En una sociedad como la catalana, que acumula tensión desde hace meses sin vía de escape, explica Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), «basta un pequeño incidente, un gesto, un episodio en apariencia pequeño para que se desate una tragedia colectiva». Esto es lo que más teme el escritor vasco y así se lo ha explicado este mediodía en Bruselas ante un nutrido grupo de funcionarios, diputados y asistentes durante la presentación de su exitosa novela Patria en la Eurocámara.

Aramburu, que reside en Alemania desde hace más de 30 años y sigue con interés y preocupación la realidad de Cataluña a través de la ventana que le brindan los medios, avisa de que lo que ve no le gusta. «No sé hasta qué punto hay diferencia en el acoso de unos ciudadanos sobre otros con respecto a lo que pasó en el País Vasco, salvo en el hecho de que no se están produciendo atentados, lo cual ya es mucho», explica. «En Cataluña se está acumulando tensiones desde hace bastante tiempo y además, cada vez más, sin una válvula de escape que permitan además introducir elementos de sensatez», insiste Aramburu.

El escritor ataca con dureza el uso que el independentismo catalán hace de los niños, la transmisión de una interpretación del mundo que «puede conducir al fanatismo, al dogmatismo»; la instrucción «en el odio y el menosprecio» del otro. «Creo que se están fabricando seres humanos fallidos», afirma con contundencia, «cuyo cerebro se intenta colonizar con unas ideas políticas». Y eso, insiste Aramburu, «es lo peor que se le puede hacer a un niño».

A Aramburu, que pasó su juventud y adolescencia en el País Vasco, le salvó la literatura, la cultura. Por eso, y porque ha sido docente durante más de 20 años, entiende que la receta contra el nacionalismo no es otra que «la cultura, la educación, el cultivo de la persona» que llevan a la racionalización y, considera, «eso exactamente lo que no estamos viendo en Cataluña».

Desde Alemania, cuya cultura política radica en el consenso, la coalición, la situación en Cataluña se percibe de manera bastante crítica, asegura Aramburu. «No he percibido en la prensa alemana ninguna simpatía hacia el independentismo y hacia personas que se inventan un referéndum sin censo electoral. Las cuestiones sentimentales de masas agitando banderas se reciben con una visión crítica», ha insistido Aramburu, que augura «un teatro lamentable en Cataluña» el próximo domingo, cuando tendrá lugar la consulta. «Algunos seres humanos», lamenta el escritor vasco, «parece que no aprenden de la historia».

Aramburu ha destacado cómo en la pasada Feria del Libro en Barcelona, en un «domingo luminoso» vendió 18.000 ejemplares, «más de lo que cualquiera de mis libros anteriores desde su publicación hasta hoy en día», ha comentado entre risas. Y ha reconocido que Patria «se ha convertido en otra cosa, en un fenómeno social».

Ante más de un centenar de personas, Fernando Aramburu ha reflexionado sobre literatura y política, la apropiación del lenguaje como elemento de poder, la violencia de ETA y el rol de su novela en la sociedad vasca. No ha ocultado su satisfacción por haber abierto con un debate y haber llegado a gente que durante décadas trató de permanecer al margen del conflicto.

En el momento más íntimo del acto, Aramburu ha recordado el episodio que le transformó personalmente: «El asesinato de Enrique Casas en 1984 me rompió la membrana de quienes se acostumbran al atentado continuo. Los que lo ven por la televisión o leen un artículo. Yo conocía a Enrique. Había una conexión personal. No éramos amigos pero teníamos amigos comunes. Fui a ver cómo su féretro entraba en la casa del pueblo, a hombros de gente como Gerardo Iglesias, gente de izquierdas por cierto. Llovía y me dije a mí mismo que alguna vez escribiría sobre esto porque entonces había escrito algunas poesías pero todavía no tenía madurez».

 

 

FUENTE: ELMUNDO