MARTA GARCÍA ALLER
El giro a la derecha del PP del que ahora reniega Pablo Casado no fue una improvisación para las elecciones del 28-A. El giro estratégico al que los populares achacan en gran medida la pérdida de más de la mitad de sus escaños se selló en las primarias de julio. El heredero de Aznar venció a la heredera de Rajoy con la promesa de defender por fin sus ideas “sin complejos”. Al subir a aquel escenario a celebrar su victoria por 451 votos más que Soraya Sáenz de Santamaría, un Casado flamante declaró “el PP ha vuelto”. Se deducía de sus palabras que el partido se había ido y hasta que llegó él andaba acomplejado. No intuía el nuevo líder del Partido Popular que tras ese giro conservador los que se estaban a punto de irse eran 3,6 millones de votos.
Casado proponía una reforma electoral a la griega que le diera al partido ganador de las elecciones una especie de bonus de 50 diputados
Casado, sin embargo, no escondió en ningún momento cuál era el rumbo que quería darle al partido que tras el escrutinio del 28-A le recrimina la derechización. En aquel Congreso en el que se ganó la batuta del partido, prometió abiertamente que rearmaría ideológicamente al PP, propuso regresar a la ley del aborto de 1985 y prometió con tanta vehemencia defender “la vida y la familia” que parecía que Sáenz de Santamaría prefiriera la muerte y el celibato. Nueve meses después, tenían que ser nueve, el aborto se convertiría en un tema tabú para la campaña del PP. Tras el bochorno de que su número dos, Adolfo Suárez, comparase en una entrevista con Alsina la interrupción voluntaria del embarazo con un confuso rito neandertal, tanto la propuesta de volver a la ley del 85 como Suárez desaparecieron de la campaña.
No es la única propuesta de Pablo Casado de la que ya no queda ni rastro. En aquel discurso de la victoria ya olvidado, también propuso una reforma electoral a la griega que le diera al partido ganador de las elecciones una especie de bonus de 50 diputados. Entonces parecía una buena idea. Decía el recién estrenado líder del PP, que tenía 137 escaños y ha pasado a 66, que premiar a la lista más votada incrementaría “la estabilidad del sistema político” y evitaría que los nacionalistas fueran necesarios para gobernar. Seguro que si la propone en el nuevo Congreso de los Diputados salido del 28-A cuenta con el apoyo del PSOE para sacar adelante la medida.