P. ¿Está dispuesto a vetar el avance de las negociaciones del Brexit, si no hay acuerdo sobre Irlanda, en la cumbre europea de este mes?
R. No me gusta amenazar con el veto. Y no tengo razones para pensar que lo necesitaré, porque en la UE ha habido una enorme solidaridad con Irlanda. Reino Unido se va. Es su elección, su decisión, la respeto. Tuvimos en diciembre un acuerdo político entre Reino Unido y la UE, en el que Reino Unido garantizaba que no habrá frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Desde entonces estamos tratando de redactarlo en un texto legal, porque necesitamos un tratado, un acuerdo de salida, y lo que escribamos en el texto tiene que ser factible. Ahí es donde estamos teniendo dificultades, en acordar un texto legal que sea aceptable para todos. Hasta ahora todos los Estados miembros han apoyado a Irlanda en este tema de interés nacional vital. Ningún país se ha movido de esa postura. Estoy muy agradecido. Y creo que envía un mensaje por toda Europa de que ser miembro de la UE importa, de que hay solidaridad.
P. ¿Se puede reconciliar la postura europea con la británica?
R. Creo que la propuesta de Reino Unido se queda corta. Es un paso en la dirección adecuada, es bueno que dos años después del referéndum al fin tengamos algo por escrito. Pero hay dos partes donde es problemática. La primera es que cubre las aduanas, pero no las regulaciones, los estándares, que son muy importantes. La segunda es que parece sugerir que el plan de contingencia [para evitar una frontera en caso de que no se alcance un acuerdo antes del 29 de marzo de 2019] tiene una fecha de caducidad, que terminará en 2021. Eso no es un plan de contingencia. El sentido del plan de contingencia es precisamente que se aplica hasta que, y salvo que, haya un nuevo acuerdo entre Reino Unido y la UE.
P. El diputado británico Jacob Rees-Mogg, guardián de las esencias del Brexit duro, dijo en una entrevista con este periódico que Irlanda juega de farol en las negociaciones.
R. Lo he dejado muy claro: no queremos una frontera física, no vamos a construir una. Pero yo le preguntaría cuál es la posición de Reino Unido. Cómo van a dejar el mercado único, dejar la unión aduanera, tener todos sus acuerdos comerciales con terceros países, sus regulaciones. Cómo van a hacer eso sin poner una frontera física, en Irlanda o en sus propios puertos y aeropuertos. ¿De verdad van a dejar sus puertos y aeropuertos abiertos a cualquier cosa que venga de Irlanda o el resto de la UE? ¿Todo esto del Brexit no era para controlar sus fronteras?
P. Irlanda acaba de aprobar en referéndum la despenalización del aborto. Hace tres años, el matrimonio entre personas del mismo sexo. Desde hace un año, hay un primer ministro abiertamente gay. ¿Qué está pasando en su país?
R. No creo que tenga mucho que ver conmigo, si le soy sincero. El hecho de que alguien como yo, de padre indio y madre irlandesa, siendo un hombre gay, pueda ser primer ministro, es un reflejo de cuánto había cambiado ya el país para cuando yo llegué al poder. La influencia de la Iglesia Católica es mucho menor de la que era. Seguimos siendo un país católico, la mayoría de la gente se define como católica. Pero ya no aceptan las enseñanzas de la Iglesia sin cuestionarlas.
P. ¿Qué tiene apuntado en el haber y qué en el debe de su primer año en el poder?
R. Haber cambiado la constitución para permitir el aborto es importante. Hemos hecho un trabajo razonablemente bueno en gestionar la economía. Hemos equilibrado las cuentas, estamos reduciendo la deuda. El desempleo está cayendo, hay más gente trabajando en Irlanda ahora que la que ha habido nunca. Eso es el resultado de que los estándares de vida están mejorando, y la pobreza y la desigualdad están reduciéndose. Pero hay muchos desafíos. Tenemos escasez de vivienda. También necesitamos mejorar nuestro servicio de sanidad. Gastamos mucho y no tenemos acceso a la sanidad como el que tienen los españoles. Eso es una de las cosas que hablamos con Pedro Sánchez, queremos recibir consejos de España para mejorar nuestro servicio de salud. Él me habló del problema de España con el desempleo crónico a largo plazo. Ese es un problema que nosotros tuvimos, pero nos las arreglamos para solucionarlo. Esperamos hacer intercambio de políticas con España en esas cuestiones.
P. Usted, como Sánchez, llegó al poder sin pasar por las urnas, y goza un año después de buenos índices de popularidad. ¿Algún consejo para su homólogo español?
R. Aunque no es de mi familia política, creo que ha empezado muy bien. Ha elegido un Gobierno muy joven y energético, bien cualificado y con muchas mujeres. Creo que vamos a tener una buena relación. Habla un inglés perfecto, aprendido en Dublín, según tengo entendido. Y es muy encantador e interesante.
P. El acuerdo con el opositor Fianna Fáil, que le mantiene gobernando en minoría, se acerca a su final. ¿Confía en extenderlo o habrá elecciones?
R. Me gustaría extenderlo. No quiero unas elecciones. No creo que el pueblo irlandés demande unas elecciones de momento. El acuerdo dice que será revisado a finales de 2018, ahora estamos a mitad de año, así que en unos pocos meses deberemos revisarlo. Si el Fianna Fáil desea prolongar el acuerdo, yo también.
P. Su discurso a principios de año en Estrasburgo, profundamente europeísta, le confirmó como uno de los nuevos líderes europeos que más atención suscitan. Muchos vieron en usted a un candidato a presidir la Comisión…
R. Creo que es enormemente prematuro. No tengo experiencia todavía para eso, pero es muy halagador que la gente hable de ello. Hay una cosa que sí diría: tener un Gobierno proeuropeo en España es más importante que nunca. Hay un Gobierno populista y nacionalista en Italia, lo mismo en Polonia, Reino Unido se va. Con todo eso, España es un país al que la gente mirará en busca de liderazgo. La alianza y el eje entre Francia y Alemania es importante, pero hacen falta otros países ahí que sean grandes y tengan influencia. Y España puede ser realmente influyente en ayudar a diseñar el futuro de Europa.
P. ¿En qué se fundamenta su profundo europeísmo?
R. Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos exigen cooperación entre países. La migración, el cambio climático, cómo gravamos a las empresas en la era digital. Cualquiera de estos problemas no pueden abordarlos solos países pequeños. En segundo lugar, lo cierto es que Europa se está convirtiendo en menos importante en el mundo. No somos los poderes militares o económicos que éramos hace cien años. El poder político y económico se mueve hacia el este y el sur, y Estados Unidos está, de muchas maneras, alejándose de su posición de liderazgo en la defensa de los valores democráticos liberales occidentales. Europa es, por eso, más importante. Si EE UU no lidera el mundo libre, Europa tendrá que rellenar algo de ese espacio. Si queremos proteger nuestros valores, solo podemos hacerlo juntos.