Después de las humillaciones a las que la ha sometido Pedro Sánchez en los últimos meses nadie entiende por qué ni de qué se ríe Susana Díaz con exceso de gesticulación y sonoras carcajadas cada vez que la andaluza aparece junto a Sánchez en la vigente precampaña electoral.
Puede que las risotadas de Susana sean un gesto de sumisión al líder para que no le corte la cabeza a partir del 27 de mayo, cuando concluyan todos los procesos electorales en curso.
Pero aún si ese fuera así la humillada Susana se va a equivocar porque este Sánchez no le perdona su tradición en el Comité Federal del 1-O de 2016, cuando fue derribado de la secretaría general.
Ni sus conspiraciones con los grandes empresarios del Ibex 35 y la cúpula del diario El País, cuando lo controlaba Juan Luis Cebrián y cuyo vuelco pro Sánchez y cambio de la dirección se produjo a los siete días de la llegada de Sánchez a la Moncloa.
Susana Díaz se monda de risa en los mítines de Sánchez y le hace bromas y confidencias mientras, José Luis Ábalos sigue preparando la gestora del Sur a cuyo frente colocará a la ministra de Hacienda María Jesús Montero, la de la leonada cabellera.
A esta Susana que se presentaba como españolista y constitucionalista de pura cepa la vamos a ver sin risotadas y callada como un muerto cuando, tras las elecciones del 28-A, Sánchez retome las conversaciones con Torra sobre el ‘relator’ negociador entre el Gobierno y la Generalitat y empiece a preparar los indultos de los golpistas que resulten condenados en el juicio del Tribunal Supremo.
Y todo ello mientras Iceta, el bailarín del Bruc, da saltos de alegría porque cree que con esos acuerdos de rendición española se recortarán los años que quedan para alcanzar la independencia de Cataluña. La que siempre ha estado en el ideario oculto del PSC, y que empieza a emerger con descaro y ‘naturalidad’.
Pero ¿que podría hacer Susana frente a todo esto? Podría intentar otro Partido socialdemócrata y español en la compañía de los Lamban, Page, Caballero, Vara, F. González y la vieja guardia del PSOE. Pero ella ha sido batida en el PSOE por Sánchez y en Andalucía por Moreno Bonilla y ya no tiene ganas ni prestigio para guerrear.
Ella ya solo está para solitas y buen vino y para vivir -como siempre hizo- de la política en el Parlamento andaluz y para poco más.