Un amigo, mayor que yo, ya fallecido, con el que solía hablar de lo divino y de lo humano, me dijo un día en el que tocaba hablar de lo divino: “¡qué equivocación más grande tuvo Dios cuando hizo al hombre libre! ¡A quién se le ocurre!”

Pienso que lo que le molestaba de verdad es que los demás fueran libres, porque nunca le oí quejarse de su propia libertad. Se encontraba muy bien tal como estaba.

Llevo una temporada leyendo cosas sobre la libertad y hablando con gente y oyendo música. Esto último ha sido un truco literario para colar en este artículo a Frank Sinatra y ‘My way’, la canción de ‘la Voz’ que más me gusta, y que me gusta más cada día por el comienzo en el que anuncia un repaso de su vida, “ahora que va a caer el telón”. Porque, objetiva y estadísticamente, pienso que mi telón caerá pronto, aunque a mí esta vida cada vez me gusta más y no tengo prisa por irme.

Frank termina su canción preguntándose por qué un hombre es un hombre, ¿por lo que tiene? Y se contesta inmediatamente que ‘si no es él mismo, entonces no tiene nada’. Lo concreta más: “Decir las cosas que realmente siente y no las palabras de alguien que se arrodilla”.

En el telediario veo actuaciones de políticos, convenientemente arrodillados y arropados por los aplausos de los que comen del mismo puchero, veo gestos indicándoles qué deben votar, veo resurrecciones curiosas (ahora hablan de Hernández Mancha), veo escándalos farisaicos (¡oh, sus valores coinciden con los de la extrema derecha!), veo que la extrema izquierda no existe, porque más a la izquierda del centro izquierda dicen que no hay nada, veo cosas que no me gustan sueltas y si están agrupadas, me gustan menos.

Ahora hay una serie de sucesos que dicen que no tienen relación entre sí, pero ¡mira que si la tuvieran!

No los pongo por orden de importancia, por dos razones: a) porque no sé exactamente cuál es el más importante y b) porque tengo la sensación de que, en estos momentos, lo importante es la simultaneidad, no el orden.

1. El lío de Cataluña, en el que se incluyen todas estas cosas que leemos, que yo no acabo de entender, que los amigos a quienes pregunto no acaban de entender, que dicen que los únicos que las entienden están, fijos o de paso, en Waterloo. Esas cosas son, entre otras, el Consejo de la República, que se estrenará, según parece, el 8 de Diciembre en Bruselas y que será coordinado por el hijo de Alfonso Comín, que vive allí.

2. La reunión de Pablo Iglesias con Oriol Junqueras en el despacho de este último en Lledoners.

3. La reprobación del Rey en el Parlament de Catalunya porque el 3 de Octubre dijo exactamente lo que tenía que decir, cumpliendo con su responsabilidad de moderar y arbitrar.

4. El olvido de que, una vez aprobada por las Cortes, el pueblo español, en referéndum, ratificó la Constitución con el 88,54 % de votos favorables, y en esa aprobación, los españoles, donde se incluían los de Cuenca, los de Bujaraloz y los catalanes, decidimos que “la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”. O sea, que el que diga que nosotros no elegimos al Rey, MIENTE como un bellaco en el reino de la posverdad, o sea, en el reino de la mentira, donde muchos se mueven como pez en el agua.

5. La amenaza de Urkullu e Iglesias al pobre Sánchez, cuando le solicitan respetuosamente que ‘cuide’ de la mayoría que le dio el Gobierno. Traducido al castellano, que se cuide de no hacer tonterías que molesten a los que le aguantan en el poder.

6. El mantenimiento de Delgado en su ministerio, a pesar de sus amistades.

7. La pintoresca -por llamarle de alguna manera- actuación del ex Tribunal Supremo, del que los mayores nos acordamos de cuando era tribunal y era supremo.

Y más cosas, que me hacen pensar que estamos como en un golpe de Estado generalizado, en el que hay que romper con todo lo establecido y con bastantes cosas por establecer, para instaurar un desorden nuevo en el que cada uno hará lo que quiera, se comprometerá y descomprometerá a lo que le dé la gana, se olvidará de lo que dijo ayer y jurará que no lo dijo ni lo pensó ni lo pensará jamás, hasta mañana por la tarde.

Si eso es libertad, tenía razón mi amigo, echándole la culpa a Dios. Pero Frank dice que un hombre que no es él mismo, no es nada. Y viendo el tejemaneje de toda esta gente, pienso que no son ellos mismos ni les importa.

Una jota navarra dice que me llamaste veleta por lo variable y que si yo soy la veleta, tú eres el aire.

Y me parece que en España, hoy, hace mucho viento.

 
 
 
LEOPOLDO ABADÍA