El ‘efecto Valls’ se diluye en Barcelona. El principal ‘fichaje’ de cara a las municipales no acaba de funcionar. Manuel Valls, ex primer ministro de Francia, fue fichado por Ciudadanos para encabezar su lista. Llegó siendo la gran esperanza blanca del constitucionalismo, pero la expectación creada en su momento se desinfla conforme pasa el tiempo. Esta desaceleración del ‘efecto Valls’ se constata en los sondeos confidenciales que maneja la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, que diseña su estrategia semanalmente a golpe de resultados de las encuestas que le llegan.
Fuentes de los comunes señalan a El Confidencial que las dos fuerzas principales, según los datos de Colau, son Barcelona en Comú (BeC) y ERC, la candidatura que encabeza el exsocialista Ernest Maragall. A continuación, según esos datos, se ha situado, contra todo pronóstico, el candidato del PSC, Jaume Collboni, mientras que Valls, al que algunas encuestas habían llegado a considerar favorito, se descuelga hasta el cuarto puesto. Es toda una sorpresa que ha dinamitado la estrategia de Colau y de Podemos y ha hecho saltar las alarmas en la casa de los comunes.
“Detectamos que una parte del voto que en principio se había unido a Manuel Valls ha abandonado a este y se posiciona ahora con Collboni”, admiten las fuentes consultadas. Pero el peligro inminente es que una parte del voto desencantado de los comunes y Podemos emigre de nuevo hacia los socialistas, lo que pondría en peligro la victoria de Ada Colau.
Valls ha querido hacer una candidatura desligada aparentemente de Ciudadanos, lo que es criticado incluso desde dentro de la formación. Quiso fichar como su segunda a Carmen Andrés, la mano derecha del socialista Collboni en esta legislatura. “Necesitaba una cara de la izquierda en su lista para simular una transversalidad que no tiene”, alertan sus rivales políticos. Pero Carmen Andrés le dio calabazas y no le quedó más remedio que proponer como número tres al exministro socialista de Trabajo Celestino Corbacho. De hecho, Corbacho era la baza de Ciudadanos a las elecciones generales y tuvo que sacrificarse para vestir la lista de Valls en Barcelona. El ex primer ministro francés se vio así obligado a escoger como su segunda en la candidatura a la diputada de Ciudadanos en el Parlament María Luz Guilarte y como número cuatro a Eva Parera, exportavoz de UDC. De hecho, esas caras le confieren una cierta pátina de transversalidad, ya que las tres personas que le siguen en la candidatura provienen de partidos diferentes.
Un cóctel con buenos resultados
Pero en las listas del socialista Jaume Collboni sucede otro tanto. El socialista recupera a candidatos con experiencia, como Laia Bonet (una de las líderes del PSC de marcado perfil catalanista) y Montserrat Ballarín, que ya había sido responsable de la Hacienda municipal cuando gobernaban los socialistas. También incorporará a su candidatura a Albert Batlle, exconcejal del PSC que acabó siendo director general de los Mossos hasta junio de 2017, cuando dimitió en desacuerdo con el ‘procés’. Batlle se pasó luego a las filas de Units per Avançar, el partido heredero de UDC, que ahora se ha coaligado con el PSC para competir en las elecciones. Por lo tanto, subrayan desde su círculo más cercano, “la lista equilibra el toque de izquierdas que siempre hemos tenido y aplicado y el del catalanismo moderado”.
El cóctel le ha dado al candidato del PSC buenos resultados. “También creemos que Valls ha tenido muchos patinazos y no conoce la ciudad. Propone temas copiando literalmente iniciativas municipales de la oposición. Ahí se ve que muchas veces habla de oídas. Y ha habido colectivos que se han dirigido a nosotros para conocer nuestras propuestas y nuestras líneas de acción porque no se fían de lo que propone Valls”, explican fuentes del PSC.
Esa realidad es la que pone de los nervios a la alcaldesa Ada Colau. Su equipo de asesores ha montado ahora toda una parafernalia de aparato de propaganda para recuperar el terreno perdido. Su principal rival sigue siendo Ernest Maragall, pero si una parte del voto de la izquierda no independentista vuelve al PSC, Colau lo tiene difícil para repetir como alcaldesa. En cambio, la figura de Jaume Collboni ha subido enteros entre amplios sectores sociales y económicos de la ciudad. Por tanto, la figura a batir ahora es Collboni y frenar una posible fuga de votos hacia el PSC.
La encerrona de Maragall
A la preocupación de esa fuga, se añade la preocupación por las maniobras de Ernest Maragall de robar candidatos y electorado a los comunes. El candidato de ERC ha ofrecido a Elisenda Alamany, exportavoz de Catalunya en Comú Podem (CatECP) en el Parlament, ser su número dos. Y no solo eso: la pasada semana, el diputado Joan Josep Nuet (que está en el grupo parlamentario de CatECP en representación de EUiA) llegó a un acuerdo con los republicanos para concurrir juntos en las elecciones del 28 de abril.
Nuet fue expulsado del grupo parlamentario este viernes “por entender incompatible su decisión personal de presentarse por las listas electorales de ERC y permanecer en nuestro grupo parlamentario, que se debe a un ideario, a una organización y que cuenta con un código ético que rechaza este tipo de prácticas de la más vieja política como es el transfuguismo”. Los comunes reclaman a Nuet (que siempre se había alineado con el independentismo) el acta de diputado “que consiguió por formar parte de un proyecto colectivo”, en palabras de Jessica Albiach, presidenta del grupo parlamentario de CatEPC.
Todo ello ha hecho saltar las alarmas en casa de Colau: si Collboni le roba votos por un lado y Maragall se los roba por el otro, BeC puede acabar como el rosario de la aurora. La alcaldesa ha iniciado ya una campaña de promoción personal ‘puerta a puerta’ que incluye fotos en el metro (medio que no había pisado en los últimos años) y visitas sorpresa por los barrios de Barcelona para “que la vean los vecinos y saludar a la gente”. Todo ello va dirigido a contrarrestar la posibilidad de que un espectro de votos de los barrios de la izquierda tradicional vuelva al redil del PSC y abandone a los comunes. “Es en estos barrios donde se ha de dar la batalla, porque es donde los votos pueden hacer decantar la balanza”. Será en distritos como Sant Martí, Horta-Guinardó, Nou Barris o Sant Andreu donde dará la gran batalla, aunque no olvidará Sants-Montjuïc, Gràcia o los céntricos del Eixample.
Las consignas ante el 26-M
Colau tiene un problema: la gestión de su Gobierno es casi inexistente. No cumplió sus promesas en vivienda y de las 4.000 prometidas se quedó en 600, aunque su actuación se limitó a comprar pisos a precios abultadísimos para convertirlos en vivienda social, una estrategia desesperada de final de mandato. Ni pudo llenar Barcelona de tranvías, aunque inició un polémico proceso de veto al coche en la ciudad. Ni permitió hoteles de lujo, pero tuvo que tragar con convertir esos inmuebles en pisos de lujo, por lo que no generan puestos de trabajo ni movimiento económico en la ciudad. Ante ello, tirará de eslóganes ideológicos para encarar la campaña. Soslaya, así, los enfrentamientos con colectivos como el hotelero, los restauradores, los comerciantes (muy molestos con la permisividad y defensa municipal del ‘top manta’) o las propias asociaciones de vecinos (de hecho, no respetó los acuerdos del ayuntamiento anterior con estos colectivos), sin olvidar que la inseguridad ciudadana se ha disparado o su apoyo implícito al independentismo.
Fuentes cercanas al equipo de Gobierno municipal de Barcelona explican a El Confidencial que “lo principal es que la gente entienda que si vota a ERC estará votando un candidato que muy posiblemente gobierne luego con los votos de la derecha de JxCAT, porque Ernest Maragall ya ha dejado claro que él quiere un frente independentista en el ayuntamiento. Y si vota PSC, estará votando las políticas del pasado. La única que puede hacer algo diferente es Colau”.
Desde las filas socialistas, se advierte de que “Maragall y Colau ya tienen un acuerdo poselectoral para apoyarse mutuamente dependiendo de los concejales que saquen”. Esta afirmación es negada desde ERC y desde BeC, pero también es cierto que Ernest Maragall ha jurado que jamás pactará con el PSC tras las municipales. Le queda, pues, apoyar en solitario a Colau o apoyarse en JxCAT para gobernar si saca más concejales que los comunes.