Nadie sabe cuánto tiempo durará el confinamiento, pero, a medida que avanzan los estragos del coronavirus en términos de salud pública, ya no hay ninguna duda de que sus efectos, en el plano económico, serán devastadores.
Una primera estimación sitúa el epicentro de la vulnerabilidad económica en las empresas que están en pérdidas a ojos de la Agencia Tributaria, y que, lógicamente, están en peor situación para afrontar el cese de actividad durante un periodo prolongado de tiempo. Incluso, aunque el escenario fuera corto, menos de un trimestre, su viabilidad no está asegurada. Un número importante acabará en concurso de acreedores.
Lo que dicen los últimos datos de Hacienda es que de los 1,3 millones de empresas que presentaron resultados económicos en 2017 (último ejercicio disponible), nada menos que 542.556 tuvieron un resultado contable negativo. Es decir, estaban en pérdidas. Esto supone el 41,5% del total. O lo que es lo mismo, cuatro de cada 10 empresas declaran a Hacienda estar en situación adversa.
La cuantía de las pérdidas, lógicamente, depende del tamaño de la empresa, pero de media el resultado contable negativo se sitúa en 174.050 euros en dicho ejercicio. Ahora bien, en el caso de las empresas con ingresos superiores a 6.000 euros e inferiores a 150.000, las pérdidas medias son algo más de 35.000 euros.
En una zona gris, pero con graves problemas para subsistir si la congelación del sistema productivo se prolonga, se encuentran otras 51.849 empresas cuyos ingresos se sitúan entre 150.000 y 300.000 euros, quienes con solo sufrir un cierre temporal de dos meses verían cómo su facturación caería una sexta parte, y, por lo tanto, se agravarían las pérdidas.
Un número más difícil de cuantificar, de las que hoy están en beneficios, también podría ver cómo se dan la vuelta su cuentas de resultados del negro al rojo.
En todo caso, lo que no ofrece dudas es que ese medio millón largo de empresas sin beneficios serían las más vulnerables, aunque no todas están en la misma situación. Las que tienen menos músculo financiero son las más pequeñas, que son, precisamente, las más numerosas.
Resultados negativos
Este es el caso, como muestran los datos de la Agencia Tributaria, de quienes están en una situación más crítica, que son aquellas empresas que tienen unos ingresos superiores a 6.000 euros e inferiores a 150.000 euros al año, y que representan el 44% del total de los negocios con resultados negativos. En total, 237.415 empresas, en su gran mayoría pequeños negocios familiares, que son las más amenazadas por el impacto económico del coronavirus.
Esto representa el 14,8% de la demografía empresarial a efectos del impuesto de sociedades, y que en su conjunto asciende a 1,6 millones. La diferencia respecto del número de empresas que presentaron resultados (1,3 millones) es que muchas no lo hicieron y, por lo tanto, están fuera de las estadísticas de pérdidas y ganancias.
La parte positiva es que la recuperación de la actividad económica de los últimos años —a partir de 2014— ha permitido un saneamiento de los balances. De hecho, el endeudamiento empresarial se situó en el tercer trimestre de 2019 en 911.520 millones de euros. Como destaca Bankia Estudios, eso representa el 73,9% del PIB, lo que significa 46,2 puntos menos que los máximos alcanzados en 2010. Por lo tanto, su capacidad de endeudamiento —y el Gobierno lo que ha hecho es abrir líneas de avales— es hoy muy superior a la que tenían en la anterior crisis económica.
Dos escenarios
Ese 14,8% de las empresas que están en situación de alto riesgo es un porcentaje similar al que recientemente ha estimado Cerved, una de las primeras agencias de calificación de riesgos de Italia, para el país transalpino. Cerved considera que en el escenario más suave, la probabilidad de ‘default’ de las empresas italianas se movería en un rango situado entre el 2,7% y el 10,6%, con una media del 6,8%, pero en el más severo, las quiebras podrían afectar al 10,4% de las empresas italianas, dentro de un rango, en función de cada sector productivo, situado entre el 7,5% y el 10,4%.
Por lo tanto, niveles próximos a España. Ambos países han sometido a sus respectivas poblaciones a un estricto confinamiento (lo que reduce a mínimos el consumo) y han decidido congelar sus respectivos tejidos productivos, por lo que quedan solo operativos los servicios mínimos esenciales.
La elevada vulnerabilidad de las empresas tiene mucho que ver con su tamaño. España, como se sabe, es un país no ya de pequeñas empresas sino de microempresas, como pone de manifiesto el hecho de que nada menos que el 78% son lo que la Agencia Tributaria denomina “de reducida dimensión”. Y de estas, el 58% ingresa por su actividad entre 6.000 y 600.000 euros al año. No se contabilizan, por su singularidad, las que facturan menos de 6.000 euros (345.993), que Hacienda considera “inactivas” a efectos estadísticos.
Los últimos datos de la Central de Balances del Banco de España muestran que durante el año 2019 el resultado ordinario neto (RON) de las empresas aumentó un 10,9%, lo que representa más de un punto superior al avance del 9,2% registrado el año anterior. Entre otros motivos, por el aumento de los ingresos financieros derivado de los mayores dividendos percibidos y por el nuevo descenso de los gastos financieros.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL