No hay hombre bueno que no pueda ser mejor, ni hombre malo que no pueda ser peor.

Siempre hemos mantenido desde esta columna de opinión que gobierna mejor una persona buena que una sabia. Y creo que la realidad nos lo confirma. Vaya esto por delante porque siempre hemos dicho que desde este apartado mantenemos el espíritu crítico dentro de lo que ha de ser la profesionalidad del medio y que esto no tiene nada que ver con lo personal ni mucho menos. Antes al contrario, en la última edición publicábamos la entrevista de una persona a la que nos une muchísimos años de amistad y a la que ahora, como es debido, abrimos las puertas de esta casa para que nos hable de su labor al frente del consistorio.

Por tanto, ni que decir tiene que el aprecio personal no tiene nada que ver con la labor crítica que debemos hacer desde este apartado y esto creo que se entiende perfectamente. Desde luego, normalmente no es necesario decir estas cosas pero creo que en este caso es merecido porque, repito, lo hacemos desde el convencimiento de que gobierna mejor una persona buena que una sabia.

Otro cantar sería la forma de gobernar, que eso puede desvirtuar la labor y el camino que, como pudimos observar en el transcurso de la entrevista, viene jalonado de valores democráticos que, ojalá, se pudieran poner en práctica sin las numerosas dificultades que sabemos se le presentan a cualquier gobernante en el ejercicio de sus funciones.

Por eso creo que es necesario hacer hincapié en la forma, en especial cuando se trata de una legislatura en la que parece que hablamos mucho de dineros y en la que nos estamos centrando en políticas de gasto cuyos objetivos de mejora de la vida de los mazarroneros son cuestionables por muchos vecinos.
En una nueva entrevista que publicamos esta semana a otro líder político también hemos oído hablar de dinero, del mucho que dispone el Ayuntamiento de Mazarrón y cómo se va a gastar. Ya advertíamos a principios de esta legislatura del peligro que esto tiene porque, es evidente que, cuando oímos hablar tanto de obras, a cualquiera nos saltan las alarmas aunque sólo sea por prudencia o precaución.

Y esto no nos lo inventamos, basta con que cualquiera que tenga un ordenador o un móvil se moleste en echar un vistazo a la hemeroteca para que le haga pensar en cómo nos estamos jugando los cuartos a fecha de hoy en Mazarrón. Porque parece que si la memoria a corto plazo nos funciona más bien poco, no digamos ya la memoria a largo plazo, y ya no nos acordamos de las sombras de la corrupción de anteriores legislaturas.

Viendo los planes y las actuaciones que tenemos pensadas para los mazarroneros me asaltan grandes dudas. ¿De verdad todos esos proyectos contribuirían a mejorar la vida de los mazarroneros? Y lo más importante: ¿realmente responden este tipo de propuestas al interés general?.

Como la ley resulta que es así de malvada y la legislación vigente no permite tonterías, imagino que los técnicos advertirían (muy bien advertido) sobre la forma, modos, usos y maneras de mover ese capital y que no está para esas tonterías.

Así que, nuevas propuestas que ponen en tela de juicio actuaciones que ya se han realizado en Mazarrón. Y les pondré el ejemplo del famoso ‘auditorio’, ese mismo que todo el mundo sabe que fue una obra de lo más millonaria e inútil (como otras tantas en los últimos años) y sobre la que ahora, cuatro años después, se nos anuncia la necesidad de otro auditorio y las ‘opciones’ que tenemos para conseguirlo. ¿Cuántos auditorios necesitará Mazarrón?.

‘No todos los hombres malos pueden llegar a ser buenos, pero no hay ningún hombre bueno que no haya sido malo alguna vez’.

 

EDITORIAL LA VOZ