Tomas Guitarte es arquitecto y aterrizó en el Congreso de los Diputados tras las elecciones del 10-N después de años en movimientos sociales que buscaban sacar a las provincias del ostracismo nacional.
Con Teruel Existe en la chapa y la España vaciada a sus espaldas, fue el voto que precipitó este Gobierno. ¿Se arrepiente? Así se ven las cosas tras la crisis del coronavirus
Entre Teruel y Valencia, a 140 kilómetros de idas y venidas con desvío ahora hasta Madrid: a sentar la España vaciada en los escaños de un Congreso central. Arquitecto dórico, pero con volutas. ¿Su viga? “La conciencia de la justicia social”. Ex candidato del CHA. Ex jugador de Rugby ajeno a las melés de crispación de la política con hacha en Cortes. Del Pilar y de los Desamparados. Centrocampista sin pases a los extremos. Apoyó el Sánchez-Iglesias “por coherencia electoral”. Diría “sí, quiero” a un Casado-Arrimadas-Abascal, si surge de las urnas. Dialogante en mares de besugos. Teruel Existe más gracias a su silla en la capital. ¿Habrá elecciones tras el coronavirus? “Todo depende de cómo salgamos”. Cristiano en la batalla de Cutanda. De pueblo, de ciudad, de país. ¿Bisagra? Quizás 3 en UNO: lubricante para la España que se agosta, pero que liderará la salud de la desescalada.
Cutanda. Calamocha. Teruel. Aragón. España. ¿Está el señor que abrió las puertas de Moncloa a Pedro Sánchez? ¡Que se ponga! Sábado de confinamiento, día equis de encierro global. Tomás Guitarte tiene licencia para viajar como locomotora de Teruel Existe. El diputado. Un David contra el Goliat de la orquesta donde solo se tocan solos urbanitas. El hombre que se escondió de las fieras descocadas que se creen la política por encima de nuestras posibilidades para empujar a Sánchez hasta Moncloa.
Apenas han pasado tres meses y algo largos. Ni Reyes Magos tuvimos sin mojar el roscón en el tomate político. Tres meses y algo que derivarían hasta este momento de tragedia. Un virus. Miles de muertes. Un Ejecutivo en mascarillas. Una hoguera de duelos, iras y adolescencias en el Congreso de los Diputados. Y en Twiiter.
Tomás Guitarte fue el arquitecto que puso la clave al arco del Gobierno Iglesias-Sánchez. Como diputado de Teruel Existe, ya advirtió de que tras las elecciones apoyaría a la formación política con posibilidades de formar Gobierno “siempre y cuando” sus pactos y acuerdos estuvieran en el marco constitucional y de la gobernabilidad. Y fue que sí.
Tres meses y poco largos después, España es otra. Y queremos hablar de esa otra España con un señor maduro -59 antes del 8M-, con alergia a la crispación, con talante de pueblo, de ciudad, y de nación, sin tentaciones nacionalistas de escayola, que tiene sus raíces, sus esencias, sus porqués, su planta, su alzado y su perfil.
Sobre el plano, el más ilustre de los hijos de Cutanda al aparato, sin prisas. Tras el confinamiento de los medios y el virus agresivo de los que viven esto como un ganar o morir, charlamos paseando de deseo por esos senderos a 83 kilómetros de Teruel donde huele a gloria. Guitarte existe. Y quizás no es todo lo que nos han contado.
¿Cómo está pasando el confinamiento?
Como la actividad política sigue siendo frenética, estamos todo el día con videoconferencias y trabajo. Somos un grupo tan pequeño en el Congreso de los Diputados, que lo que otros se pueden repartir, a nosotros no nos queda más remedio que hacerlo con menos manos. No hay tiempo para aburrirse. Ni siquiera en los fines de semana.
¿Entre el Congreso y su casa?
A veces en casa, a veces en la oficina de Teruel Existe, y otras veces yendo y viniendo de Madrid para los plenos.
Eso de leer, hacer deporte o lanzarse a la repostería, no le está dando tiempo.
No. La actividad parlamentaria no da tregua, y seguimos muy al tanto de lo que nos transmiten los ciudadanos de Teruel, porque nos sirve para estar muy pegados a lo que está viviendo la gente de la calle. Queremos estar muy en contacto con las personas especialmente estos días, a pesar del confinamiento.
De momento, ver la dimensión de este virus y sus consecuencias, ¿le está haciendo mejor persona?
La pandemia nos está sirviendo para dar la importancia justa a las cosas que de verdad importan, y relativizar lo demás. Las cosas trascendentales en nuestras vidas son pocas. También sirve para reflexionar sobre si el modelo de sociedad al que hemos ido derivando es el adecuado: concentración en grandes aglomeraciones urbanas donde el contagio ha sido muy rápido, y despoblación de núcleos donde antes había un equilibrio social que ahora nos vendría mejor. He pensando mucho en esa tendencia higienista que afectó a las ciudades después de la revolución industrial: quizás es un buen momento para ir replanteando estas cuestiones, porque estas pandemias, dicen los expertos, volverán.
El coronavirus llegó cuando usted “celebraba” sus veinte años de vida política…
Preocupaciones políticas uno tiene siempre, pero vida política auténtica es la que llevo desde que la agrupación de electores decidió que Teruel Existe debía dar el paso de presentarse a las pasadas elecciones generales, en septiembre de 2019. Aquella decisión se tomó porque era el último remedio para que se atendieran nuestras reivindicaciones. Lo otro son veinte años de compromiso en torno a los movimientos sociales de Teruel Existe para que la provincia enderece un progresivo decaimiento, porque hay territorios que se están quedando olvidados de la acción del Estado, y eso ni es justo, ni es eficiente. En principio, ser pocos no debería restar derechos a nadie.
¿En esos viajes hacia el Congreso, o en estos días de reflexión, se ha planteado alguna vez lo fácil que es aburguesarse en un puesto político?
Probablemente, en los grandes grupos políticos sea más fácil, porque no tienes una presión constante para cumplir tus compromisos. En las formaciones pequeñas es muy difícil, siempre y cuando quieras ser responsable con el papel que te han asignado los ciudadanos. Nosotros hemos interiorizado mucho la confianza de los turolenses que esperan mucho de nuestra acción política y no podemos fallarles. Nuestra dedicación es absoluta. Sé que aburguesarse es un riesgo, pero, de momento, sobre eso estamos vacunados. Espero que sea siempre así.
Toda esa responsabilidad de cada día, ¿le estresa o lo está disfrutando?
Las dos cosas. Por un lado, me genera un cierto estrés positivo para que las cosas salgan con la fluidez necesaria, para avanzar. Tengo el defecto de un excesivo afán de perfección, y eso a veces se frustra cuando hay que llegar a tantas cosas. Eso me genera un conflicto interior. Por otro lado, estoy satisfecho de ir sacando adelante lo que tenemos entre manos.
¿Por dónde libera esa tensión?
En mis años jóvenes fui un deportista empedernido. Jugaba al rugby federado con un entrenamiento muy intenso. Esa pasión se mantiene, pero ha mutado en paseos. Como cada vez tengo menos tiempo libre, prefiero dedicar lo que me quede a actividades culturales.
La semana pasada habló con Pedro Sánchez por videoconferencia. ¿Cómo va la relación entre los dos? ¿Cree que el presidente del Gobierno está llevando bien las riendas de esta pandemia?
Reconozco que es fácil que se cometan errores, porque esto no lo hemos vivido antes y nos faltan precedentes. No dudo que haya buena intención en resolverlo, y también estoy seguro de que hay cosas que se pueden mejorar. Ya llegará el momento de analizar cómo se gestionó esta crisis y qué consecuencias han traído las decisiones adoptadas, para aprender todo lo que podamos de lo vivido. En cualquier caso, ahora me parece prioritario aparcar la crítica de los errores que ha habido para intentar avanzar y salir de esta crisis sanitaria cuanto antes. Aunque también sería un error no mirar después con lupa todo lo que ha sucedido. No nos puede pillar por sorpresa otro escenario así, que nos pensábamos que esto era para países en vías de desarrollo y ya nos hemos dado cuenta de que somos tan vulnerables como muchos otros.
¿Le da confianza Pedro Sánchez?
No le conozco personalmente más allá de las escasas conversaciones políticas que hemos mantenido. Tengo casi la obligación de creer que el presidente del Gobierno va a hacer lo que corresponda. En puestos de tanta responsabilidad nunca pongo en duda que se actúa con buena fe.
¿Qué tipo de política se ha encontrado en el Congreso de los Diputados?
Nosotros somos ciudadanos normales y corrientes que nunca habríamos pensando que nos tocaría estar en la política de una manera tan protagonista, porque, en el fondo, esperábamos que los políticos que se dedican a esto profesionalmente ejerciesen una labor suficiente para resolver los problemas. Nosotros nos presentamos a las generales por obligación después de ver que la política tradicional no resolvía los problemas de la provincia una legislatura después de la otra. Tras cuarenta años de sistema democrático con Teruel en cuarentena para Madrid, pensamos que dar el salto era el paso lógico del movimiento ciudadano.
¿Y qué se ha encontrado en Madrid? ¿Qué le ha llamado la atención?
Lo primero que me ha sorprendido, porque en mi vida cotidiana nunca lo he visto, es el grado de crispación que se palpa en el hemiciclo, porque después en los pasillos se observa una cordialidad distinta. La vida en la calle no es así. Ni siquiera se manifiestan con tanta dureza las discrepancias ideológicas. En Teruel Existeestamos acostumbrados al diálogo entre personas de diferentes corrientes partidistas. Tenemos nuestra ideología -luchar por nuestra provincia, por el equilibrio territorial…-, pero estamos acostumbrados a convivir con la variedad entre pensamientos más de derechas, o más de izquierdas, aunque la mayoría se mueven en un marco de ideas centristas. Me sorprendió ver que en el Congreso el objetivo primero, antes de resolver los problemas, es imponer tu forma de pensar sobre la de los otros con un tono que casi ataca a nivel personal al contrincante. Lo positivo que veo es que, efectivamente, desde la política se pueden cambiar las cosas y hace faltar estar allí para que los problemas históricos que representamos se tomen en consideración, aunque no hace falta machacar a las personas para lograr conquistas políticas.
Muchos veteranos me dicen que no haga caso a esa crispación, porque forma parte de la teatralización de la política… ¡Pues eso es lo que estamos transmitiendo hacia fuera! Es muy peligroso trasladar esa crispación a la sociedad, porque puede ocasionar conflictos serios que ni son necesarios, ni convienen.
En Teruel Existe, dice, hay diferentes corrientes partidistas. ¿Usted desemboca más desde el socialismo?
Durante mi etapa universitaria fui candidato del CHA, el partido de Labordeta, que nacía por aquellos momentos. Luego dejé el interés por la política y me dediqué a mi profesión durante casi treinta años. Aquello fueron experimentos propios de las veleidades de esa edad. Yo me considero una persona dialogante con todos. No creo que la verdad esté en ninguno de los dos lados: cada uno tiene sus cosas, y algunas podemos compartirlas todos. Estoy más por apoyar las soluciones pactadas con acuerdos muy amplios donde podamos sentirnos a gusto todos los españoles.
¿Se siente a gusto entre PSOE y Podemos?
Yo estoy justo entre PP y PSOE. Huyo de los extremos.
¿Usted es casi la única persona que puede hacer que el PSOE y el PP se entiendan?
Uf. Eso es mucha responsabilidad… En cualquier caso, creo que los dos partidos deben aprender a no demonizar al contrario, porque la mayoría de la sociedad española está justo en ese punto medio. No nos conviene de ninguna manera balancearnos hacia los extremos.
¿Vio la intervención de Rita Maestre y José Luis Martínez-Almeida en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid de la semana pasada?
En estos momentos, la actitud debe ser esa. Estamos ante un problema lleno de incertidumbres, por lo que lo mejor es aportar entre todos para solucionarlo. Me agrada ese ejemplo. Necesitamos afrontar esto con unidad.
El día de la investidura de Pedro Sánchez tuvo que esconderse ante la tensión social y alguna amenaza. ¿Le da miedo una sociedad que se cree tanto la política?
Sí. No creo que debamos invitar a polarizar tanto las posiciones que se genere un clima que nos impida ser libres para defender lo que pensamos. Veo que es un riesgo real en nuestra sociedad y me da miedo que se vaya por ese camino. Confío tanto en la capacidad reflexiva de los españoles que no creo que haga falta tensionar la sociedad para que se produzca un cambio político.
¿Dónde pasó aquella noche?
Aunque no había ninguna amenaza concreta, después de varias pintadas en mi pueblo y de la tensión que reflejaban los medios, decidí alojarme en casa de unos amigos por precaución. No le doy más trascendencia a aquello, fue solo una circunstancia del momento.
¿Alguna vez se ha arrepentido de su respaldo a Pedro Sánchez y su apoyo a este Gobierno?
Durante la campaña electoral dejamos claro que nos presentábamos a los comicios generales ante el hartazgo social tras el fracaso de la investidura anterior. Dijimos que nunca dificultaríamos la gobernabilidad si llegábamos al Congreso. Nuestro voto iría con la mayoría necesaria para que de las elecciones del 10-N saliera un Ejecutivo, fuera del color que fuera. Nuestro objetivo era romper con este impasse de interinidad que considerábamos peligroso incluso para el prestigio de las instituciones. Y fue el PSOE el que logró el respaldo mayoritario y solo negociamos con el PSOE el apoyo a este Gobierno. Ningún votante nos los ha recriminado, porque todos sabían que ese era nuestro compromiso. Lo mismo habría sucedido si Pablo Casado hubiera ganado las elecciones. El coronavirus ha cambiado muchas de las prioridades que estaban sobre la mesa durante el proceso de investidura. Que a posteriori se critique la capacidad de este Gobierno ya es una cosa distinta.
¿Ha perdido amigos personales por su sí a Sánchez?
No. Si los hubiese perdido habría sido muy lamentable… Todo el mundo que me conoce sabe que no me muevo por cuestiones ideológicas extremas y comprendieron la situación. Tanto yo como todo el movimiento de Teruel Existe hemos recibido más apoyo después de ese paso. Somos la única formación que llama a la razón, a no dejarse llevar por el camino de la crispación, a reivindicar la cordura de saber hablar unos con otros consiguiendo soluciones que nos unan.
EN PAUSE
TOMÁS GUITARTE, diputado de ‘Teruel Existe’
“Estoy justo entre el PP y el PSOE, como la mayoría de la sociedad española”
Tomas Guitarte es arquitecto y aterrizó en el Congreso de los Diputados tras las elecciones del 10-N después de años en movimientos sociales que buscaban sacar a las provincias del ostracismo nacional. Con Teruel Existe en la chapa y la España vaciada a sus espaldas, fue el voto que precipitó este Gobierno. ¿Se arrepiente? Así se ven las cosas tras la crisis del coronavirus
Entre Teruel y Valencia, a 140 kilómetros de idas y venidas con desvío ahora hasta Madrid: a sentar la España vaciada en los escaños de un Congreso central. Arquitecto dórico, pero con volutas. ¿Su viga? “La conciencia de la justicia social”. Ex candidato del CHA. Ex jugador de Rugby ajeno a las melés de crispación de la política con hacha en Cortes. Del Pilar y de los Desamparados. Centrocampista sin pases a los extremos. Apoyó el Sánchez-Iglesias “por coherencia electoral”. Diría “sí, quiero” a un Casado-Arrimadas-Abascal, si surge de las urnas. Dialogante en mares de besugos. Teruel Existe más gracias a su silla en la capital. ¿Habrá elecciones tras el coronavirus? “Todo depende de cómo salgamos”. Cristiano en la batalla de Cutanda. De pueblo, de ciudad, de país. ¿Bisagra? Quizás 3 en UNO: lubricante para la España que se agosta, pero que liderará la salud de la desescalada.
Cutanda. Calamocha. Teruel. Aragón. España. ¿Está el señor que abrió las puertas de Moncloa a Pedro Sánchez? ¡Que se ponga! Sábado de confinamiento, día equis de encierro global. Tomás Guitarte tiene licencia para viajar como locomotora de Teruel Existe. El diputado. Un David contra el Goliat de la orquesta donde solo se tocan solos urbanitas. El hombre que se escondió de las fieras descocadas que se creen la política por encima de nuestras posibilidades para empujar a Sánchez hasta Moncloa.
Apenas han pasado tres meses y algo largos. Ni Reyes Magos tuvimos sin mojar el roscón en el tomate político. Tres meses y algo que derivarían hasta este momento de tragedia. Un virus. Miles de muertes. Un Ejecutivo en mascarillas. Una hoguera de duelos, iras y adolescencias en el Congreso de los Diputados. Y en Twiiter.
Tomás Guitarte fue el arquitecto que puso la clave al arco del Gobierno Iglesias-Sánchez. Como diputado de Teruel Existe, ya advirtió de que tras las elecciones apoyaría a la formación política con posibilidades de formar Gobierno “siempre y cuando” sus pactos y acuerdos estuvieran en el marco constitucional y de la gobernabilidad. Y fue que sí.
Tres meses y poco largos después, España es otra. Y queremos hablar de esa otra España con un señor maduro -59 antes del 8M-, con alergia a la crispación, con talante de pueblo, de ciudad, y de nación, sin tentaciones nacionalistas de escayola, que tiene sus raíces, sus esencias, sus porqués, su planta, su alzado y su perfil.
Sobre el plano, el más ilustre de los hijos de Cutanda al aparato, sin prisas. Tras el confinamiento de los medios y el virus agresivo de los que viven esto como un ganar o morir, charlamos paseando de deseo por esos senderos a 83 kilómetros de Teruel donde huele a gloria. Guitarte existe. Y quizás no es todo lo que nos han contado.
¿Cómo está pasando el confinamiento?
Como la actividad política sigue siendo frenética, estamos todo el día con videoconferencias y trabajo. Somos un grupo tan pequeño en el Congreso de los Diputados, que lo que otros se pueden repartir, a nosotros no nos queda más remedio que hacerlo con menos manos. No hay tiempo para aburrirse. Ni siquiera en los fines de semana.
¿Entre el Congreso y su casa?
A veces en casa, a veces en la oficina de Teruel Existe, y otras veces yendo y viniendo de Madrid para los plenos.
Eso de leer, hacer deporte o lanzarse a la repostería, no le está dando tiempo.
No. La actividad parlamentaria no da tregua, y seguimos muy al tanto de lo que nos transmiten los ciudadanos de Teruel, porque nos sirve para estar muy pegados a lo que está viviendo la gente de la calle. Queremos estar muy en contacto con las personas especialmente estos días, a pesar del confinamiento.
De momento, ver la dimensión de este virus y sus consecuencias, ¿le está haciendo mejor persona?
La pandemia nos está sirviendo para dar la importancia justa a las cosas que de verdad importan, y relativizar lo demás. Las cosas trascendentales en nuestras vidas son pocas. También sirve para reflexionar sobre si el modelo de sociedad al que hemos ido derivando es el adecuado: concentración en grandes aglomeraciones urbanas donde el contagio ha sido muy rápido, y despoblación de núcleos donde antes había un equilibrio social que ahora nos vendría mejor. He pensando mucho en esa tendencia higienista que afectó a las ciudades después de la revolución industrial: quizás es un buen momento para ir replanteando estas cuestiones, porque estas pandemias, dicen los expertos, volverán.
El coronavirus llegó cuando usted “celebraba” sus veinte años de vida política…
Preocupaciones políticas uno tiene siempre, pero vida política auténtica es la que llevo desde que la agrupación de electores decidió que Teruel Existe debía dar el paso de presentarse a las pasadas elecciones generales, en septiembre de 2019. Aquella decisión se tomó porque era el último remedio para que se atendieran nuestras reivindicaciones. Lo otro son veinte años de compromiso en torno a los movimientos sociales de Teruel Existe para que la provincia enderece un progresivo decaimiento, porque hay territorios que se están quedando olvidados de la acción del Estado, y eso ni es justo, ni es eficiente. En principio, ser pocos no debería restar derechos a nadie.
¿En esos viajes hacia el Congreso, o en estos días de reflexión, se ha planteado alguna vez lo fácil que es aburguesarse en un puesto político?
Probablemente, en los grandes grupos políticos sea más fácil, porque no tienes una presión constante para cumplir tus compromisos. En las formaciones pequeñas es muy difícil, siempre y cuando quieras ser responsable con el papel que te han asignado los ciudadanos. Nosotros hemos interiorizado mucho la confianza de los turolenses que esperan mucho de nuestra acción política y no podemos fallarles. Nuestra dedicación es absoluta. Sé que aburguesarse es un riesgo, pero, de momento, sobre eso estamos vacunados. Espero que sea siempre así.
Toda esa responsabilidad de cada día, ¿le estresa o lo está disfrutando?
Las dos cosas. Por un lado, me genera un cierto estrés positivo para que las cosas salgan con la fluidez necesaria, para avanzar. Tengo el defecto de un excesivo afán de perfección, y eso a veces se frustra cuando hay que llegar a tantas cosas. Eso me genera un conflicto interior. Por otro lado, estoy satisfecho de ir sacando adelante lo que tenemos entre manos.
¿Por dónde libera esa tensión?
En mis años jóvenes fui un deportista empedernido. Jugaba al rugby federado con un entrenamiento muy intenso. Esa pasión se mantiene, pero ha mutado en paseos. Como cada vez tengo menos tiempo libre, prefiero dedicar lo que me quede a actividades culturales.
La semana pasada habló con Pedro Sánchez por videoconferencia. ¿Cómo va la relación entre los dos? ¿Cree que el presidente del Gobierno está llevando bien las riendas de esta pandemia?
Reconozco que es fácil que se cometan errores, porque esto no lo hemos vivido antes y nos faltan precedentes. No dudo que haya buena intención en resolverlo, y también estoy seguro de que hay cosas que se pueden mejorar. Ya llegará el momento de analizar cómo se gestionó esta crisis y qué consecuencias han traído las decisiones adoptadas, para aprender todo lo que podamos de lo vivido. En cualquier caso, ahora me parece prioritario aparcar la crítica de los errores que ha habido para intentar avanzar y salir de esta crisis sanitaria cuanto antes. Aunque también sería un error no mirar después con lupa todo lo que ha sucedido. No nos puede pillar por sorpresa otro escenario así, que nos pensábamos que esto era para países en vías de desarrollo y ya nos hemos dado cuenta de que somos tan vulnerables como muchos otros.
“Sería un error no mirar después con lupa todo lo que ha sucedido con la gestión del coronavirus. No nos puede pillar por sorpresa otro escenario así, que nos pensábamos que esto era para países en vías de desarrollo y ya nos hemos dado cuenta de que somos tan vulnerables como muchos otros”
¿Le da confianza Pedro Sánchez?
No le conozco personalmente más allá de las escasas conversaciones políticas que hemos mantenido. Tengo casi la obligación de creer que el presidente del Gobierno va a hacer lo que corresponda. En puestos de tanta responsabilidad nunca pongo en duda que se actúa con buena fe.
¿Qué tipo de política se ha encontrado en el Congreso de los Diputados?
Nosotros somos ciudadanos normales y corrientes que nunca habríamos pensando que nos tocaría estar en la política de una manera tan protagonista, porque, en el fondo, esperábamos que los políticos que se dedican a esto profesionalmente ejerciesen una labor suficiente para resolver los problemas. Nosotros nos presentamos a las generales por obligación después de ver que la política tradicional no resolvía los problemas de la provincia una legislatura después de la otra. Tras cuarenta años de sistema democrático con Teruel en cuarentena para Madrid, pensamos que dar el salto era el paso lógico del movimiento ciudadano.
¿Y qué se ha encontrado en Madrid? ¿Qué le ha llamado la atención?
Lo primero que me ha sorprendido, porque en mi vida cotidiana nunca lo he visto, es el grado de crispación que se palpa en el hemiciclo, porque después en los pasillos se observa una cordialidad distinta. La vida en la calle no es así. Ni siquiera se manifiestan con tanta dureza las discrepancias ideológicas. En Teruel Existeestamos acostumbrados al diálogo entre personas de diferentes corrientes partidistas. Tenemos nuestra ideología -luchar por nuestra provincia, por el equilibrio territorial…-, pero estamos acostumbrados a convivir con la variedad entre pensamientos más de derechas, o más de izquierdas, aunque la mayoría se mueven en un marco de ideas centristas. Me sorprendió ver que en el Congreso el objetivo primero, antes de resolver los problemas, es imponer tu forma de pensar sobre la de los otros con un tono que casi ataca a nivel personal al contrincante. Lo positivo que veo es que, efectivamente, desde la política se pueden cambiar las cosas y hace faltar estar allí para que los problemas históricos que representamos se tomen en consideración, aunque no hace falta machacar a las personas para lograr conquistas políticas.
Muchos veteranos me dicen que no haga caso a esa crispación, porque forma parte de la teatralización de la política… ¡Pues eso es lo que estamos transmitiendo hacia fuera! Es muy peligroso trasladar esa crispación a la sociedad, porque puede ocasionar conflictos serios que ni son necesarios, ni convienen.
“Me ha sorprendido el grado de crispación que se palpa en el hemiciclo. Muchos veteranos me dicen que eso forma parte de la teatralización de la política… ¡Pues eso es lo que estamos transmitiendo hacia fuera! Es muy peligroso trasladar esa crispación a la sociedad, porque puede ocasionar conflictos serios que ni son necesarios, ni convienen”
En Teruel Existe, dice, hay diferentes corrientes partidistas. ¿Usted desemboca más desde el socialismo?
Durante mi etapa universitaria fui candidato del CHA, el partido de Labordeta, que nacía por aquellos momentos. Luego dejé el interés por la política y me dediqué a mi profesión durante casi treinta años. Aquello fueron experimentos propios de las veleidades de esa edad. Yo me considero una persona dialogante con todos. No creo que la verdad esté en ninguno de los dos lados: cada uno tiene sus cosas, y algunas podemos compartirlas todos. Estoy más por apoyar las soluciones pactadas con acuerdos muy amplios donde podamos sentirnos a gusto todos los españoles.
¿Se siente a gusto entre PSOE y Podemos?
Yo estoy justo entre PP y PSOE. Huyo de los extremos.
¿Usted es casi la única persona que puede hacer que el PSOE y el PP se entiendan?
Uf. Eso es mucha responsabilidad… En cualquier caso, creo que los dos partidos deben aprender a no demonizar al contrario, porque la mayoría de la sociedad española está justo en ese punto medio. No nos conviene de ninguna manera balancearnos hacia los extremos.
¿Vio la intervención de Rita Maestre y José Luis Martínez-Almeida en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid de la semana pasada?
En estos momentos, la actitud debe ser esa. Estamos ante un problema lleno de incertidumbres, por lo que lo mejor es aportar entre todos para solucionarlo. Me agrada ese ejemplo. Necesitamos afrontar esto con unidad.
El día de la investidura de Pedro Sánchez tuvo que esconderse ante la tensión social y alguna amenaza. ¿Le da miedo una sociedad que se cree tanto la política?
Sí. No creo que debamos invitar a polarizar tanto las posiciones que se genere un clima que nos impida ser libres para defender lo que pensamos. Veo que es un riesgo real en nuestra sociedad y me da miedo que se vaya por ese camino. Confío tanto en la capacidad reflexiva de los españoles que no creo que haga falta tensionar la sociedad para que se produzca un cambio político.
“Confío tanto en la capacidad reflexiva de los españoles que no creo que haga falta tensionar la sociedad para que se produzca un cambio político”
¿Dónde pasó aquella noche?
Aunque no había ninguna amenaza concreta, después de varias pintadas en mi pueblo y de la tensión que reflejaban los medios, decidí alojarme en casa de unos amigos por precaución. No le doy más trascendencia a aquello, fue solo una circunstancia del momento.
¿Alguna vez se ha arrepentido de su respaldo a Pedro Sánchez y su apoyo a este Gobierno?
Durante la campaña electoral dejamos claro que nos presentábamos a los comicios generales ante el hartazgo social tras el fracaso de la investidura anterior. Dijimos que nunca dificultaríamos la gobernabilidad si llegábamos al Congreso. Nuestro voto iría con la mayoría necesaria para que de las elecciones del 10-N saliera un Ejecutivo, fuera del color que fuera. Nuestro objetivo era romper con este impasse de interinidad que considerábamos peligroso incluso para el prestigio de las instituciones. Y fue el PSOE el que logró el respaldo mayoritario y solo negociamos con el PSOE el apoyo a este Gobierno. Ningún votante nos los ha recriminado, porque todos sabían que ese era nuestro compromiso. Lo mismo habría sucedido si Pablo Casado hubiera ganado las elecciones. El coronavirus ha cambiado muchas de las prioridades que estaban sobre la mesa durante el proceso de investidura. Que a posteriori se critique la capacidad de este Gobierno ya es una cosa distinta.
¿Ha perdido amigos personales por su sí a Sánchez?
No. Si los hubiese perdido habría sido muy lamentable… Todo el mundo que me conoce sabe que no me muevo por cuestiones ideológicas extremas y comprendieron la situación. Tanto yo como todo el movimiento de Teruel Existe hemos recibido más apoyo después de ese paso. Somos la única formación que llama a la razón, a no dejarse llevar por el camino de la crispación, a reivindicar la cordura de saber hablar unos con otros consiguiendo soluciones que nos unan.
“Todo el mundo que me conoce sabe que no me muevo por cuestiones ideológicas extremas y comprendieron la situación. Tanto yo como todo el movimiento de Teruel Existehemos recibido más apoyo después del respaldo a la investidura”
¿Cree que habrá elecciones generales cuando pase esta crisis sanitaria?
No lo sé. Todo depende de cómo salgamos. Sí creo que ahora no deberíamos volcar nuestros esfuerzos en nada que no sea salir de esto.
¿Se sentiría cómodo respaldando un Gobierno formado por PP, Ciudadanos y Vox?
Si obtienen el apoyo mayoritario de los votantes, sí. Se puede dialogar con todos aquellos que están dentro de la Constitución, y se supone que quienes están en el Parlamento han jurado el respeto a la Constitución. Los vetos a priori son improcedentes con todo el mundo.
ECD