Ajeno a las crisis y tensiones de los demás partidos pendientes de la investidura de Pedro Sánchez, el Partido Popular sigue pendiente de cerrar los pactos que le permitan mantener su poder autonómico con todas las consecuencias internas añadidas: consolidación de Pablo Casado y su equipo con vía libre para encabezar la oposición. Con discreción y pese a las exigencias de última hora de Vox, los objetivos fijados en la sede de Génova van cayendo. El mismo día que se cerró el acuerdo con Ciudadanos para asegurar la Junta de Castilla y León, los representantes del PP presentaron y posaron juntos con los de Santiago Abascal para recurrir ante el Tribunal Constitucional la ley sobre «abusos policiales» aprobada por la izquierda y los nacionalistas en Navarra.
«Como en los ayuntamientos, rebajarán sus exigencias y habrá un acuerdo en el último minuto». Esa es la frase que repiten los principales negociadores del PP para quitar importancia a los órdagos o cambios de opinión de sus otros dos socios, en especial Vox. Sobre todo en el caso de la Comunidad de Madrid, no se creen en el equipo de la secretaría general que encabeza Teodoro García que Abascal vaya a entregar el Gobierno autonómico al socialista Ángel Gabilondo. Y menos por el hecho de que los populares no se comprometan a cambiar leyes de ámbito nacional como las de inmigración o trato a homosexuales, que escapan a las competencias regionales.
De nuevo sale a colación el ejemplo de los pactos logrados en la Junta de Andalucía, donde Vox cedió al final en sus pretensiones sobre los inmigrantesque quería expulsar (con cifra fija), mientras que Ciudadanos aceptó las firmas y posados conjuntos de los tres socios después de empeñarse durante semanas en que el tercer aliado imprescindible para el pacto apoyara desde el anonimato.
Los negociadores del PP, tanto los nacionales como los autonómicos, se apuntan estos días a ceder en las cuestiones y cargos de imagen ante Ciudadanos y Vox con tal de mantener el control efectivo (económico e institucional) de las instituciones y de las iniciativas políticas. Saben de la querencia de los de Albert Rivera y de Abascal por los focos y el reconocimiento público. En Castilla y León, el PP mantendrá la presidencia de la autonomía, ahora con Alfonso Fernández Mañueco, y el líder regional de Cs, Francisco Igea, será vicepresidente y también portavoz.
Con Vox, al equipo de Casado no se le han caído los anillos por firmar con sus principales dirigentes el recurso al TC contra la ley del gobierno nacionalista de Navarra que consideran dirigida contra la labor de la Policía y la Guardia Civil en su historia de lucha antiterrorista. Génova envió al acto de presentación con el portavoz parlamentario de Abascal, Iván Espinosa de los Monteros, a su propio máximo representante en el Congreso, José Antonio Bermúdez de Castro, y a la vicesecretaria y presidenta del partido en Navarra, Ana Beltrán.
En la dirección del PP esperan «grandes avances» entre esta semana y la próxima en sus pactos con Ciudadanos y Vox, tanto en Madrid como en Murcia, y a que Sánchez aclare este martes la fecha de la sesión de su intento de investidura como presidente del Gobierno. Con esos datos, Casado fijará la fecha de reunión de la Junta Directiva Nacional, ante la que tiene que presentar los cambios y nombramientos pendientes, tanto en el organigrama del partido como en los grupos parlamentarios.
El aval de mantener el poder autonómico heredado de los tiempos de Mariano Rajoy y añadir además la alcaldía de Madrid es la clave para que Pablo Casado pueda consolidar su control sobre la dirección del partido después de las dudas que generó con su desastre electoral del 28-A.
El aval de mantener el poder autonómico heredado de los tiempos de Mariano Rajoy y añadir además la alcaldía de Madrid es la clave para Casado
Si los pactos confirman a su número dos, García Egea, el presidente del PP tendrá además las manos libres para colocar como portavoz en el Congreso a Cayetana Álvarez de Toledo (casi ‘desaparecida’ de los medios hasta el pasado fin de semana) pese a la oposición de barones del partido como Alberto Núñez Feijóo. Para reforzar su equipo de dirección, cuenta además con margen para ascender a otros dirigentes con más predicamento en la organización, como es el caso de la exalcaldesa de Logroño Concepción Gamarra, al alza después de dirigir la campaña de las municipales y autonómicas del 26-M.
Con esos cambios y ascensos, fuentes de la vieja guardia del partido señalan que Casado podrá cerrar del todo la etapa de Rajoy y la dependencia de sus aliados en las elecciones internas que lo auparon a la presidencia del partido: Feijóo y María Dolores de Cospedal. Y el casadismo se instalará en el PP y en la oposición con sus 66 escaños, salvo que Sánchez apueste de verdad por nuevas elecciones en noviembre.