Es más que probable que a Gaspar Miras le hayan tendido una trampa que más pronto que tarde le lleve a tener que dimitir. El aparatíchi sociáta, ya se sabe, es muy suyo y aparenta estar formado por izquierdistas puritanos de corte republicano (nada más lejos): miran con lupa de muchos aumentos el comportamiento de cualquier líder o dirigente de la izquierda pero se muestran más que benevolentes con las conductas de los de la derecha.

De ahí que los últimos dirigentes populares del Consistorio se hayan escapado de todo e incluso casos tan evidentes como adelantos retributivos, facturas falsas, Plaza de Abastos, enajenación patrimonial, Camposol, etc… hayan quedado en nada, Dios mediante y prietas las filas bajo supervisión del “patriarcado benefactor”. Además, la derecha se perdona muy bien a sí misma y el PP pronto le encuentra nuevo acomodo a sus “ovejas descarriadas”. La derecha, ya se sabe, usa la confesión eclesial que le permite que sus pecados sean perdonados hasta setenta veces siete. Después de todo, para ellos no hay sanción electoral. A la izquierda, los deslices, incluso los dudosos, siempre le salen caros. Ahí está la legislatura 2.011/2.015, “para muestra un botón”. Igual tiene que ver con el tipo de política que se hace.

La izquierda tiene dos problemas. El primero, por el que han hecho salir algún candidato de aquella manera, es que se pone muy alto el listón de la moral. Y sí tiene que ser. El segundo, que transita en el mercado electoral imitando a una derecha que practica una especie de sistema endemoniado de oscuro manejo autoritario, en el que el protagonista es el cabeza de cartel y el equipo apenas importa. Si cae el primero de la lista, que era quien arrastraba votos, todo se tambalea. Las reticencias a cambiar de líder socialista en 2.015 es que no había un sustituto de su tirada. Eso dicen los expertos en marketing electoral que les ha pasado de nuevo en Mazarrón: a Miras le ha faltado tiempo para darse a conocer en todo el territorio local y regional, porque entre otras cosas tenía que dedicarse a segar la hierba bajo los pies de quienes pretendían moverle el “sillón de tersssiopelo” dentro del partido.

Mazarrón muestra la conjunción de ambos factores. Gaspar Miras volvió a ser el candidato a la alcaldía, a pesar de que las banderías internas en C/Progreso recomendaban que no debía tentar la suerte en una nueva contienda. Pero los socialistas tampoco tienen demasiado banquillo y en el partido no había nadie con su capacidad de trabajo para aglutinar apoyos y votos a corto plazo, mejor esperar a acoplar un recambio más desbravado con garantías de conciliación. Lo que no deja de ser una responsabilidad suya, que no ha sabido afrontar ni explicar que el trabajo en el consistorio, bien o mal, lo hace más de una persona.

El problema es que un partido, en la medida en que pretende ser aparato de gobierno, necesita disponer de un buen equipo. Que la derecha confíe en líderes adoctrinados en la “logia caciquil” o “lobbys latifundistas” para venderlos como solución a todos los males, resulta comprensible, porque siempre ha sido así. Después de todo, la derecha es individualista por definición. La izquierda, en cambio, ha de ofrecer soluciones como una labor de conjunto. Para la izquierda, la organización resulta esencial. Le gustaba recordarlo a la vieja guardia sin ansias de poder: un individuo tiene dos ojos, pero el partido tiene mil. Y esos ojos no están hechos para controlar al personal sino para averiguar cómo es la realidad y descubrir los mecanismos de transformación posible para mejorar la vida de la colectividad.

“En Mazarrón la izquierda se tambalea”. Una política adecuada y aceptada por la población se traduce en unos buenos resultados electorales. Y hoy por hoy, los votantes parecen cansados de una izquierda que ha hecho política de conveniencia en vez de gestionar el municipio en beneficio de todos. Eso sí, cuando se retire su actual líder, Gaspar Miras Lorente, se podrá ver si los resultados bajo su mandato, responden a un liderazgo personal o a una política de intereses creados, que se lleva a cabo en el partido diseñada por los “gurús sociolistos” que coexisten con el “yunque” guardián del régimen. Es decir, si hay banquillo. En el PSOE no parece haberlo. Y de momento, ni IU ni PODEMOS ni SUMAR, que tampoco tienen cuadros válidos, quieren imitar al socialismo bipartidista cuando ninguno sabe a quién designar y el “Gran Sanedrín Fáctico” impone su ley.                                                                                                         

POST SCRIPTUM: “Detrás de una persona de izquierdas que quiere cambiar el mundo…Hay una “famiglia” de derechas que paga las cuentas”.                                                                                                                                                                          

COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”