Las últimas elecciones catalanas fueron hace apenas dos años, pero muchos electores parecen dispuestos a votar diferente. Es lo que sugieren los datos de Metroscopia. Solo el 60% de los votantes tiene decidido votar por el mismo partido (o por uno de sus herederos) y hasta el 20% —uno de cada cinco— tiene claro que esta vez votará distinto.
El gráfico anterior muestra el porcentaje de votantes fieles para cada formación. Son cifras bajísimas. Hay cuatro partidos con fidelidades inferiores al 50%. La mitad de los votantes de PP, CUP, Catalunya si que es Pot y PSC no tienen decidido repetir. Están indecisos, o peor, han decidido que votarán por otra formación.
Los votantes más fieles los tienen Junts pel Sí y Ciudadanos. Esto apunta un efecto coordinación: los partidos grandes de cada bloque pierden menos votantes. El 71% de los votantes de JxSí volverá a votar por sus herederos —ERC o Junts per Catalunya— y solo el 9% tiene decidido cambiar. También Ciudadanos se muestra rocoso: el 76% de los votantes de Inés Arrimadas aseguran que repetirán y solo un 9% está decidido a cambiarlo.
Pero el dato de Ciudadanos merece cierta cautela. Solo el 9% de los encuestados dice haberles votado en 2015, aunque al partido le votó el 14% de los catalanes. Este es un sesgo conocido —una parte de los votantes no independentistas faltan en las encuestas—, pero añade incertidumbre a los datos de Ciudadanos. Estamos asumiendo que las personas que contestan encuestas son idénticas a las que no las contestan, y no siempre es así.
Así se mueven los votantes
Para ver con claridad todos los movimientos entre votantes, a continuación represento la matriz de transferencias. La tabla muestra cómo votarán el 21D quienes votaron por cada partido en 2015.
Las fugas más severas las sufren la CUP, Podemos y el PP. La formación asamblearia pierde una cuarta parte de sus votantes en favor de ERC. La CUP probablemente caerá en votos el día 21 de diciembre. Los comunes, por su parte, parecen pagar su posición ambivalente con respecto a la independencia y sufren fugas en dos direcciones: un 12% de sus votantes se mueve a partidos independentistas y otro 17% lo hace a partidos no independentistas. Pero el castigo más duro lo sufre el Partido Popular. El 40% de sus votantes dice que votará por Ciudadanos. En la encuesta había más votantes del PP dispuestos a votar por Arrimadas que por García Albiol.
Se están produciendo dos tendencias entre los votantes. La primera es un centrifugado: la independencia ha polarizado la sociedad catalana y eso penaliza a los comunes y quizás al PSC. Además los votantes han tendido a concentrarse en los partidos que lideran los bloques. ERC recogen votantes de la CUP (26%), de Podemos (8%) y del PSC (5%), mientras que Ciudadanos lo hace de Podemos (4%), del PSC (12%) y del PP (39%).
No sabemos con certeza que induce ese agrupamiento. Puede ser un premio a ERC y Ciudadanos (si ganan simpatizantes) o un efecto coordinación (si lo que suman son votos útiles de personas que los tenían como segunda opción). La distinción es relevante porque, si la razón es la segunda, ERC y Ciudadanos podrían seguir subiendo.
Durante la campaña habrá una batalla entre los partidos de cada bloque para presentarse como su principal representante. Es posible que haya coordinación de voto y todo el mundo querrá ser el destinatario. De momento entre los constitucionalistas el candidato a serlo es Ciudadanos, restando votos al PP y no tantos al PSC. Pero hay más dudas en el bloque independentista. ERC tenía a favor los números —es el primer partido en intención de voto—, pero JxCat está usando la figura de Carles Puigdemont para presentarse como el partido de la república catalana.
Es importante apreciar la paradoja que esconden los datos que acabamos de ver. Dibujan un electorado líquido —en el que muchos catalanes cambiarán de voto—, pero sin vasos comunicantes entre bloques. Muy pocos catalanes saltan entre partidos a favor y en contra de la independencia. No es una sorpresa en realidad. Sabemos que la fractura catalana es profunda y que el equilibrio de fuerzas entre nacionalistas y no nacionalistas, en cierta forma, lleva décadas vigente.
FUENTE: ELPAIS