Crecen los enfrentamientos familiares entre parejas
ANÁLISIS.- Ya es una clamor que la Ley de Violencia de Género está resultando un fracaso, porque es un producto politizado, sin un gramo de sensibilidad humana, parcial y cargada de desprecio hacia las partes en litigio. Sin un gramo de poesía y socialmente reflejo de lo que viene apareciendo en las pantallas de las cadenas de las televisiones, violentas y sexistas, como la publicidad que nos castiga sin que ningún político honrado sea capaz de denunciarlo para evitar ser machacado en las tertulias falsas que nos salpican con una violencia verbal escasamente ejemplar. La Violencia de Género es el fiel reflejo de una Sociedad amoral, sin escrúpulos. Lo del suprimir los besos, por ser un acto sexista es obra de unos bellacos o unas feministas ultras, con el combustible de la incultura zopenca. Si Sara Montiel levantara la voz con sus famosas canciones como aquella de «bésame mucho, bésame otra vez » o la de » fumando espero al hombre que más quiero» la desterrarían o la llamarían fascista, siempre que la dejaran cantar.
Lo del beso sexista es una ocurrencia cavernícola pseudo-religiosa o de una secta. Probablemente, un día de estos de locura latina, declararan que la masturbación es un pecado mortal social de origen bíblico, que recomendaban los profetas, esclavos del capitalismo judío que adoraban el becerro de oro, sin que se enterara de nada el bueno de Rajoy, digo, perdón, Moisés, arrinconado por los egipcios y su faraón, Tukamón Iglesias.
Se hacen ascos a los históricos besos de la Magdalena a los pies del Mesías. O aquel legendario del avaro banquero de los apóstoles, Judas, vendiendo a los romanos -campeones históricos por besucones – la vida de Cristo que protagonizó la revolución que ya tiene 2017 años de historia.
Esta genialidad de la nueva política es sencillamente una finta para ocultar las grietas de la Ley de Violencia de Género que maltrata, por omisión, a los hombres, utilizando métodos sibilinos de tortura mental, acoso, presiones económicas y el juego sibilino de la custodia, que los jueces dictan con frecuencia de forma no muy objetiva. Es otra guerra, la del silencio, la que no interesa a los medios que buscan sensacionalismo con o sin sangre. Un periodismo amarillo contagioso, influyente en los varones y hembras que viven al borde de la tragedia o el drama permanente. Ahora, los 350 diputados nacionales han aprobado POR UNANIMIDAD un pacto para ayudar a las mujeres maltratadas, pero que se sepa nada se dice sobre el calvario que sufren los hombres crucificados y cómo ayudarles para salir del trance. Llegan noticias de que hasta las mujeres divorciadas o separadas cobrarán del Estado, de las Comunidades Autónomas y hasta de los Ayuntamientos. Pedimos justicia y no calmar el victimismo a la catalana. Llorar está bien, pero en este perro mundo, lloramos todos, hasta los varones, aunque todavía esté mal visto.
Y ahora toca rebajar la tensión o el chantaje emocional. Descendemos a las anécdotas que también ponen dulzura a nuestras propias vidas. En este mundo de choque de trenes familiares, tengo mis iconos de ambos sexos. El machote palabra muy española y que no pienso apear de mi léxico veterano, Marión Robert Morrison, alias JOHN WAYNE, casado en tres ocasiones con mujeres latinas, exigió, como signo de admiración y respeto a ellas, que sobre su tumba se colocara el siguiente epígrafe, en lengua española AQUI YACE JOHN WAYNE. FEO, FUERTE Y HOMBRE FORMAL.
Del ejército femenino me gustan guerreras sin perder los modos, y me descubro ante ellas cuando son muy superiores al monumento de El Escorial. Una señora bien hecha y desnuda parcialmente y sin mostrar excesivamente bigotes, no tiene igual. Rompiendo moldes hubiera besado a KATHARINE HEPBURN o me hubiera dejado mordisquear sin ganar una sola etapa. Fue y es la estrella más oscarizada del cine mundial, lucÍa pantalones allá a principios del siglo pasado y no escondía su arrolladora personalidad femenina, digo, si, femenina. Con su look y su actitud de desafío rompió elegantemente con el modelo de mujer tradicional. El historiador y biógrafo William J. Mann dijo de ella que en la década de los treinta fue la marimacho con pantalones con curvas insinuantes. En los cuarenta se besaba , con lengua incluida, con el genio Spencer Tracy, su amor hasta que murió. Y en sus últimos, la señora, fue una abuela con mando en plaza. La adoraba en mis años jóvenes, cuando soñaba con otra España, que me ha desengañado en estos tiempos de vulgaridad y circo político con un público de millones de parados y unos nueve millones de españoles en los umbrales de la pobreza. Los ex-franquistas reciclados volvemos a maldecir, y los demócratas de toda la vida, lloran lágrimas de sangre. Eso sí, seguimos luchando, ellos y todos, para echar a patadas a tantos cretinos y establecer un mundo solidario. Sobre lo del beso sexista, la boutade de los brutos duros de corazón y de cabeza, ejerzo con sensibilidad la máxima romana de Primus inter pares de la mano siempre firme de mi señora esposa, y la beso mil veces, como cuando en Mojácar se celebra la Noche de Besos, en donde se dan cita humanos con alma de poetas, que es lo que necesitamos para que gobiernen nuestros hogares y este país tan grande pero gobernado por enanos que nos quieren arrollar a uña de caballo. NO PASARAN Y LOS PERDONAREMOS A BESOS. No he pedido que me coloquen un epitafio, sino que me quemen y me arrojen al Mar Menor, para dulcificarlo, acompañado de una flota de locos que queremos a Murcia porque no nos gusta hasta donde la han descolocado a pesar de su historia, nada menos que el » REINO DE MURCIA».
Descolocados andan, muchos más y sin pudor, algunos. El comunista Alberto Garzón, que forma equipo con Pablo Iglesias, acaba de declarar a los medios que la violencia en Venezuela es la lógica reacción de un Gobierno, el de Maduro, enfrentado a los reaccionarios fascistas que quieren robar el petroleo del pueblo. Su colega Pablo Iglesias, sigue mudo.