«UN GOBIERNO SIN RAJOY NI IGLESIAS»
HERBERT ERNST KARL FRAHM más conocido como Willy BRANDT- que llegó a bañarse en las playas de Puntas del Calnegre – fue un político alemán, cabal, Premio Nobel de la Paz y socialista que ocupó el cargo de Canciller de Alemania Federal entre los años 1969 y 1974. Dimitió traicionado por su secretaria política, espía al servicio de la STASI, la policía secreta tipo Gestapo nazi, de la Alemania comunista, aliada ferviente de la Unión Soviética. Una vez más el socialismo global apuñalado por los comunistas de mil caras, poliédrico.
Willy Brandt procedía, ideológicamente, de la llamada Generación del socialismo ESCÉPTICO, un grupo radical. El líder alemán se alejó pronto del modelo de ese socialismo puro y utópico, casi ascético, que encarnaba también su gran amigo sueco OLOF PALME, pero, pronto, ambos dieron un suave giro hacia posiciones socialdemócratas, que fortaleció HELMUT SCHMIDT, el canciller de los años dorados del nuevo socialismo alemán. Habían percibido que la sociedad europea, después de la segunda guerra mundial, y los anteriores problemas sociales alemanes, no estaban para aceptar experimentos ni aventuras. El realismo teutónico y la frialdad nórdica entendieron la alternativa, paso a paso y sin contenedores volando.
El giro dio resultados inmediatos, pero con la caída del TELÓN DE ACERO y el MURO DE BERLÍN, los alemanes volvieron a votar programas sin aceptar promesas, y la alternancia en el Poder, se hizo ordenadamente. Alemania Federal, y sus landers perfectamente incardinados al Estado, convirtieron a estos países en paraisos sociales y en potencias económicas. Hoy la cuarta del mundo. O quizás la tercera. Claro que hubo gobernantes de talla, estadistas, de un lado y otro, a nivel nacional e internacional. Hasta lograron gobernar juntos cuando el peligro soviético o la crisis global hundía a medio mundo. Ejemplares.
Hoy, la señora MERKEL, es la mano de hierro de una Europa necesitada de algunas serias reformas de equilibrio en la igualdad social. La salida del peso británico, es la mejor oportunidad para reconstruir el Estado del Bienestar que sus constructores socialistas no han sabido mantener, vacíos de ideas renovadoras de la mano de dirigentes que den la talla, humana y política. España, Francia, Grecia, Portugal, Italia y Bélgica. Ahora llega la prueba de fuego para modernizar el socialismo español, desgastado en riñas internas desde la marcha de Felipe González y los grandes escándalos que le rodearon, y más dedicados a servirse que servir a los ciudadanos, así como faltos de un liderazgo y equipo que sintonice con una modernizada Europa, en formación. No necesitamos brujos, magos, ni salvadores, sino gobernantes que conecten con la realidad española para alcanzar un consenso posibilista, pragmático y apegado a la realidad. Los políticos españoles tienen que ponerse a trabajar muy en serio y según un orden de prioridades, que ya figuran en las encuestas. Las dos horas y media largas de la reunión del rey Felipe VI y Pedro Sánchez, no han escapado a la atención de los analistas, politólogos y observadores políticos, porque hay, en el tenso ambiente de la vida española, un deseo sincero de que acaben las líneas rojas, los choques de trenes y la escenificación teatral de los desencuentros llevados de la mano del sensacionalismo informativo y de un nuevo modo de hacer política buscando el voto con el espectáculo gratuito. Hay hartazgo y aburrimiento. Y algo de asco. Nada bueno para una democracia que anda entre genialidades de unos y la corrupción de otros, corrupción no solo de la clase o la casta política. Es más seria y amplia.
La larga experiencia política y cultural de nuestro colectivo multicolor e ideológico, nos confirman que nuestro país necesita una revolución tranquila pactada y juego limpio, con un Gobierno integrado por socialistas con o sin canas, de ciudadanos europeístas y de populares íntegros. O en su caso de podemitas sin la vigilancia estrecha de Pablo Iglesias y Monedero y, alejados de teorías pintorescas latinas revolucionarias y sin sintonía con la cultura occidental. Es una realidad manifiesta que ellos nunca gobernarán en una España europea, salvo en las Islas Chafarinas, porque sus ideas no están alineadas, salvo con las suyas rojas y sus confluencias separatistas, con el resto de un mundo, que teme el resurgimiento de un nacionalismo violento que ya llevó a Europa a la Primera Guerra Mundial, a la de los Balcanes y Oriente Medio que se repartieron Gran Bretaña y Francia.
Creemos que Pedro Sánchez tiene más futuro que presente, pero aún le queda por rodar un largo camino que dé mayor confianza a los españoles y al resto de la Unión Europea, por ello quizás necesite tomar más contactos exteriores para aumentar sus conocimientos e información, y sepa que es, realmente, lo que necesita y urge para elevar su cultura política, para conformar un programa posible de unidad y no de confrontaciones. Prioridades y soluciones.
COLECTIVO «OPINIÓN PÚBLICA»
PEDAZO DE ARTICULO…..COMO LA COPA DE UN PINO, OS SUPERAIS DIA A DIA.¡¡¡ GRACIAS POR ESTAR AH!!!
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