado cualquier seguimiento a terceros que no fueran miembros de la familia Bárcenas. Han rechazado de plano que su intención fuera controlar los encuentros de la esposa de Bárcenas con periodistas y han asegurado que sólo pretendían obtener información relevante sobre el posible patrimonio oculto de la familia.

Sin embargo, hay un dato esencial que no concuerda con esta versión: la cúpula de la Policía e Interior no entregó nunca a la Justicia documento alguno o información obtenida con este dispositivo secreto.

Fuentes del Ministerio del Interior en aquellas fechas mantienen que quienes siguieron aquellas citas de la operación Kitchen detectaron que Pedro J. Ramírez tenía también un dispositivo que seguía sus pasos. Pero aseguran que ese equipo era externo a su operación; bien compuesto por terceros privados o bien del Centro Nacional de Inteligencia. En cualquier caso, niegan que fueran policías. Algo que también trata de determinar la Audiencia Nacional.

Espionaje a los abogados de Bárcenas

A la primera reunión en el hotel entre Ramírez y Rosalía Iglesias le siguió un nuevo encuentro casi un mes después en el restaurante Jai Alai de la capital. En esta ocasión, la cena fue más numerosa y a los comensales anteriores se sumó una pareja amiga del matrimonio Bárcenas, el periodista Raúl del Pozoy los abogados del extesorero del PP, Javier Gómez de Liaño y María Dolores Márquez de Prado.

Fuentes conocedoras del dispositivo reconocen a este diario que esa reunión también se controló, que los agentes encubiertos informaron a sus superiores de los intervinientes y de todo lo que pudieron captar de las conversaciones que allí se mantuvieron. En aquellas fechas, Gómez de Liaño era el letrado defensor del extesorero, que estaba ya en prisión, mientras que la exfiscal Márquez de Prado se encargaba de la defensa de Rosalía Iglesias.

 

 

FUENTE: ELESPAÑOL