Desde Cs Mazarrón, insisten en que el diálogo para la recuperación local debe ser entre todos y no solo entre políticos bajo la alargada sombra de sus clanes benefactores y la dirección magistral de los vetustos gurús en los partidos y despachos influyentes. Los liberales perseveran en que cada grupo político debe renunciar a las pretensiones individualistas de poder y anteponer la supervivencia de un pueblo maltratado en todos los aspectos económicos, sociales y políticos.
Manifiestan que la formación naranja mantiene la mejor de las disposiciones para respaldar cualquier iniciativa que esté orientada al consenso de todos los sectores en pro de la unidad, la gobernabilidad y la salida de la crisis socio económica-sanitaria y política del municipio; procedimiento que a su entendimiento debe hacerse en justicia y sin condicionamientos. “Diálogo leal, unidad sólida y una gobernabilidad estable”.
Sin embargo, resaltan que el diálogo no es un proceso que ocurre “ni entre sordos, ni solo entre los mandamases o Gerifaltes”, cualquiera que sea su condición, sino que, al igual que en otros municipios colindantes, se debe permitir la entrada de todos los sectores que hacen vida en la localidad y que cada uno de ellos sea escuchado con respeto. La “red clientelar” debe renunciar a la imposición de un sistema corrupto que no es aceptable; la oposición también debe cuestionar sus pretensiones de poder… lo importante es la gente y el pueblo.
Consideran que la Institución que de balde dirigen Miras y Campillo empeñados en “acercar la cerilla al bidón de gasolina”, debe tomar conciencia que está al servicio de todos los mazarroneros y no de un solo sector privilegiado, “cártel político” o “famiglia benefactora”, por lo que creen que se debe permitir el verdadero protagonismo del pueblo y a su vez una mejor inversión social que se dirija principalmente a sectores exprimidos, como la educación, la salud y los servicios públicos. Reforzar las fuerzas de orden público y acometer ya una sede judicial, que con la que nos está cayendo es una prioridad incuestionable.
Aunque se evidencian algunos signos ilusionantes de cambio en la población por hechos como el aumento de la solidaridad entre los ciudadanos, la mentalidad de ser actores activos en los cambios que se necesitan y el sentido de pertenencia de la gente. Cs no cejará en su empeño de aportar mensajes constructivos de unidad y transmitir todas las inquietudes del pueblo. Esperamos que se sigan dando los pasos necesarios para el encuentro de todos los grupos políticos por alcanzar un espacio de diálogo respetuoso, fortalecer los acuerdos si llegan y romper las principales trabas que impiden la fluidez en la construcción del bien común.
Si nuestros apoltronados dirigentes que no paran de «pintar la cigueña», no son capaces de dialogar y ponerse de acuerdo, que nos dejen a los que estamos en el eje medio-bajo de la cadena organizar nuestra vida y dar los pasos necesarios para que la esperanza siga viva, pero legalmente con honradez y eficacia. Lamentablemente, aún con los pasos abiertos se siguen utilizando atajos peligrosos e ignorando puentes para el desarrollo de las inmensas potencialidades que Mazarrón posee.
El municipio continúa postrado y sometido. Si bien es cierto que se ha suavizado la conflictividad social durante esta legislatura por la buena situación económica encontrada, la conformidad con la pandemia y ahora el miedo a la guerra, también es cierto que bajo su manto se ha aumentado la clientela electoral, a base de un enchufismo clamoroso de afines y una engañosa “política de misa y olla” que atrapa a los mazarroneros en la mugrosa telaraña de una “red clientelar” jamás superada. El diálogo y la búsqueda de la verdad nos lleva a construir un proyecto común que implica escucha, renuncias, reconocimiento de los errores y aceptación de los fracasos y equivocaciones. «Los políticos nunca aprenden nada que se les dice. Deben averiguarlo ellos mismos y reflexionar… es una dura labor que pocos realizan».
La confección de las listas electorales provoca grandes tensiones convulsionando a los partidos políticos. Sobre todo al tándem bipartidista PPSOE con la últimas purgas a una y otra acera de C/Progreso, proyectadas por los “clanes fácticos” y dirigidas por los septuagenarios gurús progres y la logia caciquil conservadora desde los “despachos influyentes”. Dicen en UIDM y Cs que toman nota, ambos grupos reivindicaron un gran pacto para garantizar la gobernabilidad entre todos los partidos, sin condicionamientos, pero el bipartidismo sigue a lo suyo, a absolver o diluir todo lo que le estorba y resta poder. Repiten con total clarividencia que una plataforma ciudadana que sume la izquierda socialdemócrata con el centro derecha y liberales, es la única vía para hacer frente al “nudo gordiano transicional” que sigue firme en el ataque frontal a los nuevos partidos que ponen en peligro el orden establecido y la red clientelar.
Para desdicha de todos, vivimos momentos en los que prolifera una total anarquía moral. Sálvese el que pueda. El abuso del más fuerte sobre el débil es el deporte local, se practica a todas horas y se aplaude y fortalece en la corte municipal, por la casta inmersa en esa anarquía moral. A nadie se le puede negar la legitimidad de actuar en política, pero los guardianes del “Sanedrín Fáctico”, bien podrían escoger condiscípulos más ecuánimes con honestas convicciones acerca del bien común. Desde luego, a esta sociedad nuestra le falta la fidelidad a los compromisos. Desatenderse del régimen establecido y alimentar corrientes de pensamiento responsables en favor de la mayoría social. Luchar contra un uso incorrecto del poder, cuando lo normal de ese viciado poder es el abuso y el sectarismo, porque las consecuencias son irreparables y van contra el propio destino de la ciudadanía en la vida misma.
La manoseada historia política local, repetida cíclicamente nos da muestras de los errores que, en forma de bucle, fatalmente se van repitiendo y cuyo triste desenlace pocos, o nadie, hacen nada para evitarlo. Siguiendo la máxima envenenada sobre la evolución de los regímenes políticos y la consecuencia del razonamiento ideológico partidista, parece que estamos ante la evolución natural de un sistema democrático, pero nunca más lejos. Esto es, en la demagogia y, si cabe, en la conversión en la actualidad de la política espectáculo, donde, como en un programa de variedades, se ven infinidad de números circenses, donde, tras cachondos efectos, el sentido del mismo o las intenciones quedan ocultas tras un velo de la inanidad más absoluta.
«LA VIDA ES AQUELLO QUE TE VA SUCEDIENDO MIENTRAS ESTÁS OCUPADO HACIENDO OTROS PLANES» (JOHN LENNON).
Desde la última década del siglo XX hasta el primer quindenio del XXI, la Región de Murcia ha sido el feudo caciquil de la oligarquía económica bajo el paraguas de las dopadas mayorías electorales del Partido Popular y su caudillo inquisitorial, Ramón Luis Valcárcel (suma y sigue). Su viciada política de grandes y costosos eventos-la falta de transparencia en las instituciones-con las pervertidas inversiones públicas -el abuso de la red clientelar perpetuada- y la notoriedad de las causas judiciales relacionadas con la corrupción política que han salpicado a los principales dirigentes del PP y a los Gobiernos del largo periodo gavioto, han destapado la caja de los truenos mediáticos y despertado a la opinión pública, que muestra por fin su hartazgo ante tanta podredumbre.
La anomalía murciana va mucho más allá de una anécdota sobre nepotismo y abuso de poder o financiación ilegal: revela la existencia de un sistema mafioso que cohabita en las instituciones y se sirve de mecanismos irregulares-clientelismo-corrupción-medios subvencionados y populismo de calle o poder, un conjunto de reglas e ideas que definen el adoctrinamiento de sus incondicionales dentro del entramado socio económico y político para mantener la hegemonía del «bipartidismo» destinada a prolongarse en el poder mediante ventajas determinantes que prostituyen el sistema democrático y alteran el pluripartidismo.
Las prácticas irregulares denunciadas, en manos de los jueces, han tenido hasta ahora una escasa incidencia en el electorado regional y local. El escribidor muestra en este comentario no solo la ignorancia que existe acerca de la situación presente sino también los prejuicios que lastran la imagen de Murcia y Mazarrón, y por lo tanto, de lo que está pasando, sus antecedentes y la forma en que ve y vive los desafortunados acontecimientos con que ilustra a los murcianos y mazarroneros directamente implicados, tanto a los partidarios del prostituido régimen como a los que se oponen a él con todas sus fuerzas.
No hay que desjudicializar la política, lo que hay que hacer y urgentemente es despolitizar la justicia. Los partidos tienen que sacar sus infectas manos de las estructuras del poder judicial, institución en la que jamás deberían haberlas puesto.
» Mi abuelo que era un hombre muy valiente solo tenía miedo a los «Jalabolas», un día le pregunté ¿por qué?, y me dijo… porque son muchos, ¡no hay forma de cubrir semejante frente! por temprano que te levantes, a donde vayas ¡ ya está lleno de «Jalabolas» ! y son peligrosos, porque al ser mayoría eligen hasta el Alcalde….»