|| Vicente Serrano ||

 

Este largo título contiene cinco términos que creo es necesario aclarar o, por lo menos, acordar el sentido que le damos lo que los convierte en la columna vertebral de este texto.

Separatismo, Republicanismo, Balcanización, Cataluña y España.

Separatismo, secesionismo, independentismo todo viene a declarar el deseo de separar una parte del todo. Separarse no es bueno ni malo, depende de los motivos y las consecuencias. Todos comulgamos con el derecho de los palestinos a tener un Estado propio. Ese, para mí, es un deseo de separarse justificado.

Entremos en el problema de que es lo que hay detrás del separatismo catalán y ahí es donde encontramos un egoísmo, una búsqueda de diferenciación, una búsqueda de ser distinto de otros, de ser algo más que otros y eso recibe el nombre de nacionalismo. Nacionalismo siempre se basa en ensalzar lo que te diferencia del otro y, por lo tanto, te hace merecedor de una distinción privilegio, dilo como quieras.

El nacionalismo que afecta a las sociedades modernas tiene su origen en una reacción a la Ilustración, a la búsqueda del paraíso perdido de las sociedades estamentales, elementos distintivos de las sociedades feudales. Ciertamente ya no todo son juegos florales. Todo ello está aderezado con elementos de victimización económica, cultural y política con lo cual es el enemigo exterior el culpable de todos los males que sufre esa sociedad y apuesta por una supuesta Icaria donde todo quedará resuelto una vez desembarazados del malvado ocupante. Hay una sublimación del “no nos dejan ser”… un pretendido “ser” colectivo y obligatorio.

El nacional-catalanismo lleva años alimentando un proceso que necesariamente ha de culminar en esa ambicionada independencia. No hay nacionalismo moderado y nacionalismo radical… todo es cuestión de velocidad.

El procés no se inicia con la sentencia el Constitucional sobre el Estatuto ¡Para nada! Se inicia tras las acciones de “Rodea el Parlament” que realizó el movimiento 15M en respuesta a los recortes que la Generalitat de Artur Mas impuso a la sociedad catalana. Antes de que a la sociedad española lo hiciera Rajoy.

Ese es el verdadero punto de inflexión que da inicio a este proceso secesionista, inesperado ya que el mismo catalanismo lo tenía previsto para más adelante. Fue un error de cálculo. Ciertamente, consiguieron desmovilizar a la sociedad catalana que reivindicaba justicia social, sustituyendo la reivindicación por la culpabilización de España de todos los males que sufría Cataluña, males, que por otro lado, también sufría el resto de España.

Hay dos palabras más Cataluña y España y observo que en el título nuestra amiga María Victoria ha escrito Cataluña con N e Y, aceptando ese principio de que los nombres no se traducen. Particularmente, yo no estoy muy de acuerdo con ese criterio, pero si lo aceptamos todos espero que cuando se escriba “España”, en catalán, lo hagan con Ñ, cosa que nunca pasa. Yo cuando hablo, o escribo, catalán digo Osca y no Huesca, Saragoza y no Zaragoza, Lleida y no Lérida, Girona y no Gerona y al revés cuando hablo castellano.

En realidad, todo gira en torno a esas dos realidades y el sobre-dimensionamiento del movimiento secesionista en Cataluña y el nivel de aceptación de sus postulados en toda España. No son tantos, pero tienen mucho poder y otros les ceden más.

Ya podemos acercarnos a palabras de más calado cómo es republicanismo y ahí ya la cosa empieza a ser más peliaguda.

¿Es el proces un movimiento republicano? yo puedo afirmar y afirmo taxativamente que no.

En ACP (Alternativa Ciudadana Progresista) siempre nos hemos declarado republicanos y siempre hemos argumentado que nuestro republicanismo va más allá de la sustitución del rey como jefe del Estado, porque considerábamos que tan ilícito e inaceptable es que alguien herede la Jefatura del Estado, como que alguien herede la presidencia de una comunidad autónoma o de un banco, por él solo hecho de ser hijo de quien sea. La sangre no debe dar privilegios de ningún tipo. La igualdad es la máxima que un republicano debe exigir, revindicar. En ACP hicimos un cartelito que decía “Monarquía, no gracias. Ni Borbones, ni Pujoles”.

Nosotros consideramos que la herencia es uno de los elementos que generan y mantienen más la desigualdad. La riqueza se hereda, la pobreza también.

En los días 6 y 7 de septiembre del año 2017 el nacional-secesionismo pretendió acabar con la legalidad de la Constitución y en uno de sus articulados determinaba que los jueces de los altos tribunales del nuevo Estado Catalán serían nombrados directamente por el presidente de la Generalitat y que todos aquellos que tuviesen cuentas pendientes con la justicia española y fueran “buenos catalanes” quedarían anuladas y sobreseídas sus causas. A eso le podemos llamar “república de pandereta”.

Permitidme un inciso: me temo que España tampoco es muy republicana pues parece que a Pujol y toda su corte y a los que quisieron romper la Constitución el pasado año se les está preparando el camino exculpatorio. No sabemos bien a cambio de qué. Bueno, en realidad, sí. Durante 40 años, los gobiernos españoles, todos, han cedido, en su debilidad, al chantaje de los nacionalismos… No parece muy republicano tratar con deferencia a los poderosos. Desigual a los desiguales

Hablar de republicanismo me impide soslayar el tema federalismo que tanto se oye últimamente en boca de toda la izquierda. Pensando que es la cura de fierabrás para el nacionalismo, ignoran que no les interesa para nada. El federalismo no solventa, ni apacigua, ni conforma, ni colma las ambiciones nacionalistas, NO.

A esto se une una falsedad histórica. La Segunda Republica Española no fue nunca federalista. No soy un experto y seguramente Rodrigo Vázquez de Prada podría ilustrarnos al respecto, pero parece ser que hubo un fuerte rechazo en la sesiones del constituyente a hablar de federalismo. La fórmula que adopta la Constitución de la Segunda República es la de “un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones” (art. 1)

En el artículo 12 de esa Constitución de la segunda República dice que para aprobar un estatuto autonómico se precisa “por lo menos las dos terceras partes de los electores inscritos en el Censo de la región”. Texto que desaparece en el artículo 143 de la Constitución de 1978, reclamando los 2/3 de los ayuntamientos para la propuesta y en la aprobación del estatuto con tan solo la mayoría de votos válidamente emitidos por provincia (art. 151.2.4ºy 5º)

¿Se imaginan que cuando, en 2006, se votó el nuevo Estatut de Catalunya se hubieran exigido los 2/3 del censo? Solo acudió a votar el 49% y de esos votaron sí el 73%, lo que representaba menos del 36% del censo, es decir poco más de 1/3 ¿Se imaginan? Y era para un estatuto de autonomía. En las plebiscitarias de 2017 subieron un poquito, al 37,44% ¿Qué porcentaje del censo es necesario para considerar una independencia? Y eso siempre y cuando los españoles aceptaran una reforma constitucional que permitiera una consulta de esas características…

Siguiendo con el tema federal… El art. 13 de la Constitución de la segunda República y el 145.1 de la Constitución de 1978 prohíben la federación de autonomías. Sin más.

Es evidente que la Constitución del 78 copia y desarrolla de la de la segunda República la organización territorial de España en Autonomías (Comunidad es un concepto actual) pero rechaza la idea de federación, influidos, supongo por la experiencia de la Primera República.

Porque el problema es cuando hablamos de federalismo ¿De qué hablamos? Existe una mala costumbre en mezclar republicanismo y federalismo y, a la par, en asociar federalismo a derecho de autodeterminación, o, dicho de otra forma, de soberanías originarias. Que ganas de separar lo que ya está unido. Ese federalismo es inadmisible hoy en España. Ahora bien, a cerrar constitucionalmente el sistema territorial definiendo las competencias de cada administración: General, Autonómico y Municipal, a la par que enumerar la Comunidades existentes o las que en el proceso se generen por racionalización del sistema, podríamos llamarlo “federalismo de llegada” sin problemas.

Volviendo al republicanismo. El meme “Som república” es un eslogan que vende una virtual modernidad y genera en el resto de los españolitos de izquierda un complejo ante los “avenzados” catalanistas, una suerte de solidaridad con aquellos que quieren lo que la izquierda española es incapaz de hacer, una suerte de complejo que siempre ha arrastrado desde la Transición.

Son tiempos de significantes vacíos, de memes, de discursos hueros, incapaces de plantear una verdadera alternativa a los problemas sociales, económicos y políticos de España.

A mediados de agosto, publiqué en Crónica Popular un artículo titulado “Balcanización de Cataluña y ausencia del Estado”. Este artículo es el Leit motif que propuse a María Victoria para esta tertulia.

El hilo argumental es que el nacionalismo se propone una balcanización sin armas de España con el objetivo de que, finalmente, todos aceptemos como inevitable la secesión de Cataluña. Constatada la retirada del Estado de Cataluña, el nacionalismo controla todo, desde la calle hasta el colegio, pasando por los medios de comunicación. Tiene la hegemonía política, cultural y económica y se ha dotado de un relato victimista y heroico en el que integrarse es acogedor. Puedo aseguraros que la intemperie es dura.

También critico a la izquierda formal por asumir ese relato, pero no solo a la catalana, también a la española (la del resto de España) Siempre he afirmado la vocación transversal del nacionalismo y su embebimiento (entrismo, que diría un trotskista) en los partidos de izquierda… desde antes de la Transición.

Ese control de las familias nacionalistas de las direcciones de los partidos de izquierda (repasar apellidos) consigue que los obreros mayoritariamente emigrantes de habla castellana acepten disciplinadamente ese nacionalismo aparentemente inclusivo pero ferozmente sectario de la época pujolista. A ello se une el problema que antes apuntaba de una izquierda sin proyecto para España, seducida por los cantos de sirena de un nacionalismo que le dice que “luego ya nos confederaremos los pueblos hispanos una vez liberados de la opresiva España…” ¡Manda webs! ¡Y la izquierda sin un mástil al que amarrarse!

El fallo que veo en ese proyecto de balcanización que ansían nacionalistas y ciertas izquierdas desnortadas es que el procés ha generado un despertar en los “charnegos” que ya no estamos dispuestos, ni a aceptar la secesión, ni a volver al sistema de hegemonía catalanista de la época pujolista.

El 8 y el 29 de octubre del pasado año, hubo dos grandes manifestaciones defensoras de la integridad de España y contrarias al procés. ¿Que había gentes de derecha en esas manifestaciones? Claro que sí, supongo que en la misma proporción que en las manifestaciones pro-independentistas. ¿Había gentes de izquierda? Por supuesto que sí. Y, seguramente, proporcionalmente más que en las manifestaciones independentistas. Otra cosa es la ambición burda del PP y C’s de acaparar los resultados y el interés periodístico en resaltarles. La mayoría de los que fuimos no lo hicimos convocados por ellos. El 8 habló Carlos Jiménez Villarejo y el 29 Paco Frutos. Ellos representaron a muchos que allí estábamos.

Mi conclusión es que hay un serio peligro de balcanización de Cataluña y que ésta puede llevarnos a una división territorial y que lo qué empezó como broma termine siendo una opción real. Tabarnia.

El sufrimiento está asegurado. Pero el nacional-secesionismo, con su huida hacia delante, ansiando llegar a Ítaca, puede encontrar la derrota final.