ALBERTO AGUIRRE DE CÁRCER

 

Conesa no lo tiene imposible, pero sí muy difícil. Hoy, un acuerdo de Ciudadanos con el PSOE es menos factible, por diversas causas, que un pacto de PP y Cs, si la participación de Vox se limita a su abstención en la investidura de Miras

 

Una semana después del 26-M aún sigue siendo aventurado pronosticar quién gobernará la Región de Murcia. Ciudadanos, la llave maestra de San Esteban, podría inclinar la balanza hacia el PSOE, que ganó por unos cientos de votos, o hacia el PP. Una decisión en apariencia sencilla, pero crítica para el futuro de Cs y revestida de una complejidad especial porque es, al menos de inicio, indesligable de las negociaciones partidistas que se abren mañana para completar el reparto del poder territorial. Cuatro comunidades autónomas, decenas de ayuntamientos, diputaciones, cabildos… están a la espera de pactos que den mayorías para la gobernabilidad. No hay fecha tope, pero se espera que el 15 de junio, día de la constitución de los Ayuntamientos, ya esté coloreado de rojo, azul, naranja… todo el mapa institucional. En Madrid, donde se cuece el caldo gordo de este guiso, PP y Cs ya tuvieron los primeros acercamientos, mientras el PSOE se mantiene a la expectativa de lo que ocurra a partir de mañana. La situación, la que nos afecta a la Región, parece estar, a día de hoy, como sigue a continuación.

Ciudadanos tiene la llave de Castilla y León, Aragón, la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia. La situación es diferente en cada uno de esos territorios, siendo en algunos especialmente compleja. Sus gobiernos acabarán en manos de PSOE o PP, pero incluso es posible que, como resultado de la negociación, los de Albert Rivera puedan presidir Castilla y León, donde obtuvieron un espectacular crecimiento. La piedra de toque de toda la negociación es el Ayuntamiento de Madrid. Esa es la gran pieza que querrían cobrarse los principales partidos. Por su simbolismo en la política nacional, por su proyección internacional y por su repercusión directa en la vida de más de tres millones de ciudadanos/votantes. En términos políticos, el Ayuntamiento capitalino tiene mucho más peso que la Comunidad de Madrid. Por eso Gallardón quiso ser alcalde después de ser presidente madrileño. Por eso también lo quiso, aunque sin éxito, Esperanza Aguirre tras ser presidenta. (¿Alguien recuerda el nombre del último presidente de la Comunidad de Madrid?) Lo que le ha salvado a Pablo Casado de la ira de sus barones son precisamente sus resultados en Madrid. Hoy está en posición de desbancar a la formación de izquierda liderada por Manuela Carmena y mantener la Comunidad madrileña. Albert Rivera sabe todo esto y va a pelear duro para intentar imponer la opción de Begoña Villacís como alcaldesa. Sería su único bastión, pero qué bastión. De partida, Casado aspira a las dos plazas madrileñas, Castilla y León y la Región de Murcia. Aunque sobre el papel Aragón está en el aire, los populares saben que ya carecen de opciones porque la suma es demasiado complicada. Implica directamente a Vox y los regionalistas del PAR ya han avanzado su negativa a pactar con los de Santiago Abascal. Así las cosas, a día de hoy, los populares arrancan la negociación convencidos de que habrá pacto con Ciudadanos para formar gobiernos de coalición en Castilla y León y en la Región de Murcia. El PP tratará de presidir ambos Ejecutivos, aunque los naranjas tienen serias aspiraciones en Castilla y León porque allí obtuvieron un buen resultado (pasaron de 5 a 12 diputados, y no por efecto del cambio de la ley electoral como sucedió en la Región de Murcia). El PP castellanoleonés, que lidera el exalcalde de Salamanca, Fernández Mañueco, un sorayista que ha sido candidato porque Pablo Casado no tuvo tiempo de sustituirlo por otro de su confianza, peleará hasta el final por presidir un feudo que gobiernan los populares desde hace 32 años.

Las posibilidades de un acuerdo de Cs con el PSOE, tanto en la Región de Murcia como en el resto de territorios, son de partida muy complicadas. Albert Rivera no oculta su animadversión hacia Pedro Sánchez y los ‘sanchistas’. Si quiere ser el referente del centro derecha y el líder de la oposición al Gobierno nacional del PSOE, difícilmente lo conseguirá si gobierna comunidades con los socialistas. Chocan en materia de fiscalidad, educación y sobre todo en su relación con los nacionalistas. Especialmente ahora que los socialistas del PSN afrontan un posible pacto con la franquicia navarra del PNV. El PSOE, a diferencia del PP y Cs, tiene una estructura federal. Eso tiene ventajas, pero también inconvenientes, porque los acuerdos con los nacionalistas pasan factura a los socialistas en muchos territorios. Esa autonomía de las federaciones socialistas, siempre dentro de las directrices del Comité Federal de Ferraz, contrasta con el control de la cúpula de Cs sobre sus estructuras territoriales. Tras 24 años de poder popular, a los dirigentes murcianos de Ciudadanos les pide el cuerpo pactar con el PSOE de Diego Conesa para propiciar una saludable alternancia en el poder. Pero a día de hoy es una opción menos factible que un acuerdo PP-Cs, que sería respaldado por la dirección naranja si la participación de Vox se limita a la abstención en la investidura, así como por buena parte de sus votantes, la mayoría procedentes del PP. Diego Conesa, el ganador de las elecciones, no lo tiene imposible, pero sí muy difícil. Mucho tendría que ofrecer. Y aún así…