ÁNGEL MONTIEL
Sánchez ha esperado al momento de pillar a Cs con el pie cambiado, y le ha propinado un codazo para tratar de enclavarlo definitivamente en la derecha a fin de ocupar el codiciado espacio de centro sin perder el territorio ganado a la izquierda.
«¿No queríais democracia? ¡Pues toma democracia!». Así fue la reacción espontánea del interventor de Alianza Popular en una de las mesas principales de un municipio de la Región en las primeras elecciones de la Transición, tras constatar que su partido había doblado en votos a los de la izquierda y esto sin reparar en lo significativo de su expresión. La convocatoria de las generales por Pedro Sánchez, anticipadas a las autonómicas y municipales, me trae esta anécdota convertida para la ocasión en: «¿No queríais elecciones? ¡Pues toma elecciones!».
El PSOE, un partido cuyo crecimiento se produce siempre desde la izquierda hacia la centralidad, y no al revés, ha esperado al momento de pillar a Ciudadanos con el pie cambiado, y le ha propinado un codazo para tratar de enclavarlo definitivamente en la derecha a fin de ocupar el codiciado espacio de centro sin perder el territorio ganado a la izquierda con la política, al menos esbozada, del poco más de medio año de gestión desde el Gobierno. El PSOE no compite tanto con el PP como con Ciudadanos, del mismo modo que los populares, pues las siglas históricas del bipartidismo sufren por igual a esa incómoda cuña. Los socialistas, que parecían huír hacia la izquierda despilfarrando parte de su patrimonio electoral, han aprovechado ahora que Ciudadanos aparece retratado en un territorio que también habita Vox, como antes Ciudadanos intentaba estigmatizar al PSOE identificando su posición con la de Podemos. ¿Quién se queda con el centro? El primero que fije a su competidor en una localización desplazada. El PSOE de Sánchez ha dado el golpe de la convocatoria en el momento preciso en que Ciudadanos aparece como la ‘tercera pata’ de la derecha, y se propone invadir el núcleo electoral que determina el éxito.
El Relator era Sánchez. Sánchez es un corredor que sorprende manejándose por todas las bandas, con el riesgo que verse arrinconado en una izquierda no funcional, pero también con la posibilidad, como ahora, de colocar a sus adversarios en la posición que, en el momento crucial, les resulta más inhábil. Ha conducido a toda la derecha, incluido Ciudadanos, a un aprisco en el que apenas se distingue la raza de las reses, incomodadas entre sí por el roce, y la izquierda que pretendía darle el sorpasso, Podemos, está en otro callejón sin salida, desactivada y anonadada entre perplejidades. En ese momento, Sánchez proclama el alto electoral, cuando la foto fija desvela que el lema ‘elecciones ya’ que dictan PP/Cs/Vox es justo el que más le favorece.
Además, cambia el paradigma de manera ventajosa para los socialistas. Ya no serán las municipales y autonómicas la que incidirían sobre unas consecuentes generales, sino al revés. Y ahí tiene más valor gráfico la moneda de Vox. Si este partido se prefiguraba decisivo para los pactos a tres bandas que mantendrían en el poder a la derecha en municipios y Comunidades en el caso de que fuera posible la suma, será más complicado enfrentarse a las elecciones locales con esa perspectiva. Y es que el programa de Vox, las ‘ideas fuertes’ que arrastran a ese nuevo electorado, tienen todas un perfil de política nacional. El pacto en Andalucía no ha sido especialmente doloroso porque Vox carece de política autonómica y municipal; todas sus propuestas importantes dependen del Gobierno central. Gobernar en un municipio con el apoyo de Vox tal vez no suponga un gran desgarro a la política del PP, pero si éste tuviera que armar un Gobierno nacional con Abascal el impacto en la política general sería muy sustantivo. Produciéndose esto en el mismo trayecto de la campaña electoral de las autonómicas y municipales, inmediata a la solución dada por las urnas para el Gobierno del Estado, se generaría, sin duda, una gran sacudida en los sectores moderados de la sociedad que podría beneficiar, de rebote, a la izquierda, es decir, al PSOE, que es el organismo más vivo de ésta en la fase de decadencia de Podemos, un partido en crisis que no convoca expectivas más allá de las testimoniales.
Quiero decir que el lema ‘elecciones ya’ enarbolado en la madrileña plaza de Colón perjudica gravemente, de partida, a sus promotores, a la vista de que se ha consumado de manera instantánea. Por mucho que la oposición al PSOE pretenda apuntarse que la convocatoria se ha producido por arrastre de su proclama, la realidad es que el adelanto de las generales respecto de las autonómicas beneficia sobre el papel a Sánchez, quien además acaba de mostrar su desenganche de los nacionalistas con el regreso a su posición natural, pero esto tras mostrar que Torra y compañía prefieren el «cuanto peor, mejor» (es decir, que gobierne la derecha para agitar la desafección catalana a España) tras ofrecerles una abierta mesa de negociación, tan abierta que ha provocado un inicio de crisis interna en el PSOE, y ni con ésas. La consecuencia de ese aparente derrape ha sido la de llevar a Ciudadanos al territorio PP y Vox, para con una finta regresar al centro y dejar colgados en la brocha a los de Rivera.
Al final, el famoso Relator incógnito va a resultar que era el propio Pedro Sánchez.
En el PSOE murciano. En la política regional, es obvio que esta jugada, la del adelanto inmediato de las generales, provoca una convulsión y cambia los tiempos de todos los partidos, pues han de anticipar sus candidaturas a Congreso y Senado. Y esto, empezando por el propio PSOE. El valor en que éste más ha invertido en política nacional es Pedro Saura, secretario de Estado de Fomento, y a cuya ‘cartera’ se deben las iniciativas más solventes del Gobierno de Sánchez en Murcia. Cabría suponer que es la personalidad más adecuada para encabezar el cartel. María González Veracruz estaba destinada de antemano, con toda probabilidad, a la Asamblea Regional, para proyectar la imagen de la pacificación interna del PSOE murciano, ya que fue quien compitió en primarias con Diego Conesa por el liderazgo regional del partido. Ese ticket reforzaría, sin duda, la opción socialista, pues con él, en Murcia, se proyectaría una impresión diferente a la de una Susana Díaz que en Andalucía relegó a los partidarios de Sánchez lo que, en parte, pudo ser consecuencia de la demovilización de los socialistas, que fue, según todos los analistas, lo que provocó su derrota. Pero queda por conocer si Joaquín López, el vicesecretario general, puede tener un papel en esa candidatura o si acaba en la delegación del Gobierno en sustitución del propio Conesa. López ha insinuado en su entorno un asomo de retirada para dedicarse a su actividad profesional, pero es un gesto poco explicable a la vista de la baraja política de que dispone. Es cierto que en el PSOE se prevén, en todas las provincias, unas listas estrictamente revisadas por el equipo de Sánchez, ya que éste no querrá repetir la experiencia de las ‘deslealtades’ que en su día lo expulsaron de la dirección. López está en línea, pues es la mano derecha de Conesa, pero no es estrictamente un ‘pata negra’ de Ferraz por diversos motivos. Con independencia de la composición de la candidatura a las generales, el PSOE tiene una buena posición de partida, pues puede presentar una gestión eficaz en el escaso tiempo de permanencia del Gobierno central de su color.
El PP lo tiene crudo. Quien lo tiene más complicado es Fernando López Miras, pues si el PP no resuelve satisfactoriamente el test del 28 de abril en Murcia se le agravarán la expectativas de las autonómicas, aunque fuera solo por un efecto psicológico. Sobre el papel, hay dos partidos que comen de su electorado, en el caso de Ciudadanos con más avidez que antes y, por si fuera poco, ahí está Vox, que hasta podría rebañar diputados, en plural. Además, el partido de Alberto Garre, Somos, no renunciará a presentarse; no obtendrá representación, pero sumará votos procedentes de la misma cantera, los suficientes seguramente para restar empuje al ‘partido madre’. Si el PSOE empata con el PP o lo rebasa, lo que es, como todo, posible, las autonómicas pueden ser un calvario para los populares. No es probable que Teodoro García venga a reforzar, bien por esta consecuencia o porque el lugar del secretario general del PP estaría en Madrid.
Ciudadanos algo anarcos. En cuanto a Ciudadanos, qué decir. En Murcia, al menos, es lo más parecido, visto dede fuera, a un partido anarquista. Han llegado al extremo de dejar las primarias para ultimísima hora, sin que ni la militancia ni la sociedad perciban la voluntad de modelar un panel de liderazgos. El diseño de sus primarias es verdaderamente infartante: cualquiera se puede presentar a ellas, sin necesidad de avales, lo cual puede producir aglomeraciones como la que se ha dado en las relativas a las europeas, donde un militante desconocido del barrio de Santa María de Gracia ha quedado situado en segundo lugar, tras Garicano, tan solo por obtener un centenar de votos. En apariencia, el ‘aparato’ del partido no tiene favoritos para las autonómicas y las municipales de Murcia, por lo que supuestamente la elección de los candidatos quedará al albur de una militancia que no conoce a los precandidatos a los que deberá votar en un tiempo fulgurante. Hay evidencias ya constatables, como que Miguel Sánchez no repetirá candidatura a la presidencia de la Comunidad autónoma, y esto no puede deberse a su voluntad, sino al hecho de que se le ha pedido su retirada, tal vez ayer mismo por el secretario de Organización, Hervías, con quien el murciano nunca empatizó. Pero ¿para sustituirlo por quién? En cuanto a las generales, también tocan primarias relámpago, pero a Garaulet, por mucho que presente logros de gestión e iniciativa, se le puede oponer un pelotón sin necesidad de aval alguno. O en Ciudadanos tienen una reserva secreta o se exponen a una lotería que le puede tocar a cualquiera que pase por ahí, lo cual no es propio de un partido que aspira a tocar poder, bien por obtener la hegemonía o bien a través de pactos en los que, de una manera u otra, es previsible que siempre esté presente. Tiempo han tenido para organizar las alternativas correspondientes si consideraban que sus actuales líderes institucionales carecían de mayor recorrido.
Podemos, y el ‘vamos o volverán’. En cuanto a Podemos, el adelanto de las generales les invita a mantener la opción Unidos Podemos, que incluye a IU, con la que no ha sido posible un acuerdo de ámbito autonómico. Habrá que saber si IU se conforma con protagonizar la candidatura testimonial al Senado, como en las anteriores elecciones, y también si el diputado en ejercicio Serna, que viene reprochando al líder regional, Urralburu, falta de voluntad para coaligarse con IU en las autonómicas y locales, estaría dispuesto, para dar ejemplo de unidad, a ceder su posición en favor de un representante del partido de Garzón. El problema de Podemos es que parte de su electorado podría abrazar la teoría del voto útil desplazándose hacia el PSOE como ‘mal menor’ ante la evidencia de que los de Iglesias exhiben una crisis interna que, como tal, suele disuadir a los votantes de cualquier signo. En este sentido, Sánchez ha pagado el apoyo de Podemos (que siempre ha sido, es cierto, volátil) con un adelanto electoral que llega en un momento especialmente crítico para quienes han sido sus principales aliados. Ahora se trata de si, con el lema «Si no vamos, ellos volverán», los socialistas convencerán a los votantes de Podemos para reunir los votos que los impulsen por encima del centenar de diputados. Pero si el PSOE solo crece a costa de Podemos, se quedará clavado: ganará, pero no gobernará, de modo que tiene que meterle mano también al núcleo de Ciudadanos desencantado con las ‘compañías peligrosas’.
Garre moviliza. En el mapa regional también interviene Somos Región, el partido de Garre. La irrupción de Vox parece haberlo aparcado como opción con posibles para rebañar apoyos al PP, pero no hay que hacer juicios precipitados. Al margen de las encuestas, hay una evidencia gráfica: los actos que protagoniza Garre a lo largo de la Región suelen estar ampliamente nutridos y ha acogido a muchos militantes con perfiles profesionales y de respeto ciudadano de muy estimable consideración, con independencia de su popularidad general. Ayer, sin ir más lejos, en el acto que protagonizó en Lorca para presentar a su candidata a la alcaldía, Rosario Segura, intervino Emilia Collado, quien fue juez sustituta en la Audiencia Provincial (es sobrina del expresidente socialista Carlos Collado), quien sin duda representará a la comarca en la lista a las elecciones autonómicas. Uno se queda favorablemente sorprendido, con frecuencia, de las personalidades que se declaran militantes de esta opción, lo que muestra el hecho de que no se trata de un partido de ‘desechos de tienta’ del PP. El adelanto de las generales es un nuevo revés para Garre, pero lo ofrece la oportunidad de que muestre el músculo de su militancia con candidatos solventes, aun a pesar de la casi imposibilidad de obtener un escaño, ya que tendría que recibir más de 60.000 votos. Las generales serán para este partido un ensayo, un entrenamiento y un modo de darse a conocer como alternativa real una vez que el propio Garre tiene ganado el título, en las encuestas, de ‘político más valorado de la Región’.
En definitiva, tal vez la reivindicación de los partidos que acudieron a la plaza de Colón («elecciones ya») debiera haber ido acompañada de un estrambote: «Pero sin tanta prisa».