Inés Arrimadas es una de las dirigentes políticas con mayor proyección personal, aunque ahora rebajada sensiblemente por la difícil coyuntura que atraviesa su partido, desplazado a la sexta posición en el cómputo nacional y con solamente diez diputados en el Congreso.

Convertida hoy en líder «in péctore» de Ciudadanos, ya que todavía no se ha celebrado el congreso extraordinario para sustituir a Albert Rivera, viene asumiendo todo el protagonismo en nombre del partido, como demuestran su propuesta a Pedro Sánchez de formar un Ejecutivo PSOE-PP-C’s, y su presencia en La Zarzuela para las consultas del rey de cara a la investidura.

Ciudadanos ha elaborado un plan para impulsar la figura de Inés Arrimadas, que incluye un primer objetivo: que se enfrente directamente a Pedro Sánchez (y a nadie más) en el Congreso. Por ejemplo, preguntándole en las sesiones de control, aprovechando así una capacidad dialéctica que ya demostró en el Parlamento de Cataluña.

Otro paso es darle la máxima visibilidad mediática, con la presencia en radios y televisiones y concediendo todas lasentrevistas que le soliciten. Ya lo están aplicando, como se comprueba en la frecuencia con que aparece estos días.

La tercera baza es la condición de mujer, que se trataría de confrontar con el resto de líderes políticos nacionales, todos ellos varones. Consideran en Ciudadanos que constituye un “elemento diferenciador” que le distancia de Pedro Sánchez, Pablo Casado, Santiago Abascal y Pablo Iglesias.

Pero, a la hora de unas elecciones con enfoques presidenciales, ¿de verdad se convertirá en una ventaja el dato de ser mujer? Se trata de algo que está por ver, puesto que en España nunca ha existido una candidata a esos niveles.

Durante la batalla por la sucesión de Mariano Rajoy en el PP, de los tres contrincantes a las primarias, dos eran mujeres, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.

Cuando quedaron Soraya y Casado mano a mano, uno de los argumentos que se utilizó en favor de la primera fue que sucondición femenina podría constituir una ventaja en unas elecciones generales, por la novedad de presentar una mujer como candidata a la presidencia del Gobierno.

Como digo, está por ver si esa circunstancia será o no un plus electoral, en un panorama político de líderes varones.

No obstante, esa pretendida exclusividad de Arrimadas podría verse neutralizada si apareciera otra candidata. Y en ese horizonte habría que pensar en Irene Montero, insistentemente presentada como el relevo de Pablo Iglesias dentro de Podemos.

De todas formas, para todo eso falta algún tiempo. O quizá no tanto. Son muchos los que vaticinan una legislatura muy corta, de dos años como máximo, momento en que volverán a convocarse elecciones generales.

Esa puede ser la oportunidad para Inés Arrimadas y, en su caso, para Irene Montero. Porque ni en el PP ni en el PSOE se atisba en este momento una opción de cambio de líder, y menos aún que lo protagonice una mujer.

 

 

FUENTE: ELCONFIDENCIALDIGITAL