Puede ser que Pedro Sánchez esté practicando la cortesía social del regalo, propia de estas fechas navideñas, o tal vez sea, sencillamente, que su partido se alinea una vez más con el SPD alemán, que vuelve a proponer die grosse koalition con la Merkel, pese al precio electoral que acaba de pagar en las urnas. No se puede entender de otro modo la oferta “gratis total” que Pedro Sánchez ha enviado a Mariano Rajoy justo cuando su gobierno está contra las cuerdas parlamentarias. Anunciar que Podemos deja de ser el socio preferente de los socialistas, tal como fue definido tras la resurrección del secretario general defenestrado, equivale a proclamar al PSOE como socio incondicional del PP. Ni Susana Díaz se había atrevido a llegar tan lejos. Pero, sobre todo, significa renunciar de entrada a la construcción de una sólida alternativa progresista que pudiese convertirse en el relevo gubernamental, en caso de que estallara la grave crisis institucional que viene gestándose desde 2015.

La interminable agonía del régimen del 78, desde el ángulo de las siglas políticas, evoca el escenario existente cuando fue parido tras el fallecimiento del dictador Franco. Rajoy no es, desde luego, Suárez; pero Rivera sí es el Fraga de hoy. Como el PP nunca ha sido UCD; pero Ciudadanos sí reproduce el radicalismo de Alianza Popular. Si entonces la pugna residía en cómo avanzar, ahora reside en cómo retroceder. Es en ese cuadro cainita de la derecha española, bastante agudizado por la misma cuestión catalana que lo agudizara durante la transición, donde hay que encontrar hoy la explicación de la oferta gratis total de Pedro Sánchez, que toma como modelo la experiencia de González. En una palabra, tratar de que el PSOE se beneficie, total o parcialmente, de esta confrontación interna entre Rajoy y Rivera.

No va a ser así probablemente, porque tanto el PP como Ciudadanos coinciden plenamente en sus objetivos económicos, basados en los recortes sociales, sin más enfrentamiento que la aparente lucha sobre la corrupción que protagoniza la mafia de la Moncloa. Combate relativo, por otra parte, ya que como bien acaba de señalar el Tribunal de Cuentas la financiación que se perfila sobre el partido de Rivera es cuando menos dudosa. Todo ello, sin olvidar que Cataluña, donde nació Ciudadanos denunciando la estrecha colaboración de Aznar y González con Pujol, nada tiene que ver con el mapa electoral de España. La derecha española ha estado tan ausente en Barcelona como presente en Madrid y, por lo tanto, su traducción electoral no puede ser exactamente la misma más allá que más acá del Ebro.

Pero, aún en la hipótesis de que lo fuera, Pedro Sánchez debería ser oposición y presentar una moción de censura contra Rajoy, como la presentada por Felipe González contra Suárez en mayo de 1979, o sumarse a la que pudiera presentar Podemos. Ni González ofreció un gratis total, ni repudió al PCE como hoy se descalifica a Podemos. Mucho antes de que aquel PSOE llegara a la Moncloa en 1982, era ya una sólida alternativa política hegemónica a las dos derechas representadas por UCD y AP. No es ese el caso del Partido socialista actual. Al contrario, son ahora el PP y Ciudadanos quienes detentan hoy una amplia hegemonía política en la sociedad española. En estas condiciones, Sánchez no puede ser más que un comodín sobre el que la derecha puede asentarse en caso de que lo necesitara. Ninguna fuerza política progresista en solitario puede hoy llegar a la Moncloa , salvo que vaya de muleta de la derecha.

El precio que va a pagar Sánchez por el gratis total es, además, muy alto. No se abandona la oposición sin coste alguno. Lo que ganó llevando de socio preferente a Podemos en las primarias, lo perderá convirtiéndose en único socio incondicional del Partido Popular. Quienes se pasaron entonces de la formación morada a la rosada, iniciarán el camino de vuelta o irán a la abstención. Junto con la grave crisis catalana, que no encontrará salida alguna dado el interés electoral de toda la derecha en taponar las posibles salidas, estallarán pronto nuevas crisis sociales anunciadas ya en los nuevos Presupuestos. Nada puede ser más lesivo para el PSOE que el haber arrojado la toalla de protagonizar la oposición. Peor aún para ellos, el haberla arrojado en manos de Podemos que pasará ahora a monopolizar toda la oposición justo cuando va a intensificarse la involución de la derecha.

Paradójicamente, el gratis total de  Pedro Sánchez a Rajoy puede acabar beneficiando a Iglesias. Todo depende de si Podemos, una formación joven abocada a graves problemas políticos nada más nacer, puede superar hoy las deficiencias organizativas y políticas que padece, producto de la heterogeneidad desde la que fue gestada. Posee un líder potente y reconocido, pero ese claro reconocimiento no se hace extensivo ni a su linea política ni a su organización. El gallinero político habido con la cuestión catalana no ha sido beneficioso y no sería nada bueno que se repitiera. Si finalmente Podemos se consolida como partido, con una dirección sólida y una organización eficaz, es muy probable que acabe convirtiéndose en un referente obligado de todas las fuerzas progresistas del Estado español. En apenas un año y medio, lo que resta hasta las próximas elecciones municipales y autonómicas, sabremos si ya ha podido conseguirlo. Y conoceremos también entonces, si desde el poder municipal progresista se inicia la contraofensiva democrática.

 

 

FUENTE: PÚBLICO