LOS SEDICIOSOS DE CATALUÑA, FUERON SOCIOS AYER
Crónica de un incrédulo. José Juan Cano Vera.
Hay un principio permanente en la historia de los pueblos que los separatistas radicales y elementales, simples, ignoran, y es que todo movimiento soberanista deriva frecuentemente en un proceso revolucionario que se inicia apedreando en las calles las libertades de la mayoría absoluta y silenciosa, y quemando contenedores proletarios. O prendiendo fuego a los coches de las gentes, humildes o no. Los acontecimientos se precipitan en Cataluña. Solo hay que echarle un vistazo a una enciclopedia y buscar el significado romano de «AltaTraición» para saber lo que ha estallado en aquellas tierras, con el agravante de que el complot que se preparaba no ha sido flor de un día, sino un trabajo esmerado de años, ni pocos ni muchos, coincidiendo con la llegada de Podemos y la salida de las CUP antisistema, primos hermanos de un «process» revolucionario anacrónico, camuflado de una marcha emocional regionalista y aldeana en plena crisis económica y moral, con sus confluencias pujolistas más Artur Mas.
Al fin todos juntos para transformar al País catalán en un paraíso fiscal de unas minorías corrompidas y en un campo de entrenamiento logístico yihadista. Estaba escrito en el cuaderno de notas de Bin Laden y sus cómplices distribuidos en centros claves de los infieles occidentales aduladores de la democracia enemiga visceral de las leyes coránicas. Es una historia o ha sido una historia larga, quizás desde la batalla de Lepanto. Hasta su majestad el rey Marruecos, sidi MOHAMED VI condecoró al atleta del separatismo del tres por ciento, protector de la Banca catalana y defensor acérrimo del neofascismo criado a los pechos de un capitalismo que ha ido creciendo hasta ayer formando un frente o una cama redonda impúdica e indecente de extremistas de la derecha y de la izquierda. Marranadas pornopolíticas a la sombra del relativismo económico de la pela es la pela.
La condecoración, el, creo, Collar de la Mojamería, fue un premio, un galardón máximo a Jordi Pujol, por abrir sus brazos y sus fronteras a los inmigrantes y el correspondiente DNI español. Sembraba electoralmente su terreno no importaba como. Ya residen en Cataluña casi medio millón de nuestros hermanos musulmanes, algunos centenares de yihadistas durmientes, imanes instructores y unas doscientas mezquitas forradas de euros en competencia con las iglesias y las sinagogas. Pujol se mereció la condecoración más espléndida del reino alauita, nuestro aliado del sur. Rabat sabía que cientos de rifeños separatistas de Marruecos del norte, ex protectorado español, rebeldes a las autoridades marroquíes, había que «controlarlos» por la policía política catalana dotada de alta tecnología, al margen de los Mossos d´ Esquadra. Pujol siempre cumple su palabra cuando hay dinero por medio en beneficio del pueblo, por eso nunca aceptó que le robara España. Hacienda o los empresarios murcianos. Lo evitó en parte. Se especula, que en Tánger, un edén, más que un paraíso fiscal, selecto y de élites, hay millones de euros, miles, como dinero negro, superando incluso a Andorra y a Malta. Las mafias políticas no tienen fronteras, aunque en Murcia se quedan en los zulos de la huerta y los cotos de caza, ni credos, ni dioses, ni vergüenza. Y conspiran .Véase como en los últimos años el número de terroristas marroquíes ha aumentado, algunos han caído, otros están cerca o más allá de los Pirineos Cataluña, se cree, es lugar de descanso como el resto de nuestro país, y lugar de encuentro de recaudadores que trafican enormes cantidades de drogas que financian a los asesinos. Su trabajo de destrucción sistemática. Hay dudas, pero se opina que en ocasiones propicias, son cooperadores necesarios para derribar gobiernos o Estados, como la famosa primavera árabe que sigue en guerra en dieciséis naciones estratégicas, dos de ellas con armas nucleares y misiles de largo alcance.
En este entramado que ya es la tercera guerra mundial, como anunció hace cincuenta años el presidente De Gaulle, los especialistas de la subversión ponen especial empeño en la agitación urbana con el objetivo de elevar el índice de desesperación de las clases sociales más deprimidas. Las injusticias son las bases trascendentales que estimulan el furor popular que paga, y sin ella o poco de ella, las naciones alteran sus destinos. Nunca fue fuerte la Justicia en nuestro país fomentando las desigualdades sociales y los choques de trenes que suelen arrancar lentamente. España en estos días aciagos, algo tarde quizás, trata de salir de la tupida selva de las calles tomadas por los liberticidas y otros hartos de tanta abulia, abusos y errores garrafales de unas clases políticas convertidas en guerrillas parlamentarias y mediáticas incapaces de dar ideas y soluciones para elevar el nivel de vida de nuestro pueblo, así como su cultura política. Los partidos, hoy día, son los caciques de hace dos siglos.
La Justicia es el alma de un pueblo, espejo de su cultura y base de sus derechos. Una nación en la que justicia es patrimonio de unas minorías no alcanza la paz social, ni equilibra la igualdad de clases. En nuestro país es la asignatura pendiente porque la justicia no es igual para todos sino un privilegio. No diré que es una utopía pero no hemos alcanzado la altura que nos corresponde como potencia histórica, y hemos caminado sobre ascuas entre la inquisición y la anarquía.
El cisma del referéndum convocado unilateralmente es un golpe bajo a la Constitución y a la Democracia. Una consulta de y para sordos. Detenido el equipo del vicepresidente Junqueras, cerebro y organizador de la asonada civil, no lo hemos visto hasta la tarde noche del viernes ni siquiera interrogado. Y por otro lado la invitación del presidente de la Generalidad invitando a sus seguidores a echarse al monte, en otra nación es motivo suficiente de ir directo a prisión según la Ley de Enjuiciamiento Criminal. La permisividad y unas leyes que consienten un garantísmo sin límites, nos ofuscan e irritan. El funcionamiento del Estado de Derecho en numerosas regiones se rige por normas impresentables como en la Comunidad Autónoma de Murcia, en la que un juez alterna en un bar con investigados, un compadreo intrascendente pero no aceptable para una opinión pública descreída. Ayer viernes estaba prevista la vista del caso de la Zerrichera en el que serán juzgados cinco altos cargos, pero ni un solo Consejero que como Rajoy no se enteraba de nada porque el señor presidente estaba en cosas más serias. Tampoco Míster Equis, un sabio intocable, cónsul del emperador.
Termino. Tampoco la crisis ética de la Balsa Yenny es del todo destapada. Una tapadera envenenada de una olla podrida, que en la provincia de Burgos es un exquisito plato para comer. Sin embargo en Murcia es un plato no recomendado para estómagos agradecidos. No se sabe hasta donde vamos a llegar cabalgando sobre una Justicia que falla hasta en su vieja burocracia. Hay hombres, jueces y fiscales, valiosos, pero no pueden resistir los ataques de los poderes fácticos y las presiones de unos políticos a los que no les interesa unas reformas en profundidad. Ellos van bien, los demás somos humo de paja. Este es un país corrupto, uno de los más heridos de gravedad por esa lacra. Las imágenes que nos ofrecen las televisiones son películas desagradables, y algunas se recrean enseñándonos el trasero. Ya verán que en el golpe de los sediciosos catalanes no caerán bajo el imperio de la Ley los peces grandes. La Ley del Embudo siempre gana.
J.J. CANO VERA