LOS CENTROS PENITENCIARIOS ESPAÑOLES están pasando por una crisis emocional, porque el personal, unos 43.000 funcionarios de carrera, gente bragada y de altas responsabilidades, han sido marginados en las subidas económicas que han merecido guardias civiles y policías nacionales, una desigualdad de trato injustificable, penosa y desequilibrada, un agravio comparativo profesional porque se llega a situaciones de tensión por falta de personal, lo que pone en peligro la seguridad de nuestras cárceles. A veces, nos dicen funcionarios granadinos,» parecemos los sirvientes de los reclusos». Concuerda con un guasap que hemos recibido la Prensa por parte de un colectivo madrileño, cargado de ironía, porque además los sindicatos van cada uno a su aire, los cuatro que funcionan en Prisiones. El problema viene de lejos, pero al Gobierno le da lo mismo, y porque la opinión pública desconoce por completo la dura labor de estos funcionarios que trabajan en duras condiciones operativas.
Extraño y faltos de ideas conjuntas de esos mismos sindicatos desunidos que deberían ordenar ideas y reivindicaciones. Tampoco los partidos, salvo Cs y Podemos. Lean el guasap y saquen conclusiones los lectores, guasap que fue distribuido el viernes a una veintena de medios de comunicación social:
«Adivina, adivinanza… ¿Sabes en qué trabajo?
Oigo problemas, seco lágrimas, estudio el comportamiento… Pero no, no soy psicóloga.
Vigilo comedor, vigilo patio… Pero no, no trabajo en un cole.
Evito conflictos, separo peleas, intervengo drogas, armas y material prohibido… Pero no, no soy policía.
Hago inventario varias veces al día pero no soy contable.
Llevo expedientes y sé de derecho pero no soy abogado.
Donde yo trabajo, dentro, no hay policías ni guardias civiles, aunque estén las personas más peligrosas de la sociedad. No tenemos armas. Nadie nos conoce, no hacemos ruido. Hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos.
Yo soy FUNCIONARIO DE PRISIONES. Pertenecemos, junto a policías y guardias civiles, al ministerio del interior.
El fin de dar a conocer este trabajo es dignificarlo y que sea reconocido. Pedimos equiparación salarial porque todos nosotros, a diario, nos jugamos la vida, independientemente de la cárcel que sea. Esa es nuestra lucha. Una lucha pacífica, saldada con gomazos por parte de compañeros del mismo ministerio. Golpes que consiguen que seamos un equipo más fuerte. Porque somos eso… Un gran equipo.»
