Si algo llama la atención de la sociedad es ver como los que antaño fueran grandes hombres, personajes que convirtieron una institución en un chiringuito gobernado de manera caciquil, caigan a las fosas abisales, al infierno más cruel, para purgar sus pecados.
El Español ofrece este 10 de diciembre de 2017 la primera parte de una más que extensa entrevista con el que fuera presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. Más allá de las intrincadas explicaciones y justificaciones sobre sus casi 30 años de mandato, lo que realmente llama la atención es como, de repente, este todopoderoso dirigente se vio desprovisto de golpe y plumazo de algo tan valioso, pero que no se le da la importancia necesaria, como es la libertad y la intimidad.
El relato sobre su estancia en el calabozo es para enmarcar:
Un guardia civil en mi casa me había dicho: «Coge ropa, que no vas a volver a casa. Y el cinturón no te lo van a dejar». Y así fue… En el calabozo pasé dos noches antes de ir a la Audiencia Nacional. Era un calabozo de 9 o 10 metros cuadrados, sin ventana, solo para mí. Con un timbre por si tienes necesidades físicas. Yo tuve en dos ocasiones. Te llevan a un cuarto de baño donde el guardia civil está a dos metros tuyo. No sé si será el protocolo exactamente… Es humillante que vayas a hacer de cuerpo y tengas un guardia civil a un metro viendo cómo estás haciendo tus necesidades. Con una puerta abierta. Pero bien, igual son los protocolos… En todo caso, la Guardia Civil me trató muy bien.
Imita al Rull de turno hablando de la gastronomía carcelaria:
Cuando dicen que se come bien, no es verdad. Y lo puedo hasta comprender… No vas a tener un cocinero para ti en el calabozo. No es mala la Guardia Civil, es malo el sistema. En la cárcel, en 11 metros cuadrados, tienes un cagadero al aire libre, con olores y demás, y una ducha para los dos que hay que echarle lejía porque está sucia… Y un colchón con manchas de toda índole, y una sábana encima… ¡Es el sistema, no es el funcionario! Habrá cabrones, pero como en todas partes. Por eso cuando Juan [Padrón] salió de la cárcel y dijo ‘me han torturado’, tiene razón. El sistema nos ha torturado.
Explica por qué dice que en la prisión se tortura:
Un día Juan [81 años] se desmayó y se le puso toda la cara amarilla, con los labios morados. Perdió el conocimiento. Mi hijo le atendió, y pienso que le salvó la vida con un trozo de plátano medio podrido que llevaba en el bolsillo para la noche. Luego le dio agua y volvió en sí. Creo que le había bajado la tensión demasiado. Todos los presos me decían: «Cuando salgas, por favor cuenta esto». No es el maltrato de las personas, es el sistema. El sistema no es bueno. Juan se refiere a eso. Lo que pasé yo y mis compañeros lo demuestran.
Y se pone en plan ‘Calimero’ asegurando que él, como presidente federativo, esperaba mejor trato por parte de Prisiones.
En mi periodo como presidente, nosotros hemos ayudado a los presos con las prisiones: hemos organizado cursos gratis para ser entrenadores, un campeonato de España de fútbol, titulaciones de árbitros… He asistido a varias finales de un campeonato penitenciario de España. Los funcionarios sí se preocuparon por mí, pero ninguna de las personas con las que habíamos construido la colaboración con Prisiones se dignó a saludarme. Ni una visita.
FUENTE: PERIODISTADIGITAL