González, Zapatero, Rubalcaba, Blanco, Guerra o Bono pasan a un segundo plano y dejan de interferir en las decisiones del líder socialista

No quieren conceder entrevistas, acuden esporádicamente a actos lo más alejados posibles de la actualidad política y, aunque a veces se les escapa alguna declaración inconveniente con la línea de Ferraz, se puede decir que un mes y medio después de la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, los referentes históricos del partido han dejado definitivamente de interferir en las decisiones del “nuevo PSOE” y han pasado a un completo segundo plano.

Nadie duda de que la derrota de Susana Díaz en las primarias fue, a la vez, la derrota de la cultura de partido de los “felipes”, “zapateros” “rubalcabas”, “blancos”, “bonos” o “guerras” que, desde hace décadas, decidían los designios del PSOE, bien exponiéndose personalmente o bien en la sombra.

No obstante, como bien comprobó Patxi López en sus decenas de reuniones a puerta cerrada con la militancia del PSOE, hacía ya mucho tiempo que ninguno de los “popes” del partido eran ya referentes para las bases del PSOE que, por el contrario, renegaban de muchos de ellos. “Tal vez, salvo con Alfonso Guerra, hay mucha animadversión hacia las figuras de Felipe o Zapatero que nadie había detectado”, comentó a Público una persona cercana al ex lehendakari presente en muchas de esas reuniones.

Ahora parece que ya sí muchos se han dado cuenta, y su protagonismo político en la primera línea política del partido se ha diluido por completo, aunque no compartan muchas decisiones de Pedro Sánchez.

José Luis Rodríguez Zapatero, que dejó temporalmente su labor de mediación en Venezuela para apoyar con poco éxito la campaña de Díaz, en sus escasas declaraciones ha estado políticamente correcto apelando a la necesidad de “construir la unidad del PSOE” y recociendo que su opinión en favor de la líder andaluza no coincidía con la mayoría de la militancia del PSOE. “Hay que saber ganar y perder”, dijo. Cumplió con acudir a la inauguración del 39º Congreso del partido, aunque dejando claro que no lo hacía con entusiasmo y, como anunció el pasado jueves, parece que vuelve a Venezuela. Su tiempo en el partido parece que ya ha pasado definitivamente.

Con otros matices, se podía decir lo mismo de Felipe González. Su primera valoración sobre la victoria de Sánchez fue más que correcta: “Hay que apoyar al secretario general”, dijo tres días después de la victoria en las primarias del líder socialista. Luego, grabó un vídeo de cara al 39º Congreso en el que se reflejaba de todo, menos ilusión. Ha prometido varias veces no interferir en la labor de Sánchez, pero su vocación de “jarrón chino” sigue intacta, y esta semana no puedo evitar defender la aplicación del artículo 155 de la Constitución en contra de lo decidido por el PSOE. Como le contestó Pedro Sánchez en la entrevista en Telecinco: “Respetamos mucho las opiniones del ex presidente González, pero no la opinión que defiende ahora el partido”.

Alfredo Pérez Rubalcaba, otro gran conspirador en la sombra en favor de la victoria de Díaz, es el gran desaparecido. No se le conocen declaraciones públicas sobre la victoria de Sánchez, ni se ha pronunciado ni por Facebook ni por Twitter, y se limitó a acudir a la inauguración del 39º Congreso sin hablar mínimamente sobre el triunfo del nuevo secretario general del PSOE. De momento, sigue dando clases de Química.

Quien ha estado más generoso con la victoria de Sánchez ha sido su antiguo jefe, el ex vicesecretario general del PSOE José Blanco, quien pese a estar volcado en el triunfo del Díaz, no tuvo empacho en reconocer la victoria del nuevo secretario general, dijo que respetará todas sus decisiones y hasta se ha sumado a las tesis del nuevo líder del partido de abogar por un diálogo con Podemos y Ciudadanos, y echar al PP del Gobierno. Blanco llegó a decir que ahora “lo ve posible” con un programa realista. No obstante, el ahora eurodiputado ya indicó que va a opinar poco sobre política nacional.

José Bono, como hizo tras su derrota con Zapatero, tuvo una actitud caballerosa con Sánchez tras su victoria, a quien deseo que “le vayan bien las cosas” e hizo un llamamiento a la necesaria unidad del partido. “Es un nuevo tiempo”, dijo, en la única entrevista que concedió a Onda Cero, en la que también afirmó que lo que le pedía el cuerpo era “poner punto en boca”. El ex presidente del Congreso, ex ministro de Defensa y ex presidente de Castilla-La Mancha parece que también ha comprendido que su etapa política ha tocado a su fin.

Y, finalmente, Alfonso Guerra, que acompañó a Díaz en sus dos grandes actos de campaña en las primarias, tampoco ha felicitado expresamente a Sánchez por su victoria y, tal vez, es quien más ha criticado sus primeras decisiones, sobre todo en lo relativo a la aplicación del artículo 155. Pero tampoco el ex vicepresidente del Gobierno está en condiciones de ir más allá de decir lo que piensa en este aspecto, en el que coincide plenamente con Bono y González.

Y a esta lista de desaparecidos también se podrían sumar la ex vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, quien pese a liderar la plataforma de mujeres con Susana Díaz, tuvo la cortesía de felicitar a Sánchez por su victoria la misma noche, aunque luego se haya quitado de la primera línea política, dedicándose a cumplir con sus obligaciones en el Parlamento Europeo. O el propio Eduardo Madina, que tras la derrota de Díaz dejó su coordinación de la ponencia de la Gestora, abandonó su colaboración en la Cadena Ser y ni acudió al 39º Congreso del PSOE. Eso sí, sigue de diputado.

Todo esto, junto con el papel más secundario que también están teniendo desde el 21 de mayo los secretarios generales, dibujan claramente eso que se ha denominado en llamar un “nuevo PSOE” que deja atrás los nombres, las mecánicas y el funcionamiento que han tenido los socialistas desde la transición. Se podría hasta decir que cuando despertó Sánchez… los dinosaurios del partido ya no estaban allí.

FUENTE: MANUEL SÁNCHEZ, PÚBLICO.