Arnaldo Otegi ( Elgoibar, 1958) es para algunos uno de los artífices de la negociación que ha llevado a la disolución de ETA. Para otros encarna a una izquierda abertzale cómplice de la banda terrorista. Otegi reconoce que le hubiese gustado que el fin de ETA hubiese llegado antes, niega que la organización haya pedido un perdón selectivo y revela que estos días ha recibido algunos mensajes de víctimas «sorprendidas’ por que la organización hubiese reconocido el dolor causado.
El coordinador de EH Bildu insiste en que para curar las heridas aún abiertas en la sociedad vasca es imprescindible mirar hacia adelante y rechaza que en Euskadi exista un problema de convivencia.
¿ETA ya es historia?
Sí, yo creo que el otro día se dio fin a lo que nosotros hemos denominado un cambio de ciclo muy largo. Esas siglas han dejado de estar presentes en la vida política del país. Hemos pasado 60 años en los que han estado permanentemente. Estamos satisfechos en la medida que algunos y algunas de nosotros iniciamos un largo camino que nos costó la cárcel para que la lucha armada desapareciera de la ecuación política vasca. Esto ya es una realidad y ahora mismo ETA ha pasado a formar parte de la historia de este pueblo.
Mucha gente cree que la disolución de ETA ha llegado tarde y mal.
Hay un interés por parte de determinados sectores por quitarle carga política a lo que ha sucedido. Un interés por hacer ver que prácticamente ha sido una mala noticia. Estamos sorprendidos por el nivel de crispación y de descrédito con el que algunos han saludado esta noticia.
Siempre es debatible si hubiese sido posible antes o no. Nosotros también pensamos que tenía que haber sido antes, pero siempre junto a esto hemos hecho una reflexión: es muy difícil hacer este tipo de cambios si uno no consigue persuadir a una gran mayoría de la gente de que es necesario hacer el cambio. Exige un determinado tiempo. Pero ha concluido bien porque es el conjunto de la izquierda independentista, el conjunto de esa organización, los que han tomado la decisión. Eso es un valor en sí mismo y quizás por eso ha tardado tanto, porque hemos hecho las cosas despacio pero las hemos hecho bien.
¿Qué ha hecho la izquierda abertzale para conseguir que llegase este momento?
Hace ya muchos años que la izquierda abertzale planteó en su seno, y no solo por factores políticos sino también por factores éticos, que el independentismo tenía que variar su estrategia. ¿Por qué razones? Por muchas razones. Entre otras, porque desde nuestro punto de vista el ciclo con el que ETA da por finalizada su propia vida política es un ciclo que no se circunscribe solo a escala nacional vasca o a escala estatal española sino que hay que interpretarlo también en un ciclo mucho más amplio, a escala planetaria.
Las izquierdas revolucionarias entienden que el fenómeno de las insurrecciones armadas o de las luchas político-militares tienen que dar paso a estrategias de corte democrático y pacífico. Ha ocurrido en Colombia, El Salvador, en Irlanda y ahora ha ocurrido en este país. Sea cual sea la coyuntura para nosotros es mucho más eficaz en términos políticos y éticos plantear una estrategia de corte democrático.
Alguna vez ha comentado que ahora la izquierda abertzale es realista. ¿En algún momento no lo fue?
Sí, pero a veces se da a la palabra ‘realista’ una acepción que yo no comparto. Somos realistas porque lo queremos todo. Hubo una fase en la que la izquierda abertzale no entendió que su pueblo le demandaba un esfuerzo en otra dirección. En eso la izquierda abertzale ha hecho una autocrítica en la medida en que ha tardado demasiado tiempo en entender que nuestro país exigía otro tipo de estrategia.
Cuando decimos que somos realistas lo decimos en términos de realismo político. Se nos dijo que por las vías democráticas todo era posible y se ha demostrado que no es verdad. Seguimos certificando dos cosas. Una es que el Estado español, que es muy autoritario, no tiene cultura democrática y no sabe dilucidar sus problemas en términos democráticos y mediante el diálogo político, es muy difícil que acepte su plurinacionalidad y el derecho a decidir. Ese es nuestro realismo. En segundo lugar, en temas sociales nosotros hacemos una advertencia: los recortes sociales derivados de la crisis financiera se van a mantener y estamos más cerca de una nueva crisis financiera que de la solución de la crisis.
¿Sin los mediadores internacionales hubiese sido imposible que ETA entregase las armas?
Han jugado un papel fundamental. El pueblo vasco ha puesto un marcha un proceso unilateral, en el que no ha habido socio en la otra parte para poder desarrollarlo. Por eso hemos insistido en la tesis de que no ha habido un verdadero proceso de paz en la medida en que no había otra parte que quería hablar con nosotros. Este es un proceso de paz atípico. Hemos sentido el apoyo de algunos agentes de la comunidad internacional y le doy un gran valor al trabajo que han hecho los mediadores. Creo que en el futuro tendrán que seguir trabajando porque este es un pueblo que necesita también el acompañamiento a nivel internacional.
Hace unos días entrevistamos a Eulàlia Lluch, hija de Ernest Lluch, y situaba el origen del fin de ETA en las conversaciones que mantuvieron Jesús Eguiguren y usted. ¿Está de acuerdo?
Incluso Zapatero ha dicho algo parecido. Me cuesta hablar en términos personales pero sí creo que en Txillarre, que es el caserío donde nos juntábamos, emitimos una señal y fue que, independientemente de cuál fuera la situación y la coyuntura, es posible seguir dialogando. Es posible que gentes que pensamos diferente podamos alcanzar acuerdos. Creo que aquello es el inicio de todo este largo proceso que ha desembocado en la desaparición de ETA.
¿Es posible la pacificación mientras ETA distinga entre víctimas de primera y víctimas de segunda?
Se ha hecho una lectura muy parcial de ese comunicado. En el caso de las bandas armadas es un comunicado absolutamente atípico porque en un primer párrafo ETA reconoce su pesar a todas las víctimas. Lo que dice es que siente el dolor producido, que es responsable de él y que siente pesar por todas las víctimas, sin exclusiones. Lo que pasa es que después, y eso sí que es cierto, hace una apelación a determinadas víctimas a las que pide explícitamente perdón.
Nosotros nos quedamos con el lado positivo de las cosas. ETA podría haberse disuelto sin decir absolutamente nada. Para nosotros es positivo que lo haya hecho en este sentido. Que a algunos no les satisfaga al 100% puede ser discutible, pero que ETA reconozca a todas las víctimas y les muestre su pesar es una especie de abono que debería servir para empezar a hablar más de qué tipo de convivencia queremos establecer, en qué términos y con qué nivel de solidez.
¿Para qué ha servido tanto sufrimiento?
Esa es una pregunta que no me correspondería responder a mí. Es una de las preguntas que debería responder ETA. Lo que sí recordamos nosotros es que el sufrimiento no ha desaparecido en el país. Ahora la única conculcación de derechos y el único sufrimiento existente, además de las heridas del pasado, es el que están sufriendo nuestros presos y presas y nuestros familiares. ETA tendrá que hacer balance de su actividad y la historia será la que juzgue cuál ha sido el aporte o no aporte de esa actividad en un proceso de liberación nacional.
Me quiero quedar con el presente y el futuro. La desaparición de la violencia armada por parte de ETA abre una ventana de oportunidad para hacer muchas cosas. La izquierda independentista ha cumplido escrupulosamente la hoja de ruta que se pactó en Aiete. Hay otros agentes que no han cumplido absolutamente nada y que quieren estar todo el rato mirando hacia atrás.
Nosotros reconocemos a todas las víctimas, queremos que exista verdad, justicia y reparación para todas las víctimas, asumimos el dolor que hemos causado y nos gustaría que otros agentes hicieran lo mismo. Pero si no lo hacen, nosotros seguiremos dando pasos en esa dirección. A partir de ahora, todas las excusas que se han puesto para no abordar un problema que es de naturaleza política o para abordar el tema de los presos han desaparecido. Vemos con una cierta preocupación que existan sectores que ya no estaban preparados para la paz y que ahora todavía están peor preparados para este escenario en el que ETA ya no va a existir. Hacemos una apelación a la responsabilidad. Tenemos la oportunidad de construir un país diferente. Aprovechémosla.
¿Quién no estaba preparado para la paz?
Yo creo que claramente el Gobierno español no ha estado preparado para la paz. Directamente, el Gobierno del PP. ¿Por qué razón? En los últimos largos años de ETA el Estado había convertido a ETA en su enemigo interno. Esto le facilitaba el poder seguir gestionando un Estado en el que las grietas eran evidentes pero el combate contra el enemigo interno, entre comillas, le permitía mantener cohesionado el proyecto de Estado.
Cuando desapareció la lucha armada, nuestra pregunta en la cárcel era: qué enemigo interno va a buscar ahora el Estado español para poder seguir manteniendo unas estructuras que hacen aguas por todas partes, en términos territoriales, económicos, en términos de monarquía-república… Teníamos dudas de si sería el islamismo, o el racismo y la xenofóbia, y al final nos hemos dado cuenta de que ya han encontrado otro enemigo interno. Ahora es el independentismo, el catalán y el vasco. Por eso lo que pensamos es que esos sectores no tienen agenda para la paz. El Estado no tiene ninguna oferta que hacer que sea creíble y con capacidad de seducción ni a vascos ni a catalanes.
¿Lo que está diciendo es que el Gobierno necesitaba a ETA?
Yo solo le propongo a la gente que haga un ejercicio intelectual o práctico. En los últimos ocho años que compruebe quién habla permanentemente de ETA y quién no. Nosotros no hablamos de ETA, llevamos años sin hablar de ETA. Es el Estado el que habla permanentemente de ETA. ¿Cuántos procesamientos por apología del terrorismo ha habido desde que ETA ha dejado la lucha armada? Muchos más que antes. ¿Por qué permanentemente se pone la duda de si se disolverán? El Gobierno necesita todavía extender la sombra de ETA en la realidad política porque no tiene una oferta política que hacerle a este país.
¿Le consta algún tipo de negociación para intentar acercar los presos a Euskadi?
No. Hay líderes del PP que dijeron que cuando ETA desapareciera, la dispersión de los presos duraría 48 horas. Ya van 72 y estamos esperando. Para nosotros que se acabe la dispersión, que los presos enfermos o los que están con una edad muy avanzada salgan a la calle afecta exclusivamente al terreno de los derechos humanos y no es motivo de negociación política.
En cambio, sí tiene que ser motivo de negociación y acuerdo qué ocurre con el resto de los presos. Si se aplicara la legalidad ordinaria dos tercios de los presos que están en cárceles españolas estarían en libertad. Yo creo que aquí se va a abrir una mesa alrededor de la cual se va a alcanzar un acuerdo muy plural entorno a qué hacemos con el tema de los presos. Tenemos derecho a vivir en un país en el que no existan presos.
¿Confía en que el Estado reconozca que existió el GAL y practicó el llamado terrorismo de Estado?
No. Pero ya lo han reconocido. Escuché el otro día a Rafael Vera y era evidente lo que estaba diciendo: que el Estado ha organizado la guerra sucia, ha contratado las mafias de Burdeos y Marsella, asesinos a sueldo a los que pagaba por matar gente. Que han existido miles de casos de tortura es otra evidencia. Pero no porque lo digamos nosotros, sino porque el Gobierno vasco hace unos meses hizo público el informe donde se dice.
Se podrá pensar lo que se quiera del señor Vera, pero al menos fue sincero. Dijo ‘esto era una guerra y nosotros hicimos lo que teníamos que hacer’, con todo lo que eso quiere decir. No creo que el Estado vaya a reconocerlo. Sería muy positivo y una gran contribución a la paz. Pero hay una diferencia respecto a nuestras exigencias y las del Estado. Nosotros no plantearíamos ese reconocimiento para su persecución penal.
No nos gustaría que Felipe González dijera ‘yo organicé los GAL’, que es lo que hizo, para acto seguido ir a la Audiencia Nacional y pedir que le persigan. Lo que decimos es que la gente que torturó debería decirlo. Nosotros hemos reconocido el daño hecho y lo hemos pagado. No solo nos referimos al Estado español. En el informe de las torturas se acreditan casi 400 casos por parte de la Ertzaintza. Lo hacía en época del Gobierno del PNV. Todas las verdades tienen que estar encima de la mesa.
En Euskadi se ha demostrado que con violencia no es posible la independencia. Y en Catalunya se ha comprobado que sin ella, tampoco. ¿Cómo se logra la independencia en la Europa del siglo XXI?
Yo echaría mano de la historia. ¿Por qué consiguieron la independencia Lituania, Letonia, Estonia o Kosovo? Pues porque en un momento determinado de la historia se produjo una grieta geoestratégica en la que había países que combatían en un lado u otro de la guerra fría. Los que estuvieron del lado de la URSS no consiguieron la independencia, como Palestina o el Sáhara, y los que se supieron situar del lado de Estados Unidos la consiguieron. Incluida una operación para deshacer la exYugoslavia.
Pero ahí se estaba desintegrando la URSS y que sepamos ahora no se está desintegrando España.
No, pero sí creo que en Europa pueden darse fenómenos parecidos. ¿Cuál es la razón de que Lituania pueda tener la independencia y nosotros no? ¿Cuál es la razón de que los escoceses puedan votar y los catalanes no? Hay que perseverar y conseguir mayorías sólidas. Es evidente que esto no se consigue con un 48% o un 50%. Y convencer a la comunidad internacional de que no se puede jugar a los dados con esto.
Nosotros no queremos nuestra soberanía porque nos guste más nuestra bandera que la española, la catalana o la finlandesa. Necesitamos poder político para defender a nuestra gente de, entre otras cosas, los ataques de un neoliberalismo que va dejar en la intemperie a la gente en sus derechos.
El 48 o el 50% de apoyo al independentismo que usted cita es el que puede haber en Catalunya. Pero en Euskadi es poco más del 20% y el partido que gobierna no es precisamente un radical de izquierdas. O sea que ustedes lo tienen aún más complicado que los independentistas catalanes.
En las últimas elecciones autonómicas aquí hubo tres partidos que le dijimos a la gente que defendemos que los vascos somos una nación y que tenemos derecho a decidir. Fuimos el PNV, EH Bildu y Podemos, y obtuvimos el 76’5% de los votos. Hemos abierto un debate en una comisión de autogobierno y hay quien dice que no podemos hacer esto porque nos llevaría a la aplicación del 155. Ese es el caso del PNV. Y tenemos a un Podemos que mirando del Ebro para abajo cree que una posición nítida a favor del derecho a decidir le restaría apoyos electorales en el conjunto del Estado. Pero entonces hay que decirle la verdad a la gente.
El PNV debería decir ‘no tenemos libertad’ y la propuesta es sigamos resignados dentro de un Estado que es capaz de quitarnos de un día para otro todo lo que tenemos. Resignación, cristiana en el caso del PNV. Y Podemos debería tener la honradez de decir que el derecho a decidir está muy bien como eslógan pero yo me juego las habas electorales del Ebro para abajo.
¿Su percepción de lo que sucedía en Euskadi cambió tras su paso por la cárcel?
La cárcel te permite ver las cosas con una mayor tranquilidad porque te permite salir de la vorágine diaria y medir las cosas desde otra distancia. Cuando salí de la cárcel todo el mundo trataba de convencerme de que se había producido una revolución absoluta. Yo no conocía las redes sociales. Me sorprendió ver que en las redes todo el mundo era comunista y revolucionario, de lo cual me alegré pero pensé para mí mismo que no debía ser muy cierto porque no concordaba con lo que veía por la calle. No creo que en breves espacios de tiempo las sociedades cambien tanto. Es una sociedad diferente. Algunos la llaman líquida y nosotros, gaseosa. Una sociedad en la que todo se consume, incluida la política. En la que lo nuevo y lo viejo tardan horas en mutar. Y una sociedad basada en el miedo.
¿En Euskadi todavía hay mucha fractura social?
No. Siempre invito a la gente a que se pasee por nuestros pueblos y barrios. Es que ni en los tiempos más duros ha habido fractura social. Quien hace ese relato sencillamente miente. Somos un pueblo muy pequeño. Jesús Eguiguren solía decir: el conflicto social en nuestro país, siendo un país tan pequeño, es un conflicto social de escalera. En la misma escalera vivíamos gente que pensábamos de manera diferente. En nuestras familias había gente que vivía de diferente manera.
Veo una sociedad que convive con bastante naturalidad. Eso no quiere decir que no existan heridas por un lado y por otro. Una sociedad que quiere mirar al futuro, pasar página y que considera que tiene una oportunidad para ello. No creo que exista un problema de convivencia, absolutamente para nada.
Muchos niños de hoy no saben qué es ETA. ¿Eso es bueno?
Es bueno en el sentido de que les ha tocado vivir una época que no fue la nuestra. ETA nace el mismo año que nazco yo, es decir, ha estado presente permanentemente en nuestras vidas. En ese sentido es bueno que los jóvenes no conozcan una situación de ese tipo. Eso es absolutamente positivo. Luego quedará la historia y será quien juzgue fenómenos de este tipo. Nuestros jóvenes tienen la oportunidad de construir las cosas de otra manera.
Nosotros vivimos en el franquismo y como dicen los irlandeses nosotros no fuimos a la guerra, la guerra vino a nosotros. No elegimos hacer una determinada cosa. Las cosas eran así.
Tal vez algunos de esos jóvenes descubrieron la dureza de lo que se ha vivido viendo la portada de ‘El Correo’ con las fotos de centenares de muertos.
De los muertos de una parte, que es lo que hace ‘El Correo’. No sé si los jóvenes leen muchos diarios.
¿Usted qué pensó cuando la vio?
Pensé que Vocento sigue instalado en el pasado y tiene un interés político por hacer portadas de ese tipo. Le recordaría a ese mismo grupo periodístico la portada que sacaron en el 39 diciendo ‘Bilbao por fin es nacional’. Aquí todo el mundo tiene historia. Me resulta chocante, con todo el respeto del mundo, que la derecha española quiera hablar del pasado. Me parece fascinante. Ahora se ha abierto un periodo de oportunidades y hay gente que se quiere instalar en el pasado porque no tiene una oferta de futuro. Me da que es el caso de determinados grupos de comunicación.
FUENTE: ELDIARIO