Donde acaban las extensas llanuras de cereal, el territorio se encrespa en sierras donde desconocidos ríos y pinares, hechizan. La recóndita Sierra de Segura es uno de los parajes naturales más bellos y ricos de Europa.

 

Cuando acaba la llanura empieza el milagro de la naturaleza. En la cuña de la provincia de Albacete que limita con Jaén, Granada y Murcia, se alza portentosa la Sierra de Segura, un privilegio ecológico y paisajístico. Es un recorrido mágico e inesperado por uno de los parajes naturales más ricos y desconocidos en nuestro país. Si en cualquier época cautiva, en otoño ofrece una increíble combinación de colores y sonidos. Es tiempo de celo de la cabra montesa, cuando aumenta la presencia de los majestuosos machos con sus grandes cornamentas, que luchan con otros ejemplares. El sonido de los violentos combates y el choque de las cornamentas se escuchan en distintos lugares del Valle del Río Mundo.

En una de las estaciones más bonitas del año, el cielo de la Sierra de Segura se cubre de buitres leonado, de águilas imperiales, de rabilargos ibéricos, de pitos ibérico y abejarucos. Además, el otoño llega con platos típicos como la atascaburras, las migas de pan, y las ricas carnes autóctonas del cordero segureño, o cabrito celtibérico, que conquistan todos los paladares. La Sierra de Segura, esa gran desconocida, está cuajada de escarpadas cumbres, profundos cañones, estrechos valles, tupidos bosques, cristalinos ríos, curiosas torcas, espectaculares miradores y  pintorescas villas. Es una tierra privilegiada y oculta, donde el agua es uno de los protagonistas de este prodigioso paisaje.

Por aquí pasa fugazmente el río Segura, pero el Mundo, el Madera, el Taibilla y el Tus, sus afluentes, tienen tal poderío, que han erosionado el terreno a su paso y han formado valles, cañones y serranías a lo largo de una accidentada orografía.

La Sierra de Segura ofrece un llamativo paisaje kárstico con infinitos calares y torcas, donde el Calar del Mundo, donde nace el espectacular rio, es uno de los prodigios de nuestra naturaleza. Aunque no la única, otra maravilla es el valle del río Tus con el angosto desfiladero del Estrecho del Diablo o la sierra del Cujón, con su exclusivo mirador de El Pardar.
 
FUENTE: ELPERIODICO