En las últimas semanas, la propaganda antipensiones ha dado su gran salto adelante y se ha institucionalizado. Nuestros gobernantes ya ni siquiera se esfuerzan en fingir que estaban intentando sostener el edificio. Ya no se apoyan en las paredes como si las mantuvieran en pie. Bailan ‘swing’ entre los escombros y esquivan con gracia los cascotes que nos van cayendo encima a los demás. Es como si los relojes de la banca y la política al fin se hubieran sincronizado.

Primero fue la ministra Candy Villalobos con lo de los dos euritos en el banco igual que los estudiantes. Villalobos repetía lo que oye en casa, supimos a continuación, porque entonces salió Mariano Rajoy y se atrevió a hacer algo que nunca había hecho un presidente del Gobierno en España. Hizo propaganda activa de los planes de pensiones privados. Y lo hizo sin el más mínimo rubor. De alguna forma estaba dando por muerto el sistema de pensiones. El conductor del autobús había soltado el volante, levantó los brazos y volviéndose risueño hacia los pasajeros se puso a describir las bondades del ‘airbag’.

Planes de pensiones privados. Largo tiempo ha ambicionado el sector financiero ese botín, largo tiempo han pedido la desamortización de esas tierras muertas. En sus arcas, el dinero de las pensiones rendirá mejor. Las puertas giratorias entre el sector financiero y el Gobierno han tenido que dar muchas vueltas para que lleguemos hasta aquí.

Al inicio de la crisis no había más que mensajes catastróficos, pero cuando el PP llegó al poder hubo ligeros cambios en la propaganda. Empecé a leer casi a diario la sección de economía de ‘La Razón’ y el ‘ABC’, y cada pocas semanas aparecía uno de esos artículos optimistas que anunciaban un futuro prometedor. Versaban sobre los planes de pensiones privados. Eran el futuro. Nos animaban a invertir y se quejaban del lento ‘desarrollo’. Los apellidos de los responsables de estas estructuras en alza dentro de los bancos eran para echarse a reír.

Ahora, todas estas noticias confusas. Hay cierto acuerdo en dinamitar el Pacto de Toledo con la excusa de que el sistema de pensiones necesita actualizarse para sortear el golpe del envejecimiento de la población. ¿Busca el PP una reforma que lo salve? No. Van a venderlo a pedazos en nuestra cara con la aquiescencia del PSOE y la colaboración activa de Ciudadanos, ese azul de futuro. Mientras tanto, Podemos sigue a lo suyo, que es una mezcla de propaganda electoral continua y letra de canción punk.

El Gobierno ya ha filtrado por dónde irá la próxima reforma. Quieren que el jubilado, en principio de forma voluntaria, perciba su jubilación no por el ratio de su vida laboral completa, sino por determinados tramos. Y hete aquí que, a las dos semanas exactas, el Circulo de Empresarios propone que nosjubilemos a los 75 y llenemos esos 10 años extra con lo que ellos llaman ‘microjobs’, que en el español de Cervantes significa ‘trabajos de mierda’. Casualidad, ¿eh?

Y mientras tanto se multiplican las pizarras de expertos de la tele y sus teorías financieras futuristas. Nos dicen, en un tono de verbena, que el Estado de bienestar no solo es irrecuperable, sino que es una cosa vieja y casposa. Anuncian que nos salvaremos si nos convertimos en enteradillos de las altas finanzas. Así que el tiempo de la recolección ha terminado. Cazar o ser cazado. Despierta al bróker que hay en ti.

‘My generation’

Y lo peor es que nos lo hemos tragado. En la radiofórmula mental de mi generación suena cada poco tiempo este bolero: ¿para qué estoy pagando impuestos si cuando me toque mirar obras no existirá el sistema público de pensiones? Esta pregunta cínica es la victoria más incuestionable de la derecha neoliberal. El chip está instalado en el cerebro de mucha gente de entre 20 y 40 años. Nos preguntamos si nuestros padres llegarán a tiempo a la jubilación y cuánto les recortarán a ellos. Nos conformamos con que ellos puedan cobrar. ¿Nosotros? Ja. Para nosotros está todo perdido. Conozco pocos de mi edad que estén libres de esta especie de resignación.

Tengo la impresión de que han conseguido, por fin, tomarnos el pelo. En el pesimismo de mi generación hay una renuncia irresponsable. Nos han dormido con una nana de años de propaganda, de repetir a la ciudadanía que esto ya no es posible mientras sajaban los ahorros de los abuelos presentes y futuros. Quizá tendríamos que ir pensando en despertar.

 

 

 

 

 

 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL