Antonio del Castillo, su abogada, Inmaculada Torres; y este periodista que les cuenta llevamos años revisando el sumario de la investigación sobre la muerte de Marta en busca de cualquier detalle que permita localizar su cadáver. A finales de 2017, si no me equivoco, reparamos en algo importante. Desde entonces hemos tenido decenas de conversaciones, planes y esfuerzos; todos secretos, porque aquí, lo importante no es contarlo, es encontrar el cuerpo de Marta y que la familia descanse en paz.

Fruto de este trabajo hemos descubierto que el crimen de Marta del Castillo esconde una estafa de 108.000 euros. Por ese dinero murió la hija de Antonio y Eva. En seguida les doy los detalles, pero antes les confieso que me gustaría no tener que estar escribiendo este artículo. Lo importante es resolver el caso y dar sosiego a la familia después de once años de sufrimiento. La noticia solo tendría que venir entonces, no ahora. Si lo hago es porque me llega que hay otro periodista que acaba de publicar la exclusiva. Me consta que Antonio lo lleva intentado parar días, sin ningún éxito. En nuestra profesión hay quien cuando mira a la tragedia lo hace solo con ojos de informador y no de ser humano.

Vamos con la historia hasta donde creo que es prudente contar. En el verano de 2008, Francisco Javier necesitaba dinero con urgencia. Él y Miguel habían heredado a principios de ese año la casa de su madre, Felisa Delgado, concretamente la de la calle León XIII. El domicilio tenía pendiente una hipoteca de 49.000 euros. Acordaron pedir una hipoteca a nombre de Miguel al BBVA por valor de 108.000 euros. Con ese dinero, el joven, que por entonces tenia 19 años, cancelaba la hipoteca responsabilidad de ambos y además le entregaba a su hermano unos 32.000 euros. A cambio, Francisco Javier le vendía su parte de la casa a Miguel que pasaba a ser el propietario al 100% de la vivienda.

Lo curioso es que Miguel vivía en Camas con su novia y no necesitaba la casa para nada. Quien realmente residía allí porque se había divorciado de su mujer era Francisco Javier. Sin duda, apunta a una venta cuanto menos extraña, por no llamarla fraudulenta. Pero claro, para solicitar una hipoteca tienes que tener una nómina y el hermano mayor sabía que el pequeño había trabajado un mes en una floristería, otro en una conocida empresa de pizzas a domicilio, pero que en el momento de solicitar la hipoteca al BBVA no tenía ni oficio ni beneficio.

Así era imposible que Francisco Javier recibiese el dinero. ¿Cómo solucionarlo? Pues falseando unas nóminas y la vida laboral. Miguel Carcaño entregó al banco tres: las de junio, julio y agosto de 2008 en las que ponía que trabajaba de camarero en San José de la Rinconada y que cobraba 1.400 euros al mes. Pero con eso no era suficiente. También había que falsificar un documento público: la vida laboral. En la que le entregaron al banco consta que trabajaba en la cafetería. En noviembre de 2008 le concedieron la hipoteca y se consumó la estafa.

Así ambos lograron su propósito. Francisco Javier, el dinero que precisaba con urgencia y Miguel, una casa en la que mantenía una habitación, pero en la que en realidad no vivía. El problema fue que Miguel, que es un descerebrado, se compró una moto y además se llevó del banco una Play Station, un ‘home cinema’ y una cámara de fotos, creyendo que estos aparatos se los regalaban por haber suscrito una hipoteca. En octubre logró colocarse en una empresa de limpieza, pero ni aun así llegaba a pagar la letra de la hipoteca. En noviembre y diciembre se retrasó en el pago, pero logró abonarlo. En enero, concretamente el día 24, todavía no había hecho frente a la letra del banco. Con todos estos datos que ha recibido la Justicia hay que releer la última declaración de Miguel Carcaño, la que muchos creemos que es la verdadera. La hizo en febrero de 2013, tras haber sido condenado por asesinato y después de haberse librado del miedo que le producía su querido hermano.

Es la siguiente: «Llegué con Marta a mi casa sobre las ocho de la tarde, aunque no lo sé con exactitud. Cuando entramos me di cuenta de que mi hermano estaba en el interior. Marta se metió en mi habitación y yo me fui hacia dentro para hablar con él. Le dije que venía acompañado y él me explicó que había puesto una lavadora y me dijo que la fuera tendiendo. Mientras lo hacía, mi hermano me contó que había hablado con el que arregló los papeles del piso y que le había comentado que iba retrasado con el pago de la hipoteca. Le expliqué que en la cuenta había 2.000 euros y que había sacado 800 para comprar una moto y que se había llevado del banco como regalo una Play, una cámara y un ‘home cinema’. Pensé que eran gratis. Cuando escuchó mi explicación comenzó a insultarme y a decirme ‘siempre eres igual’ y a pegarme».

Prosigue: «Intenté escaparme fuera de casa. Corrí a través del salón y del pasillo que lleva al exterior, pero mi hermano me alcanzó justo antes de abrir la puerta. Me dio un puñetazo en el estómago. Estábamos justo frente a la puerta donde estaba Marta. Traté de entrar, pero mi hermano me acorraló y siguió pegándome. Me daba por todos lados. Mi hermano acabó de espaldas a la habitación y yo de frente. Marta al ver la paliza se abalanzó a la espalda de mi hermano para intentar que dejara de pegarme. En ese Momento él se lleva la mano al cinturón, saca un revólver que lleva en la funda, me da a mí una vez y luego se gira mete a Marta en la habitación y le golpea en varias ocasiones».

La documentación que consta en el juzgado de instrucción demuestra que Miguel, en su última versión, dijo la verdad respecto a los problemas económicos. La discusión no se produjo por el impago, sino porque se podía descubrir la estafa y la falsedad documental que había detrás, lo que podía acarrear diez años de prisión si les pillaban y ocurriría si Miguel no pagaba las cuotas.

La falsedad documental podía acarrear diez años de prisión si les pillaban y podía ocurrir si Miguel no pagaba las cuotas

Por esa razón, la abogada de la familia Castillo Casanueva ha solicitado que se impute a Francisco Javier Delgado como verdadero autor del asesinato que acabó con la vida de Marta. Veremos ahora cuál es el nivel de implicación del juez, Álvaro Martín, si como algunas personas de su entorno han comentado, piensa archivarlo, o si de verdad va a poner toda la carne en el asador para tratar de resolver el caso definitivamente y darles el cuerpo de Marta a sus padres. Este magistrado sentó a Griñán y a Chaves en el banquillo; no pinta que se arrugue ante las dificultades. Pero nunca se sabe.

Les confieso que se han aportado muchos más datos no conocidos hasta ahora —unos en papel y otros en el oído— de los que no se pueden filtrar a la prensa; datos que deseo nos acerquen por fin a la solución en el caso Marta del Castillo. Solo les desvelo, y a regañadientes, los que me he visto forzado a contar. Por mí, si nadie los hubiera hecho públicos, habrían permanecido en secreto, pero como les contaba al principio otro informador solo ha visto la exclusiva donde en realidad hay un drama humano desgarrador.

Decía el gran Ryszard Kapuscinski: «Para ser buen periodista primero hay que ser buena persona».